Apple Music podría haber superado en términos de usuarias activas a Spotify, y decimos podría porque las cifras, que llegan de una consultora externa, no han sido oficializadas por ninguna de las dos compañías. No obstante, y sin diferenciar entre usuarias de pago y gratuitos, muestran una tendencia que no debería ser despreciada en lo que se refiere a modelos de negocio relacionados con el streaming de contenidos.
El clásico freemium, un modelo basado en ofrecer una parte importante de forma gratuita a perpetuidad y la experiencia de uso completa a través de un pago (único o por suscripción), ha sido el que históricamente ha guiado a algunos de los modelos de negocio en Internet y del software para dispositivos móviles.
El problema que ha tenido siempre este modelo es que es muy complicado determinar qué características son suficientes para las usuarias, en qué límite se pone el gratuito y el pago. Si te quedas corta, la tasa de conversión de usuarias cae en picado, y lo mismo si te pasas de largo en cuanto a características, que hacen que las usuarias no tengan motivos para pagar por la suma de características.
Aquí, en mitad del modelo freemium, entra el que está siendo adoptado en masa el mercado de streaming: contenidos premium, servicio premium y precio premium. Lo único que ofrecen estos servicios es el clásico trial o mes de prueba en el que la usuaria puede utilizar totalmente el servicio y, una vez finalizado, o pasa por caja o no puede utilizar más el servicio.
Esto abre muchísimas posibilidad en términos de tasa de conversión: por un lado, las usuarias que pagan por el servicio son efectivamente, usuarias activas, y por otro lugar, evita que las compañías que utilizan este tipo de servicios tengan que desplegar recursos para ofrecer una serie de características a estas usuarias que, en términos generales, son mayores que los ingresos que producen estas usuarias por publicidad, además de frenar la tasa de conversión si la usuaria considera que lo que se ofrece gratis es suficiente.
Aquí es donde entra el modelo de Apple Music, HBO, Netflix o… Amazon Prime: toda la funcionalidad para convencer a la usuaria de que el servicio es excelente pero durante muy poco tiempo. Suficiente para probarlo a fondo, insuficiente para disfrutarlo a largo plazo. Lógicamente, los diferentes segmentos de usuaria se comportan de una forma diferente en cuestiones de conversión desde el modelo de prueba al de pago, pero en términos generales parece ser una tendencia que está funciona para el streaming.
Llegado a este punto es indudable que, el modelo inicial de Spotify, freemium, fue el que abrió camino para el resto de la industria, y es innegable su aportación al cambio de la concepción de la consumidora en lo que se refiere a los servicios de contenidos en Internet, pero también es una de la razones por las que la compañía está barajando reducir aún más las prestaciones que reciben las usuarias gratuitas.
Sea como sea, con una consumidora cada vez más concientizada a pagar por contenidos, puede que el modelo freemium para el streaming esté desapareciendo, y posturas como las de Apple o Netflix no hacen más que dar la razón a un momentum de mercado en el que todo parece indicar que la industria ha dado, por primera vez en tiempo récord, con el mejor modelo de negocio tanto para usuarias como para compañías.