Espionaje: el derecho a compartir y el de privacidad están intimamente ligados

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Se dieron de baja dos servicios de e-mail que impedían a las agencias de espionaje violar nuestra privacidad.

No podemos dejar de informar y reflexionar sobre algunos sucesos importantes que ocurrieron al calor de las revelaciones del estadounidense Edward Snowden, quien publicó documentos que explican el modo en que EEUU espía todas nuestras comunicaciones por Internet.

¿Existe la privacidad en la Red? Hay formas en que es más posible, por ejemplo mediante la «encriptación»: se trata de métodos que no le permiten a la «mujer en el medio» (EEUU, NSA, CIA) comprender nuestros mensajes… por ejemplo, en vez de «hola, estoy escribiendo algo muy íntimo que no quiero que nadie más sepa», el espía vería algo así: «atmmttihm ,çàßh yßøsì ßdèìùđùrðsì a5l5guac5ila n5abi5za in3tra3nqu2ila q2ueb3ra4ntad3or n2och4eb23uena4 ßrìù_¶ q4ueb3ran4tad3or n4ai3pe m3as3ca1rar çpìs »

Pero sucedieron algunos hechos que atentan contra el derecho a la intimidad:

Primero y principal, por si no se enteraron, el servicio de webmail llamado Lavabit, que era el que utilizaba en ese tiempo Snowden, fue cerrado. ¿Por qué razón? Permitía a cualquier internauta enviar y recibir mails de forma encriptada: la agencia espía NSA detesta tales molestias y las dueñas del sitio se vieron sobrepasadas por el tenor del conflicto… tienen sus motivos: viven en norteamérica.

Segundo: un sistema de webmail encriptado al estilo Lavabit fue posteriormente dado de baja. Se llamaba «silent circle» y el motivo de su desactivación tiene que ver con que ellas dicen que los protocolos de comunicación (SMTP, POP3, IMAP) para e-mails nunca podrían ser 100% seguros. En cambio, mantienen sus servicios «Silent Phone», «Silent Text» y «Silent Eyes» en actividad porque son seguros del principio al final.

¿Y ahora qué podrían hacer las usuarias de e-mail que han quedado desamparadas frente a las amenazas norteamericanas? Un comentario en ALT1040 marca el pulso de la migración: «Os recomiendo openmailbox.org la alternativa real a lavabit. Es gratis, tiene IMAP, es software libre, tiene una interfaz web muy buena y tiene espacio ilimitado. Ah!, y está en Francia» Claro que estar alojado en Francia tiene alguna ventaja, pero recordemos que se trata de «superpotencias» bastante amistosas entre sí.

Yo personalmente pienso que la situación ha llegado a tal extremo de locura y paranoia informática que no confiaría en ningún servicio programado por otra persona. Si lo anterior no les sacó una risotada, tienen que saber que ya he programado mi propio sistema de encriptación y les aconsejo hacer lo mismo. Nunca tengo algo tan importante para comunicar que merezca tal paranoia, pero lo hice a modo de prueba de concepto. Si tienen alguna duda al respecto, pueden comunicarla aquí mismo en los comentarios.

A todo esto, recientemente la líder del Partido Pirata finlandés Anna Troberg dijo algo muy cierto: «El intercambio de archivos es indisociable de la privacidad en internet: para poner fin a uno, habría que eliminar el otro». Claro, esto es así porque la única forma que tendría un «ente regulador» para detener el intercambio de archivos sería la de saber todo acerca de lo que hacemos en la red. En este sentido, su partido (que tiene representación local) propone permitir el intercambio de cualquier clase de contenido, tenga o no copyright.

¿Se ve la relación? Por un lado existe una batalla legal y política que nunca llega a buen puerto, por otro lado existen medios técnicos para encriptar nuestras comunicaciones, y por el otro existen Estados muy interesados en saber lo que ocurre en todos lados, violando nuestra intimidad con el pretexto de detener el crimen o el terrorismo.

Nuestros confusos pasos por la ciudad internética-gótica de principios de siglo XXI quizá necesiten ir más lejos atravesando esta neblina de espionaje para encontrarnos corriendo algún día sobre los verdes campos de la libertad. Por ahora deberemos conformarnos con sistemas encriptados, personas que no valoran su derecho a la privacidad (véase Facebook…) y décadas de trabajo en caso de querer construir redes verdaderamente libres.

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