Hace ya casi un mes enviamos algunas preguntas a Julieta Luceri, nuestra interlocutora de hoy, quien integra una organización que nos parece socialmente necesaria. Nuestra intención era comenzar una entrevista por email, una práctica periodística posmoderna con la que no sabemos si estamos de acuerdo, pero que utilizaremos hasta lograr una postura clara. Las respuestas no demoraron en llegar, pero una indeseada pluralidad de inconvenientes fue postergando el momento de editarla, y cuando ese momento llegó, nos tocó tomar una decisión un tanto compleja: el texto que nos enviaron era una gran respuesta, lo que significaba que para respetar el tradicional formato de pregunta-respuesta de las entrevistas, debíamos editar la nota e incluir las preguntas, tal vez agregar algunas nuevas, a esa gran respuesta que nos enviaron. Eso hicimos, pero al repasar la nota nos pareció una forma periodística desleal para con las entrevistadas, que prioriza el entretenimiento por sobre el contenido, aunque aporta a lo narrativo, nos decidimos por probar otros sabores. Así que aquí nuestro extraño y dubitativo formato de entrevistas en chorro.
Hoy, Julieta Luceri y Belen La Froscia, integantes de la Fundación Activismo Feminista Digital.
Nuestro movimiento inicial: ¿Podrían hablarnos sobre la fundación? ¿Por qué crear una fundación? ¿Qué es el activismo digital? ¿Por qué es feminista?
La Fundación nace a partir del activismo que lleva adelante hace ya seis años, la fundadora y actual Presidenta de “Activismo Feminista Digital”, Marina Benítez Demtschenko. Fuimos tomando consciencia del vacío legal que existe en el terreno digital, ya que el acoso virtual, la difusión no consentida de material íntimo y el acceso indebido a nuestras redes sociales, no son delitos en nuestro país. También nos encontramos con un sistema judicial que no estaba preparado para abordar esta temática, no sólo por el desconocimiento de los aspectos informáticos sino también por la falta de perspectiva de género.
El espacio digital tiene dos grandes características que determinan el carácter multidañoso de la Violencia Digital: la primera es la velocidad de la viralización del material difundido y la segunda, es que la propia viralización logra multiplicar los agresores y el riesgo que corre la mujer se potencia y traspasa el espacio digital. El panorama se fue ampliando ya que también advertimos que el problema no tenía que ver solamente con estas conductas – o sea con la Violencia Digital-, sino con todo el espectro virtual en sí, que nos excluye: no participamos en él en las mismas condiciones que los hombres. Esto nos llevó a organizarnos en el trabajo que hace ya seis años desarrollamos y que dio nacimiento a la Fundación, como un espacio en el que pudiéramos aportar nuestro conocimiento y activismo, desde y hacia la comunidad. Luchamos por el real ejercicio de los derechos de las mujeres en la esfera digital, libre de violencia y desigualdades, a partir de una llegada estratégica a la comunidad que permita visibilizar las particularidades que tiene nuestra inserción como mujeres en el plano tecnológico. Pero para llevar adelante esto es necesario que toda la sociedad sea consciente de la brecha digital de género que existe. Los hombres tienen mayor acceso a las tecnologías debido a los estereotipos que maneja la sociedad históricamente, como por ejemplo la idea generalizada de que el ciberespacio es muy complejo para nosotras. La Fundación adhiere al feminismo radical, por lo que entendemos que la brecha de género es preexistente a cualquier brecha social que se pueda dar.
Para lograr reducir esta brecha es necesaria la “alfabetización digital” con perspectiva de género, es decir, involucrar a las mujeres en las tecnologías para incentivar a este sector de la población a dejar de ser meras consumidoras y comenzar a ser productoras. La alfabetización digital es uno de los ejes de trabajo en la Fundación, que no implica solamente saber para qué se usa una App o con el hecho de tener una cuenta en cualquier red social; sino que consiste en capacitarnos como usuarias para proteger nuestros datos personales y tomar consciencia de las consecuencias que pueden tener nuestros actos online.
