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Cómo hacer que tu hija escriba sin errores ortográficos (¡mágico!)

Crisis de valores, vagas, fin de la moral, todo está politizado, y otras frases, dentro de esta nota.

“No lamentaré dejar a mis hijas un mundo peor que el que recibí, lamentaré no haber luchado por cambiarlo”
Alguien

Tal vez seas una de las personas que buscan resolver cuestiones como las que titula esta nota, la intención de estas líneas es proponerte que relativices un poco esas afirmaciones. En esto nadie va a tener “razón” ni a decir la “verdad”, simplemente porque ninguna de las dos cosas existe. Por lo tanto, nadie tiene razón ni dice la verdad. Por otra parte, aborda un tema demasiado complejo, por lo que esta nota más que un análisis, intenta ser un disparador. A las foristas deseosas de medirse el falo en discusiones, las invito a discutir la nota y su contenido, y en lo posible, evitar tomarla como un cuerpo general respondiendo con frases del estilo de “malísimo”, “está toda la nota mal”, “tu mamá se baña desnuda” y similares.

La cotidianeidad y su análisis está plagada de frases comunes. No queda claro de dónde vienen, ni puede decirse con certeza qué objetivos persiguen, aunque se puede especular sobre ellos. Muchas veces encuentran canales de difusión en medios -sobre todo en empresas periodísticas- y aparecen en forma de “dicen que”, “afirman que”, plurales sin responsables que vienen de manos de alguna editora a contarnos algo inapelable y general, como si la sociedad se pusiera de acuerdo para decir algo, que -obviamente- es audible sólo por algunas elegidas, que curiosamente somos quienes trabajamos en medios de comunicación. Lo curioso es que a nivel social nunca nos preguntamos quién lo dice, nos basta con que alguien en un medio diga que un grupo de “álguienes” dice algo, para darle credibilidad. Algo similar sucede con las historias de las cosas fantásticas que le pasaron a la amiga de una amiga.

Desde chica vengo escuchando, viendo y leyendo que “las chicas ya no leen”, que ya no hay valores, que se “perdió” la moral. Es curioso pues sucede todo lo contrario, aunque tal vez en situaciones como esta obre algún tipo de mecanismo de autodisculpa. Estas frases son mayormente pronunciadas por adultas, o gente que está en la franja etaria de la adultez, y suelen ser recibidas como verdades. Deberíamos cuestionarlas al menos un poco.

Arranquemos por el concepto de “valores” y de “moral”. No sabemos, ni está escrito como para guiarnos, qué items componen el manual de los valores ni el de la moral. Sí damos mucho más peso a lo circunscrito a lo moral que al de los valores. Los diccionarios dicen que la moral es aquello perteneciente o relativo a “las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia” y definen a los valores como el “grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”.

He elegido las definiciones que más se acotan al concepto de “moral” y “valor” que trato en esta nota, pues la polisemia no colabora en otros sentidos.

Si tenemos estas definiciones de valor y moral, las frases de que se perdió la moral y que no hay valores se caen por su propio peso, pues circunscriben su existencia a la de la humana: no se puede vivir y no tener moral ni valores. Socialmente, las pérdidas de valor y moral, suelen usarse para significar que ya no existe un compendio de conceptos sobre lo que socialmente consideramos bueno, sobre las prácticas que nos parecen útiles para lograr el bien común y los preceptos que nos planteamos para conseguir ese bien común (otro día discutimos qué es el bien común).

Pero dan por tácito algo que no debería serlo: quién las dice. Por lo que podríamos reformular la frase anterior a “ya no existe el compendio de conceptos sobre lo que socialmente considero bueno”. Moral y valor son conceptos sociales y son tan mutantes como la sociedad que los sostiene. Hasta hace poco tiempo, la esclavitud, era parte de ese compendio de cosas “buenas”. Por lo que también requiere de un anclaje temporal, lo que nos lleva a dar un anclaje temporal a la frase anterior, para ser más claras: “ya no existe el compendio de conceptos sobre lo que socialmente consideré bueno cuando mi obrar podía influir en la sociedad”. Esto último “mi obrar”, se refiere a la franja etaria que tiene socialmente peso para modificar la realidad (no me olvido de las condiciones económicas), esto -aproximadamente- es: gente de entre 25 y 55 años. Menos que eso se es ‘muy’ joven o ‘muy’ vieja como para influir duramente en la transformación social (algo que me parece verdaderamente terrible).

