Cada año nacen nuevos medios y casi todos lo hacen sin sección de ciencia. En la era más próspera en acontecimientos tecnológicos y científicos la falta de atención de los medios hacia las noticias científicas solo se explica por la ceguera y obstinación de sus responsables.
El pasado jueves 24 de agosto ocurrió algo extraordinario. Un cohete desarrollado por una empresa aeroespacial privada despegó desde su base en California, ascendió varios kilómetros, desplegó el satélite taiwanés FORMOSAT-5, descendió nuevamente a la Tierra y aterrizó de pie en una barcaza flotante en medio del océano, donde se recuperó para volver a utilizarse en próximos lanzamientos. Duración total de toda la operación: veinte minutos. Lanzamiento, vuelo, despliegue del satélite, vuelta a la Tierra y aterrizaje exitoso en una plataforma que flota en el mar, en sólo veinte minutos y todo retransmitido en directo, en abierto y gratis para quien quisiera verlo. Y ¿quieren saber algo aún más extraordinario? Es la decimoquinta vez que lo consiguen en apenas un año y medio.
Vivimos tiempos apasionantes gracias a la ciencia y la tecnología, pero además y gracias a la casi infinita diversidad de fuentes disponibles gozamos de un acceso a toda esa información, impensable hace sólo unas décadas. A pesar de lo que afirme la presidenta Trump en sus ya habituales rabietas contra los medios, a pesar de la cacareada crisis del periodismo y a pesar de neologías ya habituales como infoxicación, fake news o malaprensa, nadie puede afirmar seriamente que no estamos informadas. La actualidad llega a nosotras de una manera que sólo podría describirse como abrumadora, en cantidad, en rapidez y, si la buscan, también en calidad.
El problema ya no es el acceso a la información, sino la relevancia que le damos a esa información
Si alguien quiere estar informada de cualquier tema, hoy puede conseguirlo fácilmente desde el sofá de su casa y con un sólo click de ratón. Retransmisiones en directo desde el espacio, noticias de última hora, montañas de datos, infografías, imágenes, textos reflexivos, revistas especializadas, análisis concienzudos para las lectoras más ávidas… El problema ya no es el acceso a la información, la cuestión ahora es la importancia que le damos a esa información, o dicho de otra manera: la atención mediática.
¿Qué convierte algo en primera página? ¿Cuál es el criterio para decidir lo que abre un telediario y lo que se queda fuera de las noticias? ¿Cómo se elige la programación, el horario?
El carguero británico “Cheshire” lleva ya diez días a la deriva en aguas de Gran Canaria. Durante este tiempo ha estado quemando nitrato de amonio procedente de tres de sus cinco bodegas, en las que transportaba 40.000 toneladas de este compuesto químico. Se encuentra a escasos 70 kilómetros de las costas canarias y aunque sus veinticuatro tripulantes fueron evacuadas, la carga sigue ardiendo y seguirá ardiendo hasta principios de septiembre.
Hace unos días se hicieron públicas las cifras de gasto en investigación correspondientes a los presupuestos económicos en España de 2016. Las gráficas que acompañaban la noticia nos muestran un panorama desolador: no sólo estamos ante el presupuesto más reducido de todo el siglo sino que además, el 62% del dinero previsto… ni siquiera se ha gastado.
De los algo más de 5.000 millones presupuestados para I+D+i (N. de la E.: se refiere a Investigación, desarrollo e innovación), el año pasado apenas se utilizaron 1.900 millones, eso es todo lo que se gastó en ciencia en nuestro país en 2016 (N. de la E: la autora es española y reside en ese país), si consideran que 32 kilómetros de autovía en la M30 ya cuestan más de 7.000 millones, pueden hacerse una idea más aproximada de lo que se está haciendo con ciencia en España.
Los anteriores son tan solo algunos ejemplos de noticias científicas relevantes que han sucedido en los últimos días y que apenas han tenido cobertura ni atención por parte de los medios. Evidentemente, si usted está interesada en la ciencia y busca las fuentes informativas adecuadas, sin duda encontrará la forma de estar al tanto de estas y muchas otras noticias que pasan desapercibidas para el público general, pero, como digo, ese ya no es el campo de batalla. La información está ahí, ahora llega el momento de colocarla arriba o abajo en el escalafón de importancia mediática.
“Accesible pero invisible. La información científica existe pero no se muestra”
Accesible pero invisible. Existe pero no se muestra. La información científica pasa de puntillas por la actualidad en los grandes medios, centrados principalmente en otras cuestiones políticas, económicas o deportivas, a las que sí consideran dignas de sus cabeceras. Pueden pensar que es porque las noticias científicas no interesan tanto como otras, y entonces estarían equivocadas. Se ha instalado en las responsables de los medios de comunicación la falacia de que la ciencia no resulta apetecible para sus lectoras, oyentes o espectadoras, y sin embargo, al final del año, cuando los periódicos acuden a ese ya tradicional Top 10 de las noticias más leídas, resulta que cuatro o cinco pertenecen al ámbito de la ciencia y la tecnología. No se equivoquen: la falta de atención de los medios hacia las noticias científicas no se explica por los datos de visitas, sino por decisiones editoriales de sus responsables.
Casi mensualmente asistimos al nacimiento de un nuevo medio de comunicación digital que promete información de la actualidad de manera rigurosa, y sin embargo, vienen al mundo cojas y casi ciegas porque la mayoría de ellos – con honrosas excepciones, como la de Vozpópuli – no incluyen una sección dedicada a la ciencia. Nuevos medios de comunicación que, al amparo de las nuevas tecnologías y redes sociales, se presentan en sociedad con lo de siempre: política, economía, deportes, pero sin secciones de ciencia… Revisen por ahí, busquen esos nuevos digitales y lo comprobarán.
Nacen cada año decenas de nuevos medios y casi ninguno tiene sección dedicada a ciencia
Estamos inmersas en una revolución científica permanente en la que un día se descubren dos mil exoplanetas y al día siguiente un método de edición genética revolucionario. Los retos que se nos plantean en el futuro, como colectivo, como seres humanas, sólo pueden ser afrontados desde la ciencia. El cambio climático, por encima de todos estos desafíos, es quizá el más claro ejemplo de una realidad infravalorada por casi todos los medios responsables de brindarnos información. El grave problema energético al que pronto tendremos que hacer frente apenas tiene cabida en unas televisiones repletas de programas basura. Tecnologías de ciencia ficción en el salón de nuestra casa, telecomunicaciones dignas de Star Trek disponibles con pulsar un botón, automóviles que se conducen solos, algoritmos predictivos, programas informáticos que aprenden por sí mismos… El futuro está delante de nuestros ojos, hoy mismo, la actualidad es científica, la realidad es tecnológica: concedámosle el lugar informativo que le corresponde.
Vía Altavoz