Hablando en plata, son lo mismo prostitución y trata

trafico humano

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El  veintitrés de septiembre se celebra el día mundial contra la explotación sexual y trata de personas.

En estos días, vemos cómo se suceden las campañas de ayuntamientos, municipios, de algunos partidos políticos,  etc., acompañadas de eslóganes, carteles, charlas y jornadas. Dos palabras ausentes en la mayoría de títulos y anuncios: prostitución y abolición o podríamos decir ¿dos palabras prohibidas?.

Como siempre se ha dicho, lo que no se nombra no se ve, queda oculto, invisibilizado, en las penumbras, como lo están las millones de mujeres y niñas prostituidas en nuestro país (N. de la E: la autora se refiere a España). Hay miedo, desconocimiento e intenciones bien estudiadas, para que no aparezca la palabra prostitución y mucho menos se hable de abolirla, con mayúsculas. Si bien es cierto que algunas de las jornadas se llenan con carteles estupendos, de ponentes magnificas y muchas de ellas hablan claro, la distinción entre tráfico y trata de mujeres y prostitución sigue latente, en el aire, como si estuviéramos hablando de dos universos diferentes, que a veces coinciden. Esto es lo que interesa al relato de la legalización de la prostitución, hablar de explotación por un lado en la trata y tráfico de mujeres y de libre elección por otro en la prostitución. Esta distinción se constituye así en una trampa, anclándonos en el discurso de una prostitución glamurosa, empoderante y elegida, de la prostitución como un trabajo.

Aclaremos una vez más el asunto, la trata existe porque existe la prostitución y la prostitución existe porque la demanda no cesa (al contrario, va en aumento, el 39 % de hombres en nuestro país ha consumido o consume cuerpos de mujeres y niñas a la carta) y esta demanda no cesa porque vivimos en un sistema profundamente patriarcal, misógino y capitalista, donde las mujeres prostituidas constituyen el cuerpo perfecto para la brutalidad masculina y la mercantilización. Sin olvidarnos del impecable trabajo aleccionador que viene realizando durante décadas la megaindustria de la pornografía, donde la violencia y el sometimiento de las mujeres se ha erotizado hasta tal punto que se considera natural y deseable.

Mientras esta cultura machista sigue proliferando, también lo hacen las mafias y las redes de trata y tráfico de mujeres y niñas, las empresarios-proxenetas de clubes de alterne, que ven sus cajas repletas cada noche, las chulos que tienen a su cargo a varias mujeres, las dueños de los pisos y casas de citas, de las asociaciones y colectivos pro-prostitución aliadas al lobby de la industria del sexo (como APROSEX) y por supuesto los estados prostituyentes, que ven como sus arcas se llenan cada vez mas con la explotación sexual de las mujeres (en nuestro país la prostitución permite subir en un 4,5% el PIB, maquillando las cuentas públicas del gobierno) todo un suculento botín, que hace que las instituciones del estado miren para otro lado. Como muy bien declaró recientemente Laura Nuño (directora del Observatorio de Igualdad de Género de URJC) las políticos, no abordan la prostitución porque cierran las campañas en los burdeles. Magnificas y valientes declaraciones, que reflejan con nitidez cómo la cultura de la violación esta extendida, justificada, legitimada y normalizada. Y cómo las mujeres siguen siendo moneda de cambio también en la prostitución: las empresarios que cierran sus negocios de putas, las políticos que cierran sus acuerdos de putas, invitando unos a otros a consumir cuerpos de mujeres y menores de edad, para sellar pactos…

El otro asunto inseparable de la prostitución es la Abolición, un termino que todavía se usa poco en estos espacios de denuncia y campaña. Se habla de las ordenanzas municipales, de los esfuerzos que se dedican a erradicar la humillación y degradación de las mujeres, del impecable trabajo de las fuerzas de seguridad que desmantelan mafias y rescatan mujeres etc. De abolición poco. Aclaremos también este punto, la prostitución que como hemos visto se alimenta de la trata, tráfico de mujeres, de la pobreza, la desigualdad, los abusos sexuales, el abandono y el secuestro, es la esclavitud del Siglo XXI y como dice Lidia Falcón el mayor éxito del patriarcado. La única vía para erradicarla es abolirla, con todo lo que ello implica: descriminalizar a las mujeres, criminalizar las puteros, proxenetas, mafias, empresarios, intermediarios, etc., dotar de recursos a las instituciones para atender a las mujeres, proporcionar redes estables y seguras que les permitan salir de la prostitución, generando todas aquellas condiciones económicas, laborales, jurídicas, psicológicas etc, para superar la esclavitud y la explotación en su máximo exponente.

Hago una invitación a dejar los discursos del ‘todo vale’ en nombre de la falsa libre elección, porque recibir entre 15 y 30 penetraciones forzadas al día no tienen nada de empoderante.

Necesitamos mirar a otros países, que han dado pasos importantes en este sentido, como Suecia y el famoso modelo nórdico, que está logrando cambiar a la sociedad y reeducar en igualdad (disminución de la prostitución hasta un 60%, notable disminución de la demanda, debido a la penalización y a las labores de sensibilización), también mirar hacia el fracaso rotundo de países regulacionistas como Alemania y su famoso modelo de trabajadora sexual, que está suponiendo un camino abierto e impune para las mafias, el aumento desorbitado de la demanda nacional y del turismo sexual, con tours para ir de putas, con mega prostíbulos con barra libre de mujeres, la gran mayoría encerradas en habitaciones insalubres las veinticuatro horas del día, día tras día e hipotecadas por las mafias.

Quisiera hacer un llamamiento para este mes de septiembre, hablemos de prostitución, de esclavitud, de imperialismo, de colonialismo, de reificación de la mujer, de neoliberalismo y capitalismo gore. Hablemos de abolición y de dignidad, porque cuando tocan a una mujer prostituida, nos están tocando a todas, porque en la prostitución el macho cumple con su fantasía de poder absoluto y de sometimiento de la mujer, garantizándose de este modo la permanencia del patriarcado. Hago una invitación a dejar los discursos del todo vale en nombre de la falsa libre elección, porque recibir entre 15 y 30 penetraciones forzadas al día no tienen nada de empoderante.

Hago este llamamiento con la esperanza de que en tiempos venideros y no muy lejanos, los eslóganes que llenen las marquesinas de nuestras ciudades digan fuerte y claro: POR LA ABOLICIÓN DE LA PROSTITUCIÓN.

Vía Tribuna Feminista

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