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Perdimos en todos los frentes


“Las ricas se hacen cada vez más ricas, y las pobres se vuelven cada vez más pobres. Las ricas tienen palacios, gastan lujosos trenes, visten con esplendidez, se confortan con apetitosos manjares, viven sin trabajar, gozan de todas las consideraciones y de todos los privilegios. Las pobres languidecen de hambre, viven a la intemperie o en chozas dignas de las salvajes, carecen de abrigo contra el frío, mueren con frecuencia de insolación, son utilizadas como bestias de carga, reciben en los campos y talleres un tratamiento que se compadece con la dignidad humana: son parias en su propio país y esclavas de sus propias ciudadanas. Ellas son las que producen la riqueza, y sin embargo, la riqueza se les escapa, para ir a rellenar los bolsillo de las holgazanas, simples consumidoras de lo que ningún esfuerzo les ha costado.
Por eso la revolución lo proclama altamente: el país no estará en paz nunca mientras no se destruya el feudalismo de los campos, mientras la tierra no sea distribuida entre las que saben y quieren cultivarla, mientras no desaparezca el monopolio de las bribonas, no se den garantías a la trabajadora y no se mejore la retribución del trabajo.”

-General Emiliano Zapata, 24 de junio de 1914.

Es el 1º de enero del 2023, hace ya tres años que no escribo notas, ni recorro las calles de los barrios, ni los pueblos aislados de las provincias, ni respondo los mails de las que fueron mis colegas de militancia social en las izquierda ácrata, ni en el software libre.

La realidad es que me encerré cual monje tibetana en el más lejano monasterio, más bien un cuartel de invierno, a pensar… ¿Qué pasó?

En el año 2001 en la “Conferencia de Historia Proletaria” que tuvo lugar en la UNR organizada por esa universidad y varias historiadoras de origen trotskista y marxista agrupadas en una efímera Asociación de Historiadoras barriales encabezada entonces, por Pablo Suarez, historiadora y escritora rosarina, que me invitó a dar una charla en ese marco, el 12 de diciembre de 2001.

 Francis Fukuyama

Mi postura versó sobre un escrito de la filósofa, escritora y asesora presidencial de Bill Clinton , Francis Fukuyama;“El último hombre y el fin de la historia”, mi crítica no fue hacía la autora, que se equivocaba al afirmar que la “lucha de clases” había terminado, iniciando el neoconservadorismo, sino a nuestras posturas ridículas con respecto a Fukuyama, nuestra soberbia sobre la continuidad de la lucha repitiendo las viejas estrategias organizativas y nuestra ceguera al no ver lo más importante del entre líneas fukuyamista: “Habíamos sido derrotadas en todos los frentes”.

Las trotskistas presentes se posicionaron en contra aludiendo que la crisis bancaria había terminado y que Fukuyama no pasaba de ser una publicista bien publicitada.

La realidad nos golpeó apenas unos días después con un corralito bancario y financiero que afectaba a pobres y clasemedieras, para salvar a las de siempre: bancos y grandes empresarias, el pueblo salió a la calle en una revuelta que nos dejó 39 martires, asesinadas por las fuerzas de seguridad. No eran perejilas que se cruzaban frente a las balas policiales, eran militantes sociales y muchas de ellas referentes como aquí fueron el Pocho y Graciela Acosta, entre otras.

Pasaron cinco presidentas, bajo la sombra del “que se vayan todas”; pero no se fue nadie, solo terminaron presas las responsables directas de las muertes, pero ninguna responsable política fue condenada, incluso muchas siguieron ejerciendo cargos públicos como el Lole Reutemann hasta su muerte en 2021.

La lección más grande de aquella pueblada, fue sin lugar a dudas que las fuerzas del pueblo, necesitan dirigentes capaces que las dirijan cuando las condiciones están dadas para tomar las calles y el poder. Ante la falta de dirigentes de peso, la consigna fracasó tras un par de enroques políticos, no se fue nadie, no se devolvió el capital real que incautó el corralito, hubo una ola de suicidios de jubiladas, trabajadoras, microempresarias que lo perdieron todo. La dirigencia política patronal se mantuvo, con un poco de maquillaje hasta el presente y las organizaciones sociales se mantuvieron a pesar del fuego que cayó sobre ellas, mucha veces incluso fuego amigo. Porque los partidos de izquierda se distanciaron con criticas feroces y muchas veces descabelladas, de las organizaciones de derechos humanos y sociales que deberían haber cuidado y blindado.

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Nos habían vencido en todos los frentes.

A pesar de ello nos organizamos nuevamente, y nos encolumnamos detrás de dirigentes nuevas o más confiables. Usamos las nuevas tecnologías para enfrentar la globalización olvidando incluso una ley fundamental: que la ama no cede las armas de la ama.

La ola de gobiernos populares que abrió el siglo XXI , nos sonaron a gran triunfo de las movilizaciones del pueblo latinoaméricano, pero por cada paso hacía delante la reacción avanzó en una organización institucional que frenara todo o terminara como en los casos de Brasil y Paraguay -entre otros- con la destitución de presidentas y la persecución judicial. Que el periodismo de izquierdas ha dejado expuesta en estas épocas de filtraciones y hackeos, pero aún siguen ahí, las mismas juezas y fiscales que almuerzan y juegan juegos con las poderosas. El pueblo no las echa, ni las va a buscar para marchar con sus cabezas.

