La liberación homosexual necesita una política de izquierda

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Hoy más que nunca, y en la víspera de la celebración de los desfiles de Orgullo Mundial en Madrid, un momento especial y diferente pues se da por un lado en el alba del renacimiento político del neo fascismo en el mundo angloparlante, y por otro tiene lugar en una capital europea épica y especial para el mundo gay, el tema de la diversidad sexual obtiene una visibilidad sin precedentes. Esta visibilidad sin embargo va de la mano de los sectores liberales que siempre han utilizado la aceptación homosexual para sus fines político-electorales.

De igual manera hoy más que nunca hay una mayor manipulación por parte de las que durante todo el siglo XX intentaron violentamente modificar a su antojo las formas identitarias de las comunidades LGTBQ a la vez que se empeña(ba)n en la construcción de una homophobia que, observamos, tampoco tiene precedentes. Las gays, y por lo tanto las formas de nuestras propias identidades individuales, nos expresamos como se nos ha permitido y no como hemos querido. Bajo esta premisa explicamos aquí las limitaciones de nuestras propias expresiones políticas como colectivo de masas con fuerza latente (y no potente) y las imposibilidades que ante nuestros ojos se exponen en un sin numero de caracteres institucionales que va desde los pasillos de las alcaldías de pueblo, hasta las grandes sesiones internacionales de las Naciones Unidas en Nueva York.

Todo el entramado institucional esta en nuestra contra. Peligran hoy en día incluso las conquistas que se han logrado en el occidente de Europa y en algunos puntos geográficos particulares de Norte América y Latino- América. El tema de la homosexualidad ha sido abordado hasta ahora con poco esmero desde el pensamiento de la izquierda. Es, claramente, un tema embarazoso y complicado que no se ha podido incrustar responsablemente en el discurso.

La transición que ha dado la identidad homosexual en las ultimas décadas, y que responde ciertamente a la evolución de la sociedad capitalista, en la actualidad bloquea cualquier intento de establecer conclusiones claras para el avance hacia un posicionamiento político comprometido y genuino desde los sectores en resistencia y sobre todo los populares. Se nos ha dejado pues solas a merced de traficantes de votos, de oportunistas liberales que en realidad aceptándonos promueven un sin numero de problemas para nuestra propia comunidad. Por su parte los esfuerzos de las intelectuales no deben estar remontadas en transferir la temática LGTBQ dentro de los círculos de la izquierda y establecer maneras de salir airosas frente a ella – es decir sin ser vistas como bestias de discriminación, utilitaristas o integracionistas radicales – son en vano o erróneos.

Esta época ya paso y termino fracasando por varias razones, algunas de las cuales exponemos aquí. La más importante de ellas es que ha sido evidente que a través de la lucha por la aceptación homosexual se ha terminado por acelerar el aburguesamiento de los partidos socialistas y su alejamiento de las masas trabajadoras. Al final se ha impuesto la rama capitalista liberal, – y nos referimos a la burguesía más cosmopolita y urbana – pues es evidente ha ganado la batalla con creces y ha logrado modelar la misma identidad gay a su antojo, y en muchos casos al propio margen de las comunidades gay y queer. Desde la edad de oro del Reino de los Países Bajos y aún antes existe evidencia ya de modelos de vida de la nueva identidad homosexual interactuando de manera natural entre las cúpulas de poder y clases dirigentes capitalistas en occidente.

Es ahí donde nace el carácter de homosexualidad que conocemos hoy en día y que se masificó en el siglo XX provocando un choque moral entre conservadoras y liberales. Esquemas de sus modelos predecesores los podemos ver hoy en día en el mundo árabe, las sociedades primitivas del viejo mundo y en algunas áreas rurales de América Latina. Mientras tanto sabemos que existe una frontera interpretativa diferente de las formas y modos desde la política comunista y capitalista reaccionaria. La clase trabajadora, y cualquier intento de llevarse al poder a si misma, va a ver con mucho recelo la vida diversa que proponen los colectivos LGTBQ de casi todo el mundo, pues su misma identidad ha sido formada al antojo y bajo el escrutinio de la burguesía capitalista, su enemiga natural. No se le puede pedir a la sociedad socialista que acepte algo que es naturalmente contrario a ella.

En ese sentido Cuba, encontrándose en medio de un occidente ¨tolerante¨, ha decidido tomar el tema con soltura y desde la vía publica propone un modelo integracionista lleno de prudencia pero con ciertas manipulaciones similares a las de los sectores capitalistas liberales (decisiones externas al colectivo y no internas y auténticas). Aunque las evidencias aun están por analizarse las fracturas cubanas duelen aun en la isla y a lo largo y ancho de la diáspora cubana. Pareciera que el Estado al verse imposibilitado de ejercer hegemonía intenta a toda costa canalizar sus propias fuerzas vivas para suavizar las influencias extranjeras en este colectivo. Aunque, claro esta, los esfuerzos de Cuba sean en muchos casos mucho más genuinos y sostenibles que los avances que se hayan visto hasta ahora en los países occidentales. La redención de Fidel Castro en los años anteriores a su muerte fue un evento importantísimo para el mundo LGTBQ y su relación con las herederas de la lucha de la clase trabajadora por su propia emancipación.

Por otro lado, son comunes los ensayos marxistas que exponen como, históricamente, también la burguesía capitalista conservadora va a rechazar, a través de la asimilación familiar de la mano de la iglesia y los sectores conservadores de la clase trabajadora, la identidad y liberación de la figura homosexual en la sociedad. Este fenómeno de unidad entre clases ocurre pues aunque en las esferas altas de la sociedad existe mayor tolerancia independientemente de la ideología política es en la cuna de la visión de las normas morales de la sociedad popular en donde mayor presión, y por tanto violencia, se ha de desencadenar en contra de las homosexuales que hayan decidido expresar su inhibición a nivel público.

