A contrapelo de lo que afirman las mega empresas que buscan que compartir sea delito, académicas aseguran que la «piratería» no está matando a la industria del entretenimiento.
El sitio FayerWayer publicó hace bastante una interesante nota firmada por Esteban Zamorano en la que analizaron un informe de la London School of Economics donde se afirma que hay mucha evidencia de que compartir archivos genera más beneficios que perjuicios a las industrias que reclaman por los supuestos ataques de «piratas».
Sobre esto, quiero recordar que una pirata asalta barcos, roba tesoros, mata niñas y viola a las personas, a quienes nos acusan de piratas en realidad nos están cuestionando que seamos solidarias, que nos guste compartir libros, música, películas y distintas producciones culturales. Las leyes de copyright, lo hemos dicho muchas veces e insistiremos hasta que cambien, plantean cuestiones verdaderamente absurdas, tanto, que ver una película con un alguien, o prestar un libro, viola los derechos de autora.
La publicación de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres (LSE) informó los resultados de los estudios que realiza sobre Copyright y Creación en el marco de su iniciativa Media Policy Project, donde señalan que existe gran cantidad de evidencia que demuestra que compartir archivos está ayudando a la industria. Luego de estas conclusiones la institución convocó al gobierno del Reino Unido a que tome en cuenta estos datos a la hora de realizar políticas públicas en lo referido a copyright.
Según asegura el informe «la industria de la música no está decayendo (..) pues sus saludables ganancias la tienen bastante estable». Lo que sustenta afirmaciones que hemos hecho en este espacio, que tampoco son un descubrimiento, pero que han significado duras críticas hacia esas redactoras. En espacios guiados y regidos exclusivamente por la búsqueda de exacerbados beneficios económicos -no por el concepto de sustentabilidad- donde la especulación es ley, la inexistencia de ganancias genera cierres automáticos.
Es cierto que muchos sellos discográficos invierten su dinero para hacer posible que una banda se dedique a grabar un disco, y que por esto, al igual que las artistas, deben ganar dinero, y esto, en la organización mundial que tenemos, es legítimo y justo. Pero por otro lado, es la búsqueda de ganancias desmedidas la que genera que millones de artistas no puedan dedicarse al arte, puesto que la industria prioriza sólo aquello que puede vender masivamente.
La aparición del mp3, la creación de tecnologías que hacen posible la producción cultural a costos verdaderamente bajos -si se los compara con los mismos costos en otros momentos de la historia- y la cultura de compartir música, son los que están haciendo crecer a una gran cantidad de artistas. Algunas pueden gustarnos más que otras, pero, por ejemplo, Justin Bieber jamás habría podido estar tan colmado de dinero y fama sin la cultura del compartir. Casos como este -tristes para gusto de quien escribe, pero potentes en lo que respecta a los argumentos que presentamos- son perfectos ejemplos de que compartir además genera exorbitantes ganancias.
Por otro lado, si la cultura de compartir estuviera verdaderamente dañando la reproducción industrial de cultura, se trata simple y llanamente de un problema del modelo de negocios de estas industrias. Algunos sectores han puesto manos a la obra en sostener nuevos modelos, Netflix o Youtube son dos monstruos de estas alternativas.
De forma mediocre se busca proscribir una conducta social que en realidad debería ser impulsada. Asimismo, los derechos de autora generan no sólo un impedimento al crecimiento artístico y cultural de las artistas y de la sociedad en su conjunto, también plantean un esquema donde se impide el acceso a obras no reeditadas que han quedado perdidas en el tiempo.
¿Querés un ejemplo del daño generado por el copyright? Andá a alguna librería y pedite un libro de Tejada Gómez. No vas a encontrarlo en todo Mendoza.
Destruyendo el copyright e instituyendo un sistema de licenciamiento libre, no necesitaríamos que alguien autorice la reproducción de una obra, simplemente tendríamos acceso a ella en un marco decidido por su autora y la cultura no se perdería en el tiempo producto de la decisión egoísta e interesada de alguien que tiene el poder de impedirte acceder a una obra.
En variadas ocasiones hemos tratado el tema en este espacio y muchas lectoras, sobre todo Pelo Merelo, han comentado su preocupación porque la gente descargue películas de Internet o comparta música. Les decimos hoy que se queden tranquilas, pues Paramount y Warner van a seguir produciendo el material que tanto les preocupa que compartamos. Aunque bueno… si nos gusta, nosotras lo seguiremos compartiendo.
Parece que los tiempos cambian y que vamos ganando.
¡Happy Hacking!