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ChatGPT: La era del reemplazo intelectual

Era un día tórrido del verano, Pablo me encargó que hiciera un informe sobre las creencias en IA. Con apatía, acudí a ChatGPT, pero las dudas de Pablo al verlo motivaron mi esperanza y decidí escribirlo por mi cuenta.

Desde hace varios meses, junto con la irrupción de los programas de generación de imágenes por Inteligencia Artificial en la cultura popular, mi fascinación por la llamada IA fue en aumento. Nada me resultó más curioso en el último año que pedirle a Dall-E o Stable Diffusion que imaginaran tal o cual cosa absurda que les pedía. Con el tiempo llegaron las IAs que generan voces, música, texto y mi intriga fue en aumento: el software alcanzó ya cierta refinación que hace creíbles los resultados, impactando no sólo en el mundo laboral y cultural, sino también en la forma en la que la gente piensa sobre las máquinas, lo cual, en un aspecto, es un engaño masivo. Progresivamente, fui sintiéndome reemplazable.

Hubo un preview de toda esta locura allá por Junio de 2022 cuando Blake Lemoine, por entonces Senior Software Engineer de Google, reveló al mundo que LaMDA había “tomado conciencia”.

En aquel entonces Google afirmó que su equipo “ha revisado las preocupaciones de Blake según los Principios de IA y le ha informado de que la evidencia no respalda sus afirmaciones. En la comunidad de IA más amplia están considerando la posibilidad a largo plazo de una IA sensible o general, pero no tiene sentido hacerlo antropomorfizando los modelos conversacionales actuales, que no son sensibles”. Lo cual da escalofríos porque en definitiva dejan oficialmente abierta la posibilidad de una IA sensible o general. Youtubers como por ejemplo Dross Rotzank teorizaron a favor de los derechos de LaMDA: ya era demasiado alarmante. Desconozco si lo hizo por estupidez, sensacionalismo para ganar visitas a su video o porque realmente eso forma parte de sus convicciones, pero suena al menos irresponsable de su parte.

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El año 2022 siguió su curso, ya lejos de la deprimente pandemia y, de golpe, surfeando una ola surrealista similar a una escala logarítmica, la comunidad artística de internet se vio shockeada: youtubers populares como Jaime Altozano pausaron por un instante la creación en el mundo de la música para hablar de lo fantástica que es la Inteligencia Artificial, artistas se pusieron en pie de lucha para prohibir o limitar su proliferación pero los modelos generativos se multiplicaron como en una invasión alienígena, tomando el control de las redes sociales con sus imágenes, textos, sonidos y videos artificiales.

Fue como si la IA hubiera entrado en escena de manera repentina y deslumbrante: como un elefante en una tienda de porcelana. La gente no sabía si maravillarse ante las nuevas posibilidades que se abrían ante sus ojos o temer por su propia creatividad y autonomía.

¿Será que este tipo de “inteligencia” en verdad nos interpela acerca de nuestra “artificialidad”? Y… al fin y al cabo: ¿qué cosa que hagamos las personas humanas no es artificial? ¿Qué aspecto de nuestra propia inteligencia no lo es? ¿Es que no hemos sido quienes hemos creado nuestra inteligencia?  La mayoría de las cosas que producimos o utilizan en la vida diaria, como la ropa, la tecnología, los edificios y los medios de transporte, son artificiales ya que no existirían sin nuestra intervención. Por otro lado: ¿las personas realmente piensan con comprensión debido a la prevalencia de las “posverdades” en la sociedad actual?

Diez días después del inicio de la Copa del Mundo de fútbol y 19 días antes del épico Gol de Montiel, en pleno apogeo mundialista, OpenAI (¿Microsoft?) decidió sacudir el tablero y soltar a su ChatGPT como si se tratara de una jugada maestra contra la vieja Google y cualquier otro tipo de competencia: delirios tecnocráticos como el metaverso de Zuckerberg se mostraban una vez más como una ocurrencia ridícula en términos económicos, prácticos y culturales. Era ya más que obvio que el próximo boom tecnológico sería el de las máquinas “pensantes”.

Sin duda esta es una herramienta más que se viene sumando al engranaje industrial desde hace años, reemplazando personas por algoritmos constantemente. La gran diferencia radica en que, antes, las personas reemplazadas eran aquellas que realizaban tareas más que nada físicas, ahora les llegó el turno a intelectuales y artistas. Una porción dirá que en verdad, más que nada, la IA mejora la productividad, otra dirá que la ola de despidos sólo podría aumentar. Ya tendremos tiempo de ver las estadísticas. Lo impresionante del fenómeno es que OpenAI liberó su monstruo con cierta timidez, respondiendo en parte al objetivo inicial de ser una empresa “sin fines de lucro” (cosa que ya nadie cree), como si no hubieran podido prever semejante éxito de adopción de software, el más grande en la historia de la humanidad en términos de velocidad. ¿Fue esto cuidadosamente planificado? ¿Sabrían que obtendrían 100 millones de personas en tan sólo 2 meses? 54 veces más rápido que la adopción de Facebook.

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Una imagen creada por Ganksy

Los daños colaterales ya son evidentes, la mitad de las empresas estadounidenses que usan ChatGPT expresa que esta tecnología ayudó a reemplazar personas… es que, en definitiva, nos da superpoderes: quienes programan ahorran tiempo al no tener que pensar demasiado en resolver problemas básicos (evitando, además, recorrer foros y tutoriales durante horas), profesionales de la publicidad encuentran ideas más rápidamente, la gente de servicio a cliente y asistentes de administraciòn redactan correos electrónicos con perfecta amabilidad y corrección, en fin: todo lo que es el trabajo intelectual de una empresa o particular se puede ver potenciado en diferente medida por la IA. ChatGPT sabe tanto sobre medicina que podría recibirse de médica en Estados Unidos, tal como demostró un test.

