Uno de los peligros de internet sin lugar a dudas, es la increíble acumulación de datos que producimos todas los ciudadanas internáuticas por segundo. Hoy debido a la cantidad de dispósitivos inteligentes que mantenemos conectados a la web 24 hs, durante los 365 días, generamos una gran cantidad de información sobre nuestros intereses, valores y preferencias de consumo, pero también sobre nuestras actividades, contactos, ideas políticas e intercambios de acciones.
Esta información es recolectada en tiempo real y analizados de forma automática por distintos software para detectar perfiles indicados, estadísticas, ubicaciones geográficas y volúmenes de gastos. Esto se conoce como Big Data.
El Big Data no lo vemos, no sabemos casi nada de él; no accedemos a sus formas de proceso, ni a las depositarías de esa información, pero ellas deciden sobre nuestra economía, nuestra sustentabilidad y nuestras democracias. Las analistas y empresas detras del Big Data son las nuevas Rasputines, que murmuran en el oído de las zarinas.
El uso del Big Data ha transformado de manera radical industrias y nichos como la publicidad, las ventas minoristas que hoy pueden predecir los hábitos de consumo. También este acceso que se ha visto facilitado por ejemplo a las franquicias, afianzarse en un nicho del mercado y acabar con la competencia que no se adaptó a los nuevos tiempos, como es el caso de las libreras.
De la misma forma los Estados se han hecho con los datos de sus ciudadanas, inaugurando una nueva forma de vigilancia permanente, ya no basada en el panóptico de Bethan donde el Estado se estructuraba para poder vigilar a sus integrantes. Hoy esa estructura es generada por nosotras mismas y los datos son también entregados por nosotras de manera conciente y sumisa, nosotras somos nuestras vigilantes, nuestras entregadoras y nuestras Pilatos personales.
Hoy; las empresas nos venden la utopía de la solución tecnológica, que nosotras compramos desde la misma aparición de la computadora y la red. Los programas de inclusión tecnológica como el recientemente desmantelado Plan Conectar-Igualdad, se ajustaban a esa utopía aduciendo que venían a solucionar los problemas de la educación; cuando en realidad sólo era una herramienta para acceder a otra información y construir otras formas de hacer filosofía o sea pensamiento-ideología.
La realidad es que las empresas se montan en el caballo de la solución tecnológica, para hacerse con el monopolio de los servicios privatizados del estado: salud, educación, transporte, vialidad, energía, etc.
Hoy todas las empresas usan el big data para monitorear la logística de sus embarques a nivel global, también sus movimientos financieros inclusive aquellos que realizan en paraísos fiscales y las operaciones que llaman de “seguridad informática”.
Es por esta razón que producimos la cantidad de 2,5 exabites=2,5 billones de gigabites. Imaginen la cantidad de información sobre ustedes que lee a diario una analista big data y de cuánta información dispone cualquier estado si nuestro perfil es seleccionado como sospechoso.
Este promedio de información va en aumento. En 2015 la humanidad produjo 8 trillones de gigas de información, las estudiosas del fenómeno Big Data piensan que esta cifra se habrá multiplicado 40 veces para el año 2020.
Este volumen de información da a las empresarías y Jefas de inteligencia virtualmente la lampara de cristal donde ver el futuro; por lo que este mercado esta cotizando al nivel más alto; según la OCDE su valor estimado ronda los 17,000 millones de dólares, con un crecimiento anual del 40% desde el año 2010.
Las soluciones tecnológicas se resuelven desplazando el trabajo realizado por millones de personas de manera global a una plataforma operada por la quinta parte de empleadas. Un ejemplo de este desplazamiento son la prescindencia de las oficinas de correo y su reemplazo por Google o plataformas como Amazon, que han venido a desplazar a las librerías locales.
Es por esta razón que estas empresas son socias mayoritarias dentro del mercado big data y promotoras de las herramientas que permiten procesar y convertir esa gigantesca masa de información en conocimiento. Un conocimiento sesgado, privado cercado para su uso particular por una determinada cliente.
Si es una comerciante, se le dará a conocer nuestro patrón de consumo.
Si es una agente de inteligencia, se le dará a conocer nuestro patrón de comportamiento político o nuestras interacciones con otras actrices sociales.
Sí es una empresa de comunicaciones, nuestra interrelación y contactos.
La información se desglosa y se vende según los intereses de la cliente. Un negocio donde la mano de obra que produce los datos somos nosotras y no percibimos ninguna recompensa más allá de nuestra vulneralidad.
No todo es malo en esto. Por supuesto también hay un uso positivo de los datos. Por ejemplo el monitoreo y la prevención de cambios climáticos, epidemias, incremento del delito, etc. que son analizados y tratados por las redes de asociaciones, instituciones estatales y organizaciones sociales, para coordinar políticas de crecimiento y progreso ciudadana.
Pero estas problemáticas ya habían sido encauzadas y se mantienen con datos globales, no particulares. Es preocupante que la faja de ciudadanas que va entre los 13 y los 29 años no vea como un peligro esta cesión masiva de datos a empresas puntuales, para que estas después los vendan a empresas de consumo u organismos del estado; es más, lo ven como una ventaja al facilitarle ofertas actualizadas de sus productos, formas de pagar los tributos sin movilizarse a los bancos o el acceso al material de estudio vía Amazon.
Estamos en una nueva etapa que ha superado al Capitalismo como lo conocíamos, ya que hoy lo importante no son los medios de producción, ni la acumulación; sino que estamos ante un Neofeudalismo donde las corporaciones son los nuevas señoras y nos proveen de todos los servicios privatizados, nos cobran por proveernos lo que se les antoja, son las dueñas de las empresas reguladoras, de las certificadoras y de las organizaciones de mediación y seguridad. La ciudadana de este neofuedalismo tecnológico se ha convertido en una sierva que ha cedido todos sus derechos a corporaciones tan etéreas como la red que las sostiene.
Estas empresas necesitan para funcionar una infraestructura sólida, acceso a banda ancha móvil, acceso masivo a la web, empresas de recolección y procesamiento de datos. Una educación orientada a la ciencia y la tecnología; el desplazamiento de las artes y ciencias sociales por carreras con fuerte incidencia en las matemáticas, la estadística y la orientación de la conducta. Un gobierno afín que aplique políticas de protección de datos, donde somos excluídas las propietarias de los datos, que favorezca iniciativas de gobierno abierto y open data para elevar la transparencia y facilitar el acceso a datos vitales para su analisis y elevar la capacidad de respuesta de las proveedoras de servicios a las ciudadanas.
Las empresas tecnológicas proclaman desde la utopía soluciones que profundizan el estado de bienestar hasta su afianzamiento como proveedora y erosiona sus bases para poder hacerse cargo integralmente haciendo que las ciudadanas cedan su soberanía tecnológica, educativa, sanitaria e incluso alimentaria. Por eso no es raro encontrar lazos entre las empresas tecnológicas y los laboratorios, alimentarias y de productos agrícolas.
Es este momento donde las organizaciones sociales deben organizarse y montar la resistencia al big data y sus consecuencias. La tecnología debe ser una herramienta para el progreso de la humanidad, no para el enriquecimiento de unas pocas geek.
Las invito a leer este documento para profundizar los conocimientos sobre big data y sus consecuencias sociales.