“Me pasó la vida por delante de mis ojos”, ¿quién no ha escuchado esta expresión al menos una vez? En las películas, en la televisión, en los libros… esta “frase hecha” es mucho más certera de lo que imaginamos. Y hay quien estudia este fenómeno con mucho interés. Los últimos datos arrojan luz sobre la conciencia, las experiencias cercanas a la muerte y la neurología de eventos extremos. ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando estamos viendo los recuerdos pasar, en un instante?
¿De verdad se ve pasar la vida en un instante?
Sí. Y no. Es decir, ver pasar la vida en un instante no es un fenómeno que ocurra siempre ni a todo el mundo. La experiencia es por completo subjetiva y diferente en cada una. ¿Pero ocurre? Si atendemos a las miles de afirmaciones, por todo el mundo, sí. En momentos de estrés extremo, especialmente en experiencias cercanas a la muerte, algunas pacientes describen haber visto los recuerdos de su vida pasar por delante, como si de una película se tratase. Otras experiencias hacen referencia a ver “la luz al final del túnel” o incluso ver y hablar con seres queridas. Pero de nuevo, a pesar de las similitudes, cada experiencia es distinta, condicionada por la cultura y los hechos vividos por cada cual. Así, aunque encontramos paralelismos, de manera lógica, no existen a nivel científico. Esto también se debe a lo difícil que es estudiar este fenómeno, que ocurre bajo ciertas circunstancias concretas y nunca beneficiosas para la ser humana. Sin embargo, esto podría cambiar en breve.
Algunos estudios apuntan a que estas experiencias de ver la vida en un instante pasar tienen ciertos patrones. Por ejemplo, los recuerdos no pasan de manera cronológica, sino aleatorios o incluso simultáneos. En los casos estudiados, todas las encuestadas parecían coincidir en una falta de sensación temporal. Otro detalle encontrado en uno de los estudios es el cambio de punto de vista emocional. Por ejemplo, las encuestadas describieron sentir lo que sus allegadas debían sentir en esos recuerdos. Una especie de exacerbación del sentido empático. Estos datos no sólo ayudan a comprender las experiencias de vivir la vida en un instante, sino, también, a entender cuáles son las partes comunes y qué posible función tienen en el cerebro.
Así funciona nuestro cerebro antes de “apagarse”
El cerebro es la mayor consumidora de oxígeno de nuestro cuerpo. Su actividad requiere, además, un aporte de nutrientes constante. Este órgano es exquisito, exigente y delicado. El menor de los cortes de suministros puede suponer una lesión gravísima. De hecho, cuando hay un problema con el riego sanguíneo, la vía por la que se transmiten todos estos nutrientes, el cerebro puede verse afectado seriamente. Debido a esto son tan peligrosos los trombos o los paros cardiorrespiratorios, capaces de cortar el suministro y provocar una lesión irreversible en el cerebro. Se pensaba, de hecho, que ante un paro cardíaco, debido al corte de oxígeno, el cerebro dejaba de tener actividad. Sin embargo, varios estudios realizados por la Universidad de Michigan ponen de manifiesto que el cerebro no sólo no detiene su actividad, sino que durante los treinta segundos después del corte sanguíneo el cerebro sigue activo e, incluso, tiene picos de actividad completamente inesperados.
Djneight (Flickr)
Si quisiéramos darle una interpretación, podríamos entender que el cerebro “aumenta” su actividad como consecuencia de la falta de oxígeno y glucosa. La actividad cerebral es propia del pensamiento consciente. Si eso lo unimos a los estudios anteriores no es descabellado pensar en algunas explicaciones. Judith Katz, neuróloga de la Hadassah University de Jerusalén, y coautora del primer estudio, tienen sus propias hipótesis sobre lo que ocurre. Según esta investigadora, parte de esta actividad se produce de forma muy intensa en ciertas partes del cerebro, como en el área que guarda la memoria autobiográfica, en los córtex prefrontal, medial temporal y parietal.
Estas partes, además, son especialmente susceptibles a la deprivación (cortes de suministro) de oxígeno y glucosa. También podría afectar a las neuronas espejo, situadas en la corteza parietal, lo que explicaría la sensación de empatía tan intensa descrita. En definitiva, ver la vida pasar en un instante no sería una especie de experiencia mística de origen misterioso (al fin y al cabo eso es una interpretación subjetiva), sino una especie de manifestación de estado superconcentrado de ciertas áreas concretas del cerebro. Como explicábamos, estudiar este área es tremendamente complejo debido a la situación. Pero probablemente, a medida que sepamos más al respecto, podamos dar explicación a muchos de los elementos más extraños de estas experiencias.