No lo llames censura, llamalo derechos de autora

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Con la aprobación en el Parlamento Europeo del texto final de la directiva de Copyright, la Unión Europea ha perdido la oportunidad histórica de desarrollar legislaciones de derechos de autora adaptadas a Internet y al siglo XXI. Finalmente lo que se ha votado es un texto tecnófobo, hecho a medida de los monopolios del copyright y que además no garantiza el derecho de las autoras a vivir dignamente de su trabajo.

Solo servirá para recortar libertades y censurar a destajo, bajo la perspectiva delirante de que todo lo que no produce moneda contante y sonante para las majors –¡ojo! no para las autoras– debe ser prohibido y eliminado. Una tragedia para las trabajadoras del mundo de la cultura que por otra parte una vez más han sido frivolamente incapaces –salvo contadas, valientes y loables excepciones– de informarse de que va realmente el asunto. Han tragado pasivamente con la versión de sus amas y, con victimismo y gula, han sido el altavoz principal para la propaganda liberticida sin siquiera haberse enterado de que todo esto no beneficiará sus derechos, pero si va de eliminar los de todas.

Las alarmas saltaron hace casi dos años cuando descubrimos que, más allá de ser una propuesta de derechos de autora obsoleta, se estaba usando como caballo de Troya para introducir vigilancia, procesamiento automático de datos, gobierno por algoritmos opacos, censura sin mandato judicial, etc…

Esta amenaza que se ha consumado hoy para derechos tan básicos como la libertad de expresión o el acceso a la cultura y a la información se centra en las trampas ocultas principalmente en dos artículos:

Se considerará a las plataformas -desde servicios mediano de alojamiento web hasta gigantes de Internet- responsables de cualquier infracción de derechos de autora que cometan sus usuarias y se les conmina a tomar medidas preventivas: o sea ya no se trata de eliminar contenido sino directamente de impedir que se suba. Naturalmente nadie les obliga a nada. Solo se les hace responsable de lo que suban sus usuarias. Es como si a la vendedora de autose se le responsabilizara de los delitos viales cometidos por sus compradoras. Esto solo puede desembocar en el filtrado algorítmico de subida (upload filters) de absolutamente todo. Es decir censura previa, automática y masiva de internet. Recientemente Youtube impedía a la pianista James Rhodes subir un vídeo suyo tocando a Bach al piano. Este tipo de “errores” que siempre juegan a favor de la privatización del dominio público forman parte del día a día de todas las autoras que usan YouTube. Y no solo estamos hablando de “errores” que privatizaron el dominio público. Estamos hablando de la dificultad o imposibilidad de subir a internet cualquier tipo de obra derivada: parodias, memes, remezclas, fandom, sátiras… la esencia misma de la cultura y de la libertad política y de expresión.

La propuesta del artículo 11, conocida como “Linktax” –impuesto al enlace– crea un nuevo “derecho” económico para la patronal de la prensa escrita. Este “derecho” además implica restringir indefinidamente la posibilidad de citarla. Si esto te suena absurdo, arbitrario y contraproducente, te invitamos a leer la propuesta en sí, un texto ambiguo que la jurista Andrej Savin ha definido como “el peor texto legal que he visto en mis 23 años de carrera académica”. Ante esta indefinición, lo más seguro para cualquier plataforma será no enlazar a ningún medio sin permiso explícito.

Esta medida perversa sería el equivalente a nivel europeo al Canon AEDE que ya está vigente en España y Alemania, un canon del que sus propias promotoras se lamentaron tras el cierre de Google News en España por su aprobación. El Canon AEDE es paradojal y las impulsoras de esta iniciativa saben que no funcionará en Europa. Por ejemplo, desde Xnet destapamos que el gran grupo editorial Axel Springer se estaba pagando a sí mismo –se enlazaban para pagarse– en una estrambótica simulación de que “todo va bien”.

¿Que pretenden con esto? ¿Qué sentido tiene que la patronal de la prensa presione para aprobar una leyes que impiden que enlaces, difundas y comentes sus contenidos? ¿Se trata solo de la mezcla de ignorancia y avaricia que te llevaría a pegarte un tiro en tu propio pie? Hay un poco de eso sin duda, pero más bien creemos que se trata de la mezcla de ignorancia y avaricia que te lleva a sacarte un ojo para que a tu enemiga le saquen dos. Con leyes de este tipo la patronal de la prensa podría acosar legalmente hasta el cierre a agregadores sociales y comunidades como Meneame o Reddit, eliminando a cualquier nuevo competidora y consolidando su posición monopolística. Convirtiéndose en la única voz en un Internet en el que solo hablaran ellas y que aspiran a convertir en una nueva televisión.

Todo esto que parece una distopía de ciencia ficción, un intento imposible de ponerle puertas al campo o una profecía lúgubre exagerada por activistas preocupadas ya se está implementando hoy en día en las grandes plataformas.