Esto se refiere a la declaración personal de decidir tener una identidad homosexual, pues con respecto al sexo siempre desde que existe la humanidad se ha explotado a las homosexuales desde la niñez hasta la vida adulta en los barrios más populares. Reciben ellas toda la descarga de la testosterona masculina colectiva al verse imposibilitadas a tener acceso a todas las mujeres que desearan en gran parte por esquemas impuestos por la iglesia. Es un fenómeno similar al de las mujeres de clase alta que gozan de mayores libertades que sus contrapartes de clase baja que son las que el patriarcado oprime a través del esclavismo y la sumisión ideológica más férrea. Son estas jóvenes las que deberían constituir la fuente de inspiración para la construcción de la nueva sociedad y a la vez ser punto de atención para las alarmas de protección de derechos humanos que los colectivos pretenden defender para evitar una masacre que podría continuar creciendo en el tercer mundo y mantenerse activa en muchas parte del mundo ¨civilizado¨.

A este punto es imposible saber cuántos crímenes de odio contra la vida se están dando día a día en el mundo pues los reportes de este tipo vienen cargados de gran manipulación por parte de los medios de masas así como, incluso, por parte de las mismas personas que rodean a las víctimas por su nivel de desinformación del modus operandi de la política del odio homo-fobico que cada vez es más discreta e hipócrita. En este momento histórico, los sectores reaccionarios están manipulando toda la temática LGTBQ para crear relación inversa en la forma en que evoluciona la política contemporánea, y en particular la retórica de los partidos liberales, reformistas, socialistas y en algunos casos que cuentan con conexiones más o menos fuertes con sectores de la clase trabajadora. Estos partidos son principalmente representantes de la clase media y la pequeña burguesía comercial. En cambio los partidos que plantean el socialismo como una manera genuina para salvar a la humanidad, no pueden, y se ven imposibilitados en este momento histórico de asociarse a la comunidad LGTBQ de manera extraordinaria, sin embargo si pueden ser amigables a ella.

El socialismo debe mantenerse anclado en su principal pedestal de progreso, que son -claro está- las trabajadoras y las masas verdaderamente populares. En este sentido deben guardar silencio frente a las sirenas que pretenden obligarles a tomar partido y limitarse, como ya se ha dicho y solicitado por muchos colectivos, al respeto a la vida y la inclusión en todas las esferas sin discriminación por condición y preferencias sexuales. Un mecanismo similar de lo que hacen las reaccionarias al obligar tomar partido por sobre el derecho al aborto y al uso de la píldora del día siguiente para manipular resultados electorales sobre-simplificando la visión de todo el entramado moral que proponen los partidos políticos. No se puede caer en ese juego pero tampoco se puede caer en no hacer nada, es un tema que merece estudio y juicio político más allá de la simple interpretación casual y generalmente ideológica que se hace por parte de las políticas de turno. La izquierda debe construir su propia política de inclusión de las comunidades LGTB.

Es obvio que esta no se podrá plenamente aplicar sin eliminar la propiedad privada y las relaciones de explotación de clase en general pero sí pueden haber grandes avances en el tiempo que sea merecido. Al menos en América Latina los partidos revolucionarios sí pueden hacer muchas cosas por los derechos colectivos de los sectores LGTBQ pero deberán agarrar con pinzas a las representantes de los sectores con los que planean trabajar. Por desgracia nuestra comunidad es altamente manipulada por la institucionalidad privada y publica, nacional e internacional desde muchos puntos de vista.

Los colectivos genuinamente comprometidos con el socialismo deben dar un paso adelante en la lucha de clases sin dejar de lado sus propias luchas diarias por la obtención de derechos de las homosexuales, su principal razón de lucha. En Europa por su parte las nuevas agrupaciones de izquierda como Le Front de Gauche, o Unidos Podemos, que han aparecido con el descontento y desilusión creado por el socialismo reformista, pueden entablar un diálogo distinto con los colectivos de base de los cuales en muchos casos emanan elementos considerables de la clase trabajadora y que comprenden simultáneamente la problemática del colectivo LGTBQ. No se debe perder de vista sin embargo que el proceso de alejamiento del socialismo con las masas pasó y pasa en su momento por el acercamiento simultáneo a los actuales elementos de liberación gay desde fines de los años 60.

Esto es que las homosexuales, para poder liberarse, han tenido -como condición impuesta desde el mismo capitalismo opresor- despolitizarse y convertirse en una masa apolítica y sobre todo sin clase (somos un colectivo actualmente híper desclasado). Esta y otras condiciones son las que ha impuesto el poder fáctico de la sociedades post industriales actuales a cambio del derecho a la vida para los colectivos LGTB. En ese contexto se asesinó a Harvey Milk, y a muchas otras activistas políticas LGTB que intentaron, e intentan aún hoy en día, introducir la agenda del colectivo en la manera tradicional de hacer política. Para entender este proceso basta con comparar las imagines de las gay pride parades de los años 70 y 80 con los de la actualidad.

Se ha metido a demasiada gente en prisión, se han asesinado muchas personas en nombre de la moral colectiva. Se han introducido todos los vicios y males dentro de la comunidad para podrir desde adentro cualquier elemento que lleve realmente a hacernos sentir ORGULLO de nosotras mismas.

Vía Rebelion.org

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