Según la definición que le dio Luis Bonino en 1990, los micromachismos son grosso modo, prácticas de dominio y violencia hacia las mujeres que suceden en la vida cotidiana. Con el prefijo “micro” hace alusión a lo que es casi imperceptible, lo que se encuentra en el límite de la evidencia, pero sin llegar a serlo.
Son, como indicó Bonino, violencias hacia las mujeres, aunque, como lo son de baja intensidad, pasan bastante desapercibidas y, cuando lo indicas a algún hombre lo que está haciendo, reaccionan bastante mal e incluso te tachan de radical y extremista, de querer criminalizarlos, etc.
Pero ocurren cada día y en todo tipo de relaciones, no solo en las de pareja. Sin ir más lejos, toda la polémica generada por unas desafortunadas declaraciones del Dr. Fernando Simón hacia las enfermeras, no es ni más ni menos que eso, una forma de micromachismo. Afortunadamente el Dr. Simón así lo entendió y rápidamente se disculpó ante el colectivo. Además, reconoció lo mucho que le queda por eliminar esos posos que todavía impregnan su personalidad y se comprometió en seguir trabajando para eliminarlos.
Este es un ejemplo de un señor conocido que se ha atrevido a pedir disculpas públicamente sin que le duelan prendas. Pero en absoluto es lo habitual.
Sin ir más lejos, esta semana quedé a tomar café con un conocido que conoce bastante bien mi trayectoria feminista y con quien ya tuve un pequeño rifirrafe hace un tiempo precisamente por negar esos micromachismos en otro ámbito. Este hombre, que parece que estuviera esperando a que yo hablara para cortarme y hablar incluso más alto, demostró no solo una gran falta de respeto hacia mi como persona, sino también cuán profundas son sus raíces machistas y cómo de arraigadas se encuentran. El día que con más calma hable con él se lo voy a indicar y sé que se va a molestar profundamente, pero he de hacerlo para que intente no hacer lo mismo con otras mujeres.
En los tiempos actuales, decirle a un hombre que es machista, es como insultarle. Nadie, ninguno ni ninguna lo reconoce. No olvidemos que las mujeres hemos sido educadas y formadas también para proteger el sistema. Eso sí, sin rechistar. Y para eso han conseguido que muchas interiorizaran y naturalizaran dicho discurso y, como resultado, desgraciadamente, nos encontramos con mujeres incluso más machistas que muchos hombres.
Como decía, llamar a alguien machista es como un insulto despreciable, pero cuando les haces notar el motivo de tu afirmación, se pierden en justificaciones, a veces absurdas, con tal de demostrar la ausencia de machismo en su vida. Y al mismo tiempo que afirman esas justificaciones van adentrándose en micromachismos, a veces mucho más crueles que el propio y abierto machismo.
Una de las victorias del feminismo de los últimos años ha sido asociar el machismo con las violencias hacia las mujeres. Por eso, desde hace un tiempo se habla de violencias machistas, como término mucho más afinado y adecuado al tipo de violencias que sufrimos las mujeres por ser mujeres.
Quizás precisamente por eso, por haber asociado el machismo con las violencias machistas, algunos hombres se sienten increpados cuando se les comenta que pueden estar siendo machistas, aunque de baja intensidad, pero machistas, al fin y al cabo.
Detectar esos machismos de baja intensidad o, lo que es lo mismo, esas violencias de baja intensidad, es fundamental para poder denunciarlos y dejar de justificarlos en aras a un amor o un afecto del tipo que sea. A las mujeres nos va, en parte, la vida en ello.
Ahora los y las neomachistas pretenden dar por superadas las desigualdades y discriminaciones que sufrimos las mujeres por haber nacido mujeres. Si, con sexo de mujer. Y no con género de mujer.
Se acerca cada día un poco más el 25N, un día que debería conmemorarse cada día, porque cada día se maltrata de cualquier manera a las mujeres y las niñas e incluso niños. Se golpea, insulta, ofende deliberadamente, asesina, mutila, silencia, se compran, violan, explotan de múltiples maneras y un largo etc. a mujeres y criaturas de todo el mundo. Se ha avanzado bastante en los últimos años, pero queda tanto por hacer…, y no por ello debemos caer en la desesperanza o desesperación. No. Me niego. Nuestra labor como feministas radicales por conocer cuál es la raíz del problema, el patriarcado, es la denuncia permanente en todas sus formas, incluso cuando se metamorfosea y camufla para intentar engañarnos. Igual que se está haciendo ahora con el falso discurso del transgenerismo, que no transexualidad.
Estemos, pues, alerta para que esos micromachismos que no dejan de ser violencias machistas puedan ser camuflados y por tanto justificados en cualquier momento y por cualquier persona en aras, de “era una broma”, “todo te lo tomas a la tremenda”, “nada de eso es machismo, solo mi forma de ser”, y así un largo etc. que no dejan de ser justificaciones para mantener un sistema completamente opresor con las mujeres y las niñas.
¡¡¡No a las violencias machistas de cualquier intensidad, incluso las de baja intensidad!!!