La tecnología del miedo como política neoliberal

Barca llevada por el cielo con muchos globos

Hace un año atrás decidí dejar de escribir. Tomé conciencia de que las notas que escribía para esta tribuna y que eran replicadas en otros portales no transformaban la realidad de las lectoras. Alguna vez escribí algo a pedido de Pablo o alguna amiga hacktivista, hasta que ví las ruedas de la historia girar nuevamente y ponerse en posición desigual.

El gobierno de la empresaria mexicana Peña Nieto ha desarrollado un estado donde el miedo es la tecnología que garantiza el poder. Si bien el ejemplo mexicano es el más extremo, los nuevos gobiernos de derecha avanzan hacia esa dinámica, donde el miedo se instaura como una realidad permanente.

En 2014 escribí una nota analizando el uso de esta tecnología con sus características más salvajes por las fuerzas estadounidenses y de seguridad pueden leerla aquí.

Esa dinámica del miedo por parte de las fuerzas de ocupación, mal denominadas “Fuerzas de ayuda humanitaria”, tengan cascos azules, blancos o camuflados siguen operando con esa metodología donde la ciudadana se ve despojada de sus derechos, de la pertenencia a un país soberano, de las seguridades que le otorgan su dignidad y tranquilidad, y le es impuesto un estado de incertidumbre: Un Estado de Miedo.

Esas políticas propias de los Imperios son aplicadas por gobiernos que adhieren al Imperio, con una violencia extrema como es el caso de México y varios estados tercermundistas, o con una violencia moderada como en el caso griego, español y argentino.

Una de esas políticas de incertidumbre es la desocupación. Dejar sin empleo a las ciudadanas es tal vez la tecnología más refinada del capitalismo desde su creación; esta política apunta a dos objetivos bien concretos crear un ejército de reserva laboral donde las desocupadas actúan como mano de obra necesaria para los periodos de sobreproducción y como figura física del afuera: La exclusión crónica. Y por otro lado esta ola de despidos impuestos bajo la excusa de “Ajuste Necesario”, sirve como reafirmación del poder en la clase más beneficiada por el sistema financiero.

El mensaje es simple: “Las cosas son ‘como deben ser’, nosotras mandamos y vosotras se someten o se quedan sin trabajo o van presas”.

El caso de la dirigente jujeña Milagro Sala es un ejemplo claro de esta política; no se está criminalizando a Milagro Sala, se está criminalizando una forma de protesta, por eso la necesitan presa, por eso necesitan que sea culpable. Ya no es necesario cortar la cabeza y las extremidades de Bartolina Sisa -como en el siglo VIII- para después exhibirlos en picas colocadas en los caminos y las plazas de las ciudades rebeldes; ese es el trabajo de las corporaciones mediáticas, ellas son hoy las verdugos que descuartizan a la rebelde y la exhiben como advertencia a las rebeldes.

Hoy; sale una derecha extremista a reclamar la libertad de 170 militares juzgadas por delitos de Lesa Humanidad, diciendo que son presas políticas. Esta apreciación es no solo equivocada, sino dañina para cualquier pensamiento social futuro. Una asesina que usa el poder del monopolio de la violencia estatal es una genocida y ese es un delito contra la humanidad, que debe ser repudiado de la forma más concreta posible. Puedo aceptar que en Argentina no hubo autocrítica desde los sectores que participaron de la guerrilla, ni se juzgó si los ataques urbanos sobre objetivos represores fueron necesarios o se cuidaron que no haya víctimas inocentes. Una autocrítica necesaria y que nos ayudara a limpiar la paja del trigo; sin caer nuevamente en la nefasta idea de los dos demonios.

Para entender con exactitud por qué una militar es culpable de un crimen contra la humanidad al matar a una militante, luego de haberla secuestrado, torturarla y posteriormente desaparecido. Debemos entender que esa militar contaba con el Monopolio de la violencia que le daba el estado. O sea: podía hacerlo porque tenía un estado que lo legalizaba, mientras la militante no contaba ni con ese monopolio, ni con esa “legalidad”. La rebelión ciudadana armada es considerada un acto ilegal y es narrada de esa manera por los medios de información y las productoras del relato oficial.