Reforzamos estas premisas mediante campañas: por ejemplo el año pasado bajo el hashtag #TomemosLasRedes, buscamos justamente vislumbrar lo que podemos lograr si usamos las redes sociales a nuestro favor. El mundo en el que vivimos nos crió a las mujeres al margen de los avances que vivía la sociedad -una sociedad machista- y el terreno tecnológico no es la excepción. Actualmente las tecnologías de la información y comunicación son el motor económico, social y político de la sociedad, esto significa que la posición que las personas tengan dentro de este espacio, se trasladará a la posición que efectivamente tengan en la sociedad (y viceversa) y así también se trasladará la violencia. El machismo está naturalizado en nuestra vida cotidiana e Internet forma parte de la misma; por ende, las mujeres hacemos frente a los embates de desigualdad todos los días en nuestro trabajo, lugar de estudio, nuestra casa y por supuesto, en el ámbito online.
El machismo atraviesa toda área de desarrollo colectivo y personal, y busca ponernos a las mujeres en una posición inferior a la de los hombres: pretende colocarnos en un lugar de sumisión, en el que no logremos expresarnos por ningún medio. Cuando las feministas utilizamos este medio para expresarnos y dejar de ser simples usuarias para comenzar a tener un rol mas activo -fomentando asimismo que todas las mujeres lo hagan-, nos encontramos con personajes que descalifican y atosigan con maldad y descrédito, buscando la humillación de la mujer por el simple hecho de manifestarse. Lejos de ceder ante esta batalla que nos da el machismo en este ámbito, proponemos no autocensurarnos, no autoexcluirnos del espacio digital sino todo lo contrario: ejercer la libre expresión y hacer frente a la censura pretendida.
Este año elaboramos dos campañas sobre este tema: una bajo el hashtag #NoCubrimosMasViolentos para visibilizar a nuestros agresores y sacarlos de las sombras. O sea: poner el foco en quienes nos agreden. También la campaña “Machismo es censura”, donde compendiamos en un video todos los mensajes que recibimos cada vez que nos manifestamos en las redes sociales. A este material lo obtuvimos no sólo de la propia experiencia de las integrantes de la Fundación sino también a través de mensajes que nos mandaron nuestras seguidoras. Con esto remarcamos la sociedad machista capitalista en la que vivimos -que se ve reflejada en todos los aspectos de la vida-, y que las relaciones jerárquicas de poder entre hombres y mujeres también existen en el ciberespacio. Lejos de aceptar esto, retamos las relaciones de poder en el ciberespacio y usamos este esquema para exponer y difundir nuestro activismo; es por eso que desde el ciberfeminismo nos centramos en la relación de las mujeres y las tecnologías de la información y la comunicación, porque creemos que ellas pueden y deben realmente ser herramientas para que podamos ejercer nuestros derechos. Partiendo de esta idea, desde la Fundación buscamos reivindicar a las mujeres en el plano tecnológico. Es por ello que llevamos nuestro activismo desde la corriente ciberfeminista -una de las ramas del feminismo definida como un movimiento (de mujeres) de cooperación, comunicación, solidaridad e intercambio frente a las modificaciones de las condiciones políticas, sociales y culturales y su desenvolvimiento en un nuevo espacio de interacción: el ciberespacio-.
Entendemos al “activismo digital” como el empoderamiento de las mujeres en este ámbito: utilizar las herramientas de Internet y valernos de las redes sociales a nuestro favor, apropiarnos de las herramientas y espacios digitales y hacerlos propios de acuerdo a nuestras necesidades, proyecciones y deseos. Para ello, evitamos demonizar las tecnologías: quitamos el mote de “tecnófobas” que se nos ha impuesto socioculturalmente a las mujeres y planteamos un cambio de paradigma desde la perspectiva de género, para lograr una conexión segura y productiva entre las mujeres y las Tics; es decir: una real participación en la cultura tecnológica. Promovemos la toma de conciencia sobre nuestros derechos en Internet: muchas veces la necesidad de hiperconectividad nos lleva a un nivel de sobreexposición que no controlamos y nos deja desprotegidas frente a posibles ataques. Es por eso que parte de nuestra línea de acción fuerte radica en “educar” en el uso responsable de los recursos que nos da la red para hacerlo de forma segura, pero en pleno ejercicio de nuestras libertades, manifestándonos y moviéndonos dentro del espacio digital como más placer nos de, haciendo de este nuestro espacio. Por todo lo que explicamos, nuestra propuesta es: apoderémonos de las redes, tomemos conciencia y ganémosle al patriarcado digital.