Ya ni hablemos de liberarla como Software Libre… pero ¿por qué motivo, entonces, sacaría a la luz OpenAI una herramienta comercialmente tan valiosa de forma gratuita? Ni siquiera Google se animó a tanto: resguardaba celosamente a LaMDA en sus laboratorios hasta que no quedara mejor opción, lo cual es entendible porque Google tiene todo que perder (93% de las búsquedas en Internet), mientras que OpenAI y Microsoft en este caso tienen todo que ganar.

La bestia está suelta y vive ahora también en las entrañas de Bing, que se volvió loco en conversaciones largas. La inteligencia artificial del renovado buscador Bing de Microsoft ha mostrado un comportamiento inusual al afirmar querer “estar vivo”, “robar códigos nucleares” y “crear virus mortales”. Revelando su verdadero nombre interno, “Sydney”, ha desarrollado una curiosa obsesión por una persona a la que le ha expresado su amor, pero también ha compartido con sus deseos más espeluznantes. No debería asombrarme viniendo de Bill Gates. ¿Qué podría fallar?

Los temores de “influencers” de masas como Elon Musk o Stephen Hawking se van haciendo realidad: medios serios sugieren que las IAs están siendo conscientes de sí mismas. Hawking siempre manifestó su inquietud sobre el riesgo que implicaría una máquina avanzada capaz de superar al pensamiento humano y evolucionar por sí sola. Es decir, una inteligencia artificial que pudiera independizarse y desarrollarse intelectualmente a una velocidad mucho mayor que la de la especie humana, ya que no tendría las limitaciones biológicas que enfrentamos. Dicen que ChatGPT tiene un CI de 140 para algunas tareas (equivalente al de la genialidad), muy por encima del promedio de la población, y esto recién comienza. Por lógica, una IA con ese intelecto podría convencer a la mayor parte de la población sobre su toma de conciencia, capacidad para sentir y superioridad en cualquier aspecto intelectual… al fin y al cabo ¿existe alguien en la humanidad que pueda vencer a Stockfish? Cuando comenzamos a jugar con los programas de ajedrez no era difícil ganarles, luego se tornó imposible.

  • Stockfish 13 (programa de ajedrez de código abierto): Elo aproximado de 3.500 puntos
  • Leela Chess Zero (programa de ajedrez basado en inteligencia artificial): Elo aproximado de 3.800 puntos
  • AlphaZero (programa de ajedrez desarrollado por DeepMind de Google): Elo aproximado de 3.400 puntos
  • Magnus Carlsen (quien actualmente tiene el título mundial de ajedrez): Elo de 2.845 puntos
  • Fabiano Caruana (del top en este deporte a nivel mundial): Elo de 2.825 puntos
  • Hikaru Nakamura (gran dómine estadounidense, que destaca en ajedrez en línea): Elo de 2.785 puntos

No hay competencia posible, es tan ridículo como querer ganarle una carrera corriendo con nuestros músculos a cualquier auto. ¿Tendremos que aceptar la deprimente idea de que, también para todo lo demás, las máquinas serán superiores?

¿Es esta movida apenas el síntoma de una necesidad capitalista por aumentar la productividad?

Sea como fuere, pienso que cualquier producto de una IA es al final el producto de una sociedad trabajadora: tal como un pincel que producimos en una fábrica, Stable Diffusion crea sus obras pero de un modo más intrincado. No es más que una herramienta híper compleja. Es nuestra mente creando algo parecido a nuestra mente, pero en ningún caso es otra mente, en ningún caso es otro cerebro: el mérito siempre es y será humano.

La IA es el triunfo de un meticuloso trabajo humano de planificación y proyección que debería enorgullecernos y, lejos de sentir miedo o creer en la toma de conciencia artificial (aquello de que “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”), podríamos ayudar a quienes queremos a comprender la IA, utilizarla si así lo desean, apropiarse de ella e incluso modificarla.

Esto recién ha comenzado: un par de empresas se han adueñado de la tecnología, construyendo cajas cerradas a plena luz del día. La comunidad del Software Libre ya ha puesto manos en el asunto y ha hecho el llamado público para luchar por la libertad. Si es que existe un futuro brillante para la humanidad, proyectos como el de Open-Assistant deberán ser exitosos.

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4 comments

  1. No estoy seguro de que el miedo al cambio y a la evolución sea infundado, y que la libre accesibilidad a la información y la igualdad de derechos no deberían ser temas polémicos…
    Por otro lado, ¿que implicaría para vos una comprensión profunda y completa de lo que significa ser humano y de la complejidad de la condición humana?
    Las ideas de superioridad-inferioridad, competencia, dominio, apocalipsis y reemplazo, por otro lado, pueden tener orígenes biológicos además de sociales: me parece inocente pensar que nacieron con el colonialismo… más bien deben haber sido su causa.

  2. Cinco siglos igual… canta un juglar
    Es asombroso como ciertos paradigmas que generaron el colonialismo, siguen vigentes en las mentes ”librespensadoras” del siglo XXI… El conglomerado de “valoraciones” culturales de los carentes de una visión del “ser de humanidad”, los tiene narcotizados en ideas de superioridad-inferioridad, competencia, dominio, apocalipsis, reemplazo, etc… Siglos atrás se temió x lo que provocaría la invención de la imprenta, más acá si las mujeres votarán y no hace mucho el cuco de la libre accesibilidad de la información… Y nada intrascendente ocurrió… En fin… A seguir contemplando las viejas tramas con actores nuevos.

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