De momento existen dos opciones.

Modelo Spotify

Se trata de que la plataforma adquiera todas las licencias nacionales e internacionales y disponibilice todos los contenidos unidireccionalmente impidiendo a las usuarias la subida. Incluso así, en el caso de Spotify, uno de los pocos gigantes que puede permitírselo hoy en día; pagar a los monopolios de derechos de autora ha encarecido tanto su actividad que su sostenibilidad no está garantizada a medio plazo a pesar de su éxito comercial. Si este es el caso de Spotify, podemos imaginar qué pasará con las medianas empresas en internet. Este modelo tiene otro defecto que ya es obvio para la mayoría de las artistas. La cantidad de dinero final que reciben las autoras reales es cero o próxima a cero.

Modelo Facebook/Google

Estos nuevos monopolios de Internet se niegan a compartir su tarta con los viejos monopolios del copyright así que optan ya por el filtrado masivo y automático de todos los contenidos. Su adaptación al artículo 13 será más fácil. Bastará con que los mecanismo de filtrado sean ahora previos a la subida. Esta tecnología, además de opaca y exclusiva, es muy cara y su obligatoriedad hará casi imposible que surjan y prosperen competidores de estos gigantes. Google gastó unos 100 millones para crear la tecnología que le ha permitido hasta ahora responder a las reclamaciones por copyright que les llegan de lo que es tan solo el 1% de sus usuarias.

El efecto que tendría estas normas arbitrarias sobre la libre conversación en Internet y sobre la difusión y acceso a la cultura y a la información es devastador.

Los derechos de autora son importantes. ¿Pero de qué derechos hablamos? ¿Y de qué autoras? Una propuesta democrática con vocación de consenso amplia que hubiese aspirado a garantizar el trabajo digno de las autoras sin vulnerar derechos fundamentales de las ciudadanas debería haberse enfrentado audazmente y por fin a los monopolios del copyright y a entidades de gestión bajo sospecha cuando no directamente investigadas, juzgadas y condenadas como la SGAE. También debería haber partido de la base de que el concepto de autora o medio ha cambiado en los últimos 20 años. Desde el inicio de la web 2.0, el contenido generado por las usuarias ha pasado de ser un interesante experimento social a la realidad digital en la que nos sumergimos cada día. El contenido generado por las que antaño eran “grandes” medios no llega al 5% del tráfico de Internet. La UE a perdido una oportunidad de tratar a sus ciudadanas como generadoras de contenido y no como simples ladronas de los contenidos de una élite. Ninguna empresa, medio o autora ha escrito la wikipedia, convertido la Red en el repositorio de todos los videos del mundo o generado millones de tuit al día. Nosotras, la gente, lo hicimos. Internet no es de ellas.

Las amenazas ocultas dentro de la directiva de copyright que se ha aprobado hoy forman parte de un intento de volver a meter la genio dentro de la botella e instaurar una inquisición que permita por fin controlar internet. Nuestras políticas y grandes empresas envidian a China como modelo. La idea inicial de las padres y madres de la World Wide Web y de Internet tal y como lo conocemos, la idea de una arquitectura abierta para compartir enlaces sin cortapisas, fue clave en su éxito. Esta arquitectura se modificará radicalmente si se aplica está directiva tal y como está concebida. Ahora la UE quiere crear un Internet con licencia: como somos una sociedad civilizada no se puede llamar censura, así que la llaman Copyright.

En la votación final todo el poder y dinero ha estado de un lado. La gente que nos situemos del otro lado-a favor de la libertad de expresión, de un internet abierto y de un copyright adaptado al s.XXI que permita a las autoras vivir dignamente y no de las migajas de las entidades de gestión- en la mayor movilización que ha habido contra una directiva hemos sido vilipendiadas, llamadas ladronas, piratas y acusadas de supuestos absurdos. Nuestra movilización no les ha impedido aprobar esta aberración, pero si hacerlo camuflado como algo positivo.

La ciudadanía activa por los derechos civiles en internet seguiremos cumpliendo con nuestra obligación y dando la batalla. Internet tiene memoria y las eurodiputadas que han votado a favor de esta aberración deben asumir las consecuencias en las próximas elecciones. Seguiremos luchando ahora y durante la transposición de la normativa en España para preservar un Internet libre, herramienta de democracia y de futuro con o sin ayuda de “las artistas” o la “izquierda parlamentaria”, pero no sin constatar con amargura el peligroso futuro para la libertad de expresión y de información y nuestras libertades todas en el nuevo contexto de la era digital, donde una y otra vez se mata a la herramienta y al mensajero para preservar un statu quo que no debe perdurar.

Actualización del texto publicado en el nº 70 de la Revista Mongolia.

Vía X-net


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