Incluso la acción de estas organizaciones de derecha institucional, ha impuesto sus propios gobiernos de derechas como Macri y Bolsonaro que han destruído en un par de años todo lo logrado en más de una década. Hoy los gobiernos populares estan regresando con la fuerza de los votos, pero una debilidad institucional y dirigencial impresionante, son sólo la caricatura de los gobiernos que nacionalizaron empresas, aumentaron la participación de las trabajadoras en el PBI, y pusieron a la mayoría del pueblo en la agenda de derechos, aún con la falta de soluciones hacia el problema de la pobreza.

Un problema que a mi entender esta mal encarado. Fundamentalmente porque la pobreza es la consecuencia de una distribución excluyente y elitista. El problema real es la riqueza individual de una elite minoritaria que acumula el 90% de los recursos, necesitando solo el 5% para mantener el estándar de vida que llevan, esto incluye a sus estrellas deportivas como Messi o Ronaldo. Pero nos hacen ver a través de estas “campeonas” que su éxito es debido a su sacrificio, a su empeño y el resto no llegamos a ese éxito por vagas, cómodas y poco sacrificadas; como si trabajar de 8 a 16 hs por día, manipulando máquinas que pueden arrancarnos desde el brazo a la vida fuera un acto de vagancia. Pero a ninguna de nosotras nos pagan millones por levantar casas, hacer puentes o incluso salvar vidas, los sueldos de las esenciales son miserables, haber estudiado en la universidad, tener un postgrado no es suficiente para ganar millones, saber un oficio, ejercerlo durante más de tres décadas no es suficiente ni siquiera para acceder a una casa propia.

Por eso aseguro que perdimos en todos los frentes.

Mientras el pueblo no consiga leyes que regulen la riqueza, que transparenten las actividades financieras, para limitar la sobreganancia y las extraordinarias, ninguna deportista termine ganando a la semana el sueldo anual de un centenar de maestras o científicas, habremos perdido en todos los frentes.

Ya no se trata de resistir, se trata de ganar. De no perder más espacios ante un grupo de conformistas “no hagamos nada”, pero en ese no hacer, de la trenza política perdemos todo.

Así la izquierda perdió sus mejores logros y las que venimos del software libre hemos perdido nuestro espacio en manos de radicales, que defienden la política de mano dura y bala bullrichista y peronistas populistas que transan con Microsoft y Clarín.

Ahora incluso, nos están robando el conocimiento, con la estrategia del Capital del Conocimiento, han privatizado lo que hasta hace solo unos años compartíamos en la red, y lo mejorábamos entre todas, ahora han impuesto la idea de la creadora de unicornios, no ya de seres maravillosas que nos llevaban a ser mejores, sino de empresas que con dos mangos de inversión cotizan en millones.

El Software y el Hardware libre, eran la esperanza de acceder a los derechos negados, al conocimiento, la salud, la ciencia con la colaboración de millones alrededor del mundo y eso hoy se está diluyendo en dudosos organismos privados, que prometen hacer lo que proponía la comunidad libre, pero por una módica suma. Abandonando casi todas nuestras banderas.

Es hora de cambiar los paradigmas, entender como lo hicieron las anarquistas a principios del s.XX, que la enemiga no está afuera de nuestras fronteras, la enemiga está dentro y prioriza su ganancia a los derechos de todas.

Si perdimos en todos los frentes, ya no tenemos más nada que perder.

Notas:
https://web.archive.org/web/20190805034135/http://archivodecasos.com.ar/archivo/los-muertos-de-2001/

image/svg+xmlTribuna Hacker existe gracias a

1 comment

  1. La nota abarca varios frentes, valga tomar el hilo de la frase central. Acuerdo en caricaturesco de discursos acciones y personalidades políticas actuales; en algunos casos por predecibles, en otros casos porque se ha hecho también una caricatura de los liderazgos, una renuncia a pensar, una suerte de Leviatán del pensamiento: muchos renuncian a pensar para repetir el pensamiento de otro u otra. Creo que estamos atravesando una época sin alma, en la que los simulacros van muy por encima del desierto de lo real. Simplismos, renuncia a la construcción de poder a cambio de estéticas, discursos y hasta movilizaciones que sólo alimentan al camaleón bajo el eufemismo de “sistema”. Pero no creo que simplemente “perdimos en todos los frentes”, es cierto que el gelatinoso “campo popular” viene de derrota en derrota, pero -trayendo al ruedo a Walter Benjamin- no han terminado de vencernos (perdón si me anoto en un nosotros borroso) y cabe seguir bregando, aunque sea a tientas. Todavía hay mucho que perder… Grecia hace 3000 años que viene empeorando, luego que Platón escribiera “La República”… Acuerdo, sin embargo con el sentido de la frase y la reflexión central, sobre todo porque soy parte del desconcierto general y no del esforzado caleidoscopio de hacedores de algo mejor.

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