En este tren de locura en el que pagamos con nuestra identidad los servicios que nos brindan a través de otros que pagamos por dinero, el gobierno norteamericano está recurriendo a estrategias novedosas para quedarse con la información que no les brindan las corporaciones propietarias de las redes sociales: una compra licitada masiva de contenidos públicos.
¿Qué significa esto? Que si publiqué una historia en Instagram y la configuro para que sea pública, vendrá una empresa como HYP3R a grabarla y se la venderá al gobierno norteamericano junto con otros cuentos millones de historias provinientes de otras cuentas.
Así lo confirmó Rob Price hace unos días al publicar que una compañía de marketing de San Francisco grabó millones de posteos públicos de Instagram para luego vendérselos a sus clientas.
Pero esto no le interesa solamente a las compañías tecnológicas. El FBI es una de sus clientas más habituales, afirman Jeff Horwitz y Dustin Volz en Wall Street Journal.
El FBI está solicitando propuestas en licitación para obtener grandes cantidades de datos públicos de Facebook, Twitter y otras redes sociales “para identificar de manera proactiva y monitorear reactivamente las amenazas a los Estados Unidos y sus intereses”. La fecha límite para las ofertas es el 27 de agosto.
Como se describe en la solicitud, parece que el servicio violaría la prohibición de Facebook contra el uso de sus datos con fines de vigilancia, de acuerdo con los acuerdos de usuaria de la compañía y las personas familiarizadas con la forma en que busca hacerlos cumplir.
Esto se da además en el marco de la plataforma de medidas que ordenó Trump para monitorear las redes sociales, algo que resulta una suerte de formalización del rol de las redes sociales en el capitalismo de vigilancia.
El asunto con las redes es: ¿necesitás alguna?
¡Happy Hacking!