Lecciones para componer una canción de amor

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Cuando laburás en temáticas sociales, culturales y artísticas desde una postura sincera y desde abajo, nadie te tira una palabra de aliento. Salvo que te maten o te reconozca el mainstream. En ambos casos ese aliento viene de la hipocresía más insoportable. Porque o no te sirve o te cooptaron -que para el caso es lo mismo- porque no sirve a las demás. Bueno, aunque el abanico de excepciones posibles obviamente es más amplio que la cooptación o la muerte (estas dos sólo son las más frecuentes), digamos que una se esfuerza casi en total soledad y silencio, salvo que pase algo malo (la muerte no tiene por qué ser mala, aunque es irremediable y eso molesta un poco).

Cuando laburás así nadie te agradece nada (porque nadie te ha pedido que trabajes), nadie te destaca algo que hiciste bien. Y no porque la gente sea exigente, muchas veces nadie nota el aire que te falta ni el riesgo que se tiene en confiarle el destino de nuestra vida a nosotras mismas y cómo eso pueda redundar en nuestra propia vida. Es raro que alguien te diga “qué bueno que te animes a no llevar comida a tu casa, a no darle de comer a tus hijas, para que otras vivan una vida menos injusta, más bella, más parecida a la vida que querés para tus hijas”.

Creo yo, no sin una mezcla de estupidez y soberbia, que esa gente que podría decirte algo no lo hace por dos motivos. El primero es la ignorancia: desconocen (y nunca se pusieron a pensar) cuál es el esfuerzo y la dedicación que se requiere para ir a contrapelo de lo establecido. La segunda es por que son unas lacras. Connótese aquí sólo la significación social del término.

Porque a sabiendas de que lo que hacés, de la forma en que lo hacés, sabiendo que te cuesta mil veces más que a la que lo hace jodiendo a las demás, deciden ignorarte y si hay alguien a quien mimarle el amor propio, lo hacen con las de la vereda de enfrente, con esa que viven de cagar a las demás y pintarse la cara. Es su manera de aleccionarte, de decirte que vos podés ser todo lo libre que quieras, pero ellas están ahí para picanearte la espalda.

Tal vez para sentirse bien -porque saben que sus puestitos ni son propios ni benefician a nadie más que a ellas mismas- y tu trabajo les carcome la conciencia, porque se saben forras de lo que dicen combatir, se saben artesanas de la hipocresía, pero no bastando ya lo repudiable de su lugar, no alcanzando con que dejarán un mundo peor que el que estaba antes de que nacieran, son hipócritas de poca monta y sin valor. Porque forras e hijas de puta, sobran, y son las primeras en ponerse en la fila para ocupar el puesto de otras con las mismas características.

En este sentido, toda la negatividad de arriba, viene a colación del trabajo de dos de esos que empujan y viniendo de la edición literaria independiente decidieron ponerse una librería. Se llaman Juan Montaño (el de rulos) y Diego Bustamante Rios (el que no tiene rulos), o al revés, o mezcladito, aunque no los he visto tener problemas de cartel. Viven felices en una pecera -¿dónde más poner los pájaros sino?- ahí en la calle Las Heras al 676 de Ciudad, rodeados de libros y gente feliz, que va a la librería por las noches a toparse con un par de sinceros que están ahí, con algún frasco en la mano o un mate, y que se han tomado el trabajo de encontrar la forma de que podamos tener los libros esos que están escritos para ser leídos y que si alguien los compra, mejor. Resulta que nadie tampoco hace nada de todo esto porque quiera aliento y posiblemente no lo necesiten, pero cada tanto, viene bien un piropo, una caricia, y esta es una, aunque que pinche un poco.

Esta gente, que puso “Pájaros” a una librería -en la que se puede bailar, y sólo por eso tiene sentido- viene peinando para atrás (o para adentro) muchas prácticas de las que hacen que en Mendoza no se pueda vivir de la cultura. Nada más subversivo que buscar que la sociedad se exprese, nada más peligroso tampoco, porque de la dignidad no se vuelve. Porque si algo pasa mucho en Mendoza con la cultura, es que se interviene el ajo y la uva para que sean competitivos, pero con el mismo concepto y voluntad, se pone a nuestras artistas a competir con la maquinara porteña o las multinacionales (a las que además se beneficia con subsidios, exenciones e infraestructura pública estatal) y a eso se le llama política cultural inclusiva.

Y yo les pido disculpas, porque Diego y Juan son gente positiva, buena onda, que avanza, que empuja y estas palabras no son más que un compendio de insultos genéricos. Pero no tienen otro objetivo que invitarte a que te topes con un disco que han estrenado estos días. Pero te quería decir todo lo de arriba, porque pasa y porque imagino que algo de todo lo anterior les debe pasar. Tengo pendiente llevar un vino a esa librería, o dos, o tres, poner un grabador y luego pasarme horas tipeando lo que salga de esa charla, para que los conozcas más de cerca, aunque lo recomendable es ir a manosearles el local.

El 6 de agosto Pájaros Librería Independiente publicó/editó/selló/compiló un conjunto de 26 canciones en forma de disco. Estas 26 canciones surgen de otra iniciativa que tuvieron: la jornada extenuante de solistas, un acto de rebeldía para el que convocaron a 40 solistas a presentar su trabajo.

“40 Solistas participaron de una Jornada Extenuante, en este caso organizada por las mismas músicas, Pájaros Librería Independiente y Espacio Autogestivo de la O´ Higgins.

Aquí un disco compilatorio de ellas y otras solistas que no pudieron participar de la Jornada pero que quieren compartir su música. Este disco es una muestra del encuentro, el arte y la autogestión en Mendoza” publican en la convocatoria.

Son de la partida

Cecilia Salinas
Daniela Trovati
Luz Casares
Nicolás Hernandez
Sebastián Ojer
Yamila Chelar
Pablito Volador
Diego Montón
Alejandro Sicardi
Martin Filas
Facundo Jofré
Leandro Martin
Gonzalo Córdoba
Agustina Bécares
Nahuel Maldonado
Cormano
Grisaux
Samuelaspee
A Casa
Celina Jury
Locomático
Paula Neder
Mariela Puentes
Maximiliano Saltalamacchia
Alejandro Cincunegui
R.I.C.K.Y

El arte de tapa de Solistas en Mendoza (tal es el nombre del disco) estuvo a cargo de Florencia Aristarain.

Iba a preguntarles por qué hacer una jornada extenuante, pero me abstuve. Será de prejuiciosa, pero me las imaginé contestándome: “¿y por qué no?”.

Dales una probadita, que parte de peinarle la nuca al mainstream es que este es un disco del carajo, del que no puede participar nadie que no tenga interés en hacer un disco. Escuchá o descargate el disco.

¡Happy Hacking!

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