Existe una construcción del Diseño de la Enemiga que se opera desde el poder mediático y se ejerce en todos los niveles de formación al nivel de la conciencia. De esta manera las campesinas organizadas en las provincias del norte desde Santiago del Estero hasta Jujuy, que reclaman por sus tierras, el avance de la frontera sojera y el desmonte son sediciosas, delincuentes y otras cosas más que las criminalizan; mientras las empresarias y latifundistas que desmontan, que contratan a sicarias para implantar el miedo y que las campesinas abandonen su tierra, que usurpan alambrando tierra campesina e indigena son empresarias honestas como el caso de la folklorista Chaqueña Palaveccino, la propietaria de la Empresa Manaos Orlando Canido, la conductora Marcelo Tinelli, la basquebolista Manuel Ginobilí, la diseñadora de modas Luciano Benetton y tantas otras. Todas ellas fueron apañadas durante los últimos treinta años por los gobiernos provinciales y sus cómplices a nivel nacional. El terror es blanco, ejercido por una minoría rica sobre la mayoría pobre.

Tal vez la prueba más terrible que nos da la historia de este ejercicio es la invisibilizada Masacre Pilaga, donde la política conservadora y empresaria Patrón Costas lleva a trabajar como esclavas a un grupo de miembros de esa etnia con promesas falsas; estas al ver la realidad se niegan a trabajar bajo esas condiciones y vuelven a su territorio en Rincón Bomba a pie. Allí el hambre las lleva a mendigar y cantar a sus dioses, los sectores propietarios respondiendo a Costas promueven la figura de indias alzadas y se moviliza la gendarmería. Una oficial, Santos Costas, inicia el ametrallamiento, este hombre fue ascendido y recompensado dos años después: se hizo jueza federal en Formosa y obtuvo el procesamiento de la causa donde era imputada por la masacre. Hoy vemos los mismos procedimientos con asesoras de seguridad implicadas en las actividades de la represión genocida y de facto, o ministras de finanzas implicadas en las causas de vaciamiento del estado, o jefas de inteligencia que actuaron en grupos de tareas durante el genocidio. No es casualidad, no son errores; son el ejercicio común a una tecnología del terror que se impone en gobiernos neoliberales.

Como decía la escritora y periodista Rodolfo Walsh: “El poder no castiga a sus hombres, los premia”; y esa es un ejercicio de poder que impone el miedo. La ciudadana no participa, no se manifiesta, no se queja porque tiene miedo a ser asesinada o que sean dañadas sus allegadas.

Este gobierno está ejerciendo las primeras tecnologías de esa maquinaria del miedo, y preparando sus brazos armados y paramilitares dándoles beneficios que a la vez son arrancados al común de las ciudadanas. Y les da estos beneficios a la vez que pone ejemplos disciplinarios como es el caso de la cúpula policial bonaerense.

A esta maquinaria sólo puede oponerse una tecnología alternativa y libre, como son las organizaciones ciudadanas, asamblearias y soberanas que mantengan un pueblo movilizado; que no deje pasar tarifazos, la desocupación crónica y el paquete de medidas neoliberales del nuevo gobierno.

Y tal vez; la más terrible de las barreras a franquear sea la propia conciencia de gran parte de las ciudadanas hoy subidas al potro del odio hacia el gobierno anterior.

Sólo para pensarlo, aunque como dije al principio no creo cambie nada. Lo cual hoy es una paradoja.

Fuentes:
http://desinformemonos.org.mx/la-tortura-busca-aterrar-a-la-poblacion-para-provocar-paralisis-social-frente-al-despojo-fazio/
https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Rinc%C3%B3n_Bomba
http://www.iprofesional.com/notas/225851-La-ola-de-despidos-comienza-a-extenderse-al-sector-privado-y-el-desempleo-se-instala-en-la-agenda-poltica

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