Soberanías que faltan para una sociedad de pares

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“Debemos resistir a la nada. Debemos resistir a las formidables fuerzas de regresión y de muerte. En todas las hipótesis , es preciso resistir.” Edgar Morin

Salir del siglo XX y penetrar este siglo XXI tan siniestro, fue un parto doloroso, que parecía había terminado hace una década para disfrutar de la dulce inocencia.

A los funestos presagios del montaje terrorista, la guerra entre Imperios, se anteponía una ola de bienestar – no sin roces, ni tropiezos-, que nos auguraba un mundo en cambio. Pero esos augurios terminaron en cambios terribles que nos devolvieron a esa realidad que pensamos habíamos abandonado.
Las fuerzas que creíamos moderadas, retornaron con todas las fuerzas a tomar nuestros recursos comunes desde la semilla, inicio de toda la vida, hasta eso que llamamos InterNet y que reúne toda nuestra información.

El error fue nuestro.

Fuimos nosotras las que se confiaron, las que bajamos las banderas, las que nos organizamos en grupos elitistas, que ejercieron la tiranía de las estructuras, abandonamos el origen más puro de nuestras organizaciones: La Asamblea.
¿Por qué abandonamos la Asamblea, como método garantista de nuestras resistencia? Porque la reemplazamos de manera natural por una forma de asamblea de representatividad. Una líder que nos informaba la situación y nos daba dos opciones, descalificando una y señalando la correcta, que todas debíamos aclamar. Ese tipo de organización donde somos impares, nos conforma como replicas de lo que resistimos y garantiza que aún si triunfáramos, todo quedaría igual, volvería a su curso “normal”.

El Capitalismo y el Imperialismo nos han programado para hacer siempre lo mismo y volver al mismo punto a nivel de la conciencia. Cuando digo esto, las otras personas me miran y me dicen “¿Viste mucho Matrix?”, yo sonrío y sigo radicalmente diciendo lo mismo, como esa loca que parada en una esquina anuncia el fin del mundo.

Hemos olvidado esa organización comunitaria de pares, donde todas somos iguales y tenemos la misma voz y el mismo voto.
El capitalismo también está en crisis. Su Imperio se está resquebrajando, por el empuje de otras que quieren ocupar su lugar, pero gane quien gane, el resultado para nosotras será el mismo: pobreza, miseria, exclusión, opresión, represión, muerte.
Nuestra resistencia debe ser total.
Nada puede condicionar nuestra libertad. La libertad sólo puede considerarse total si nos permite usar, aprender, modificar y compartir. Si lo único que nos permite es consumir no es libertad. La libertad no es individual, es sólo con respecto a la otra. Me río cuando escucho a alguna colega decir “Yo soy libre”. ¿Cómo alguien puede ser libre en una sociedad de esclavas? ¿Cómo puede serlo sin ser la matrona, la esclavista, la opresora?

El software libre ha proclamado muchas formas de resistencia para lograr ciudadanas más conscientes de su dependencia y que construyan formas de ir hacia pequeñas liberaciones primero, y a partir de su virulencia lograr la libertad de toda la comunidad-humanidad. Pero evidentemente, hemos fracasado.
Nuestra ideología es endeble y nos han bloqueado, las que sólo pretenden una apertura del código, una simple transparencia de la gobernanza, las que sólo pretenden cambios técnicos. Nosotras queríamos -y creo aún- queremos cambiarlo todo.

De que todas estas soberanías sean una utopía, de que las corporaciones sean las que digiten nuestra vida, nuestra economía, nuestra producción, nuestro ocio, nuestros afectos, nuestra salud, nuestra educación, nuestro acceso a la tierra y a la información, en cierta forma es culpa nuestra. Fuimos nosotras los que cedimos nuestras decisiones “iluminadas”, a lideres que se transformaron en monarcas, pero esa es nuestra ventaja, fuimos todas nosotras las que las pusimos ahí y les dimos ese poder, ahora podemos sacárselos y volver a ser soberanas.

¿Que no será fácil?
¿Que nos costará mucho llanto y dolor?
¿Que ellas tienen las armas?

Todos los días vivir cuesta y nos cuesta llanto y dolor, pero seguimos aquí luchando. Ellas tienen sus ejércitos es verdad, pero esos ejércitos están formados por nuestras hijas. La lucha por recuperar las soberanías comienza en la decisión de desconectar tu vida a su red y a organizarte, y cuando decides esto ahí un montón de herramientas que hemos construido para la lucha.

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