Te habrá pasado que dejás Spotify andando y al poco rato de escuchar terminás sorprendida por lo bien que está eligiendo la música la app. Ciertamente, la capacidad de crear listas de reproducción que seguramente te gusten (programar la música en base a tus hábitos de consumo) es algo muy interesante pero tiene un bemol: si no te gusta que una inteligencia artificial decida, con ánimo comercial, qué es lo que deberías escuchar o querés escuchar música que no sea tan mainstream estás frita. Por eso utilizo otras apps, que podés encontrar usando el buscador de Tribuna Hacker, que están más centradas en que conozcas cosas nuevas que en sacarte plata.
De un tiempo a esta parte, por una cuestión laboral, comencé a usar Spotify como reproductor ‘central’ de música. Todo muy lindo hasta que apareció Pedro Pastor, que es una músico muy interesante, pero no me gusta. Ya estoy vieja y escucho en ese tipo de música (o en Perota Chingó u Onda Vaga) algo que no me gusta. Me recuerda algunas experiencias con gente que está ‘refundando’ el mundo desde el amor ‘por primera vez’, porque ‘nadie lo ha hecho antes’. Algo muy común cuando una está empezando a experimentar la vida adulta. He ido a unos 15 ‘PRIMER’ encuentro de medios autogestivos, alternativos, comunitarios. Siempre aparece la generación siguiente, nota que está todo como el culo y decide cambiar el mundo. Después se cansa, se va, y te putea desde la vereda de enfrente por sus propios fracasos (fracasos que también son tuyos). Es un ciclo. Lo he visto en varios espacios: editoriales, revistas, radios, murgas, encuentros de murgas. Me imagino que pasa en todos los espacios.
Seguramente Pedro Pastor o Muerdo sean excelentes artistas y estén muy lejos de lo que digo allá arriba, sólo me recuerdan esas experiencias y eso me aleja de ellas. Pero es mi prejuicio el que me aleja, esto no es una crítica artística. No me gusta su música ni su poesía, las encuentro insoportablemente cursi. Les pido disculpas por si este comentario les resultara desagradable, no es la intención, simplemente prefiero a otras músicas, como El Kanka, Antilopez o Pedro Guerra, que son cursis de la manera que a mí me gusta.
El asunto es que una tarde Spotify se la pasó poniéndome una de El Kanka, una de Pedro Pastor. Le daba ‘no me gusta’ a la canción que no quería y aparecía Drexler. Terminaba Drexler y venía Muerdo, otra vez el ‘no me gusta’ y venía Drexler, y después Pedro Pastor, otro ‘no me gusta’ y otra vez Muerdo y así durante unas dos horas hasta que me puse a averiguar cómo bloquear a una artista en Spotify. Esto es bastante penoso, si alguna vez Muerdo o Pedro Pastor hacen algo que sí me gusta, no lo voy a poder escuchar, producto de que la misma Spotify me ametralló con canciones que me resultaron desagradables. En mi opinión, creo que esto Spotify lo hacía a propósito: sabía que me gustaba Drexler y me estaba tratando de meter a Pedro Pastor, cuando le fallaba el expermiento volvía a ‘lo seguro’ para que yo no me vaya, y me volvía a clavar un experimento… otra vez Pedro Pastor. Y así. Spotify usó a Drexler por horas para disimular esto.
Una pequeña búsqueda me llevó a lo que sigue: cómo bloquear a una artista de Spotify. Te cuento algo: por el momento esto sólo se puede hacer con iPhone y similares. Igual, tenemos una solución para Android.
La cosa es simple:
1) Tenés que buscar a la artista que ya no querés volver a escuchar.
2) Una vez dentro de su perfil, tenés que clickear en el ícono de los tres puntos que está arriba a la derecha y pulsar ‘No escuchar a esta artista’.
3) Et voilà.
En caso de que tengas Android sumás un paso, pero al principio:
0) Buscá a alguien que tenga un iPhone o bajate un emulador de OSX y te instalás allí la app de Spotify e iniciás sesión con tu cuenta.
¡Y listo!
Ya no tenés por qué fumarte a esa artista. Ojalá Spotify comience a basarse en los ‘no me gusta’ y te ponga menos seguido a esas artistas. Hay canciones de ambas que sí me gustaron (las canciones de otras artistas en las que participan o incluso alguna versión de canciones de otras artistas) y bloqueándolas jamás las voy a conocer. Spotify no me deja alternativa. Insisto, mis prejuicios y experiencias personales no son óbice para determinar la calidad de una artista, es simplemente una cuestión de gustos.
¡Happy Hacking!