Después de ocho años del último fin del mundo, en este fin del mundo 2020, sale una supuesta científica estadounidense y dice que nos equivocamos, que no estamos en 2020, ni es junio. Resulta que hemos vivido unos once días menos por año y en los últimos 268 años que llevamos usando este calendario imperial, nos hemos comido algo así como 2948 días que dividido 365 que tiene un año nos da 8,07671232877 lo que traducido a ‘gregoriano’ son 8 años y casi 8 días, lo que nos lleva a que estamos en diciembre del 2012 y la diosa Capac nos ve con una sonrisa que nos seduce. Ella lo sabe y aparte sabe que tras la puerta hay un precipicio al que sólo debe empujarnos.
Por supuesto, todas las conspiracionistas comparan estas fechas con las que apuntan Nostradamus y hasta Pallaviccini, en la que auguraron se multiplicarán los fenómenos naturales con terremotos en la tierra del norte.
Bueno, ahora apuntemos dos problemas fundamentales: el calendario juliano no tomaba en cuenta los años bisiestos cada cien años y sí cada cuatrocientos, lo que hizo que se reformaran al derecho y al revés los días para compensar ese día de más que existe cada 128 años.
Pero, por mera protocolización de necesidades estatales y religiosas, se ubicó un año bisiesto cada cuatro años, mientras el otro lo tenía cada tres. La realidad es que el calendario juliano nos gobernó durante más de quince siglos y el gregoriano nos gobierna desde 1528, cuando fue promulgado por el Papa Gregorio XIII.
Ahora, las invito a jugar a las matemáticas. Teniendo en cuenta que el calendario juliano estaba compuesto por 365,25 días, mientras el gregoriano esta compuesto de 365,2425, vivimos bajo el calendario juliano 1628 años de 365,25 días o sea un total de 594627 días, que si los dividimos por los 365,2425 del calendario gregoriano nos da 1628,03.
O sea, una diferencia de solo 3 días en 1628 años. Ahora si resto al 2020 presente, los 1528 del año de creación, me da 492 años, lo que al dividirlo por 365,2425 me da 1,33 días de diferencia, más los 3 anteriores son sólo 4 días de diferencia.
Todas estas cuentas sólo las hago a razón de probar la cantidad de inexactitudes que tiene la info que nos invade desde las redes, si hay alguna matemática que me lea, agradeceré las correcciones a mi razonamiento.
Fin del mundo 2020
Ahora, vamos al calendario maya que es un universo totalmente diferente a los calendarios europeos demasiado simplones si se quiere.
El calendario maya es un calendario cíclico que divide cada ciclo en 52 años de 360 días que se alternan en un periodo largo de 5200 años. Las mayas eran grandes astrónomas. Cuando llegaron las españolas, ellas habían estudiado concienzudamente las órbitas de Marte y Venus, junto a la de la propia tierra, mientras las europeas, que venían a masacrarlas, apenas estaban discutiendo si la tierra era redonda o plana.
Y su calendario está plagado de correlaciones temporales entre las órbitas lunares y planetarias. Ahora, si consideráramos 5200 años de 360 días tendríamos 1872000 días que divididos por años gregorianos nos dan 5125 años. Considerando que se toma como año de inicio de este calendario el 13 de agosto de 3114 a. C. tenemos que han pasado 5134 años o sea 9 años más de los que contiene el calendario maya.
O sea que asistimos al fin del ciclo 2020-9=2011.
Pero, las científicas determinaron que todo terminó en 2012 y también inició, aunque no explicaron qué termino, ni qué empezó.
Las mayas no determinaron ningún fin del mundo, ni aún su propio fin a manos de Hernández, Grijalba, Cortez, Montejo y Úrzua, y genocidas con y sin renombre.
El fin de nuestro mundo lo estamos originando nosotras mismas y bastaron unas semanas de COVID-19 para demostrarnos que la peste del planeta tierra somos las humanas, la razón del fin de nuestro mundo, la especie que ha extinguido a miles de especies y también nos condena a nuestra propia extinción mientras nos mantengamos en esta ruta de extractivismo y destrucción de toda la naturaleza, creyendo que podremos reemplazarla por especies OGM.