Es antojadizo -y falto de pretensiones científicas- el anclaje temporal anterior (al igual que toda la nota), pero útil. Es la toma de conciencia de que la sociedad cambió hacia un rumbo que no es el que queríamos ni el que queremos. El problema es la destinataria de estas frases. Se trata mayormente de gente más joven que quienes sostienen la existencia de pérdida de valores y moral. Parece que esas jóvenes decidieron sin motivaciones, con discernimiento y voluntad plena, cambiar el rumbo de las buenas conductas por el que se les haya venido en ganas al momento de hacerlo, y que esto, casual o deliberadamente es malo.

Toda sociedad tiene valores y toda sociedad tiene moral (así como las personas que la componen). Hoy, la cosificación de la mujer, la especulación, la ganancia extraordinaria, el ejercicio de poder de manera vertical y otras aristas cuestionadas son parte de esos valores. Pero esta sociedad no salió de un huevo.

Allí está la autodisculpa: el costado adulto de la sociedad nota que las cosas no son como querían que fueran y… culpa a la juventud de que esto sea así. La pregunta es: ¿es justo responsabilizar por el comportamiento social a gente que consideramos irresponsable para conducir un auto?

Comparto que la sociedad no es lo que queremos que sea, y mirando el pasado reciente, creo que además no es la quisieron construir muchas jóvenes y adultas en los últimos 40 años. Ahora: esta sociedad no se hizo sola. Tampoco es producto de la decisión exclusiva de grupos poderosos sino de su conjunción con la acción, el aval o la inacción de quienes, estando también en condiciones de participar e influir en la configuración social pasada que origina la configuración actual, decidieron dejar que la realidad la hagan las demás, o que decidieron obrar a favor de crear el mundo que tenemos hoy. Detalle: no hacer, es una forma de colaborar.

Culpar a las jóvenes porque su ideario es tener millones de seguidoras en las redes sociales, o mostrar su desnudez en televisión es una de las injusticias más absurdas posibles. Las culpamos por vivir la sociedad que creamos, en la que vivimos, y a la que además no intentamos transformar.

“Ya no hay moral, ya no hay valores” es justamente eso: pedirle a una joven que tenga valores que no tiene de dónde tomar. La sociedad advierte cambios trascendentes en la vida cotidiana de las personas. Si de pronto las jóvenes tienen una conducta que no nos parece del todo sana, atacamos a lo que la genera. Pero erramos el punto y ahí nos corremos de nuestra responsabilidad.

Si nos parece que pasan mucho tiempo frente a computadoras, televisores y celulares, criticar a los aparatos no va a cambiar las cosas. Algo así sucedió con Internet. He escuchado hasta el hartazgo que producto de la tecnología las chicas ya no leen. Un total ridículo. Exagerando un poco es como decir que por culpa de la electricidad las personas ya no trabajan, sólo por que la vida es más cómoda que antes de su utilización para reducir el tiempo de jornadas laborales. En Internet, en computadoras y celulares, lo único que puede hacerse es leer, por lo que Internet, las computadoras y celulares, no tienen forma de disminuir la lectura, sino todo lo contrario.

Tal vez haya cierto margen de incomprensión al cambiar el soporte. Conozco enamoradas del papel, en parte yo soy una, pero el soporte no modifica a una obra. El Borges de los e-books es el mismo que el de los libros. Se responsabiliza a la juventud por escribir mal, por abreviar todo de una forma tan atroz que resulta incomprensible y que no colabora con el ejercicio mental que significa la escritura. Pero no se ve que parte del origen de esas abreviaciones está en que los mensajes de texto -una de las principales formas de comunicación de las chicas – tienen un límite de caracteres, si escriben uno de más, se cobran dos mensajes. Cuestionamos que escriban mal, pero les damos un aparato fantástico para que aprendan a escribir pésimo, y si no se los damos nosotras, es la misma sociedad la que le genera la necesidad de tenerlo. Y aquí el celular no es precisamente el culpable de que se escriba mal, sino, bastaría con dejar de utilizarlos. No nos cuestionamos el hecho de que estemos socialmente colaborando con la mala escritura en las más jóvenes al no cuestionar el sistema comercial de comunicaciones. No, las culpables son las chicas, que escriben mal porque quieren, o “porque todo está mal”.

Las chicas no crearon ni son responsables por el mundo en el que la forma económica de comunicarse es abreviando, no son responsables por la sociedad que rinde culto a lo frívolo, que se plantea que la fama se alcanza cosificándonos o desviviéndonos para ganar mucho dinero. No son responsables por la sociedad que las condiciona ni de los valores que esta sostiene. Lo serán cuando ya no sean chicas (y culpen a las que lo sean).

“Con Internet las chicas ya no leen” resulta una frase bastante extraña y cómplice. La crítica se lleva a la tecnología que permite ampliar enormemente las posibilidades de lectura. No está dirigida a las razones por las que a nivel general preferimos anestesiarnos con la TV antes que tomar libros para lo mismo (o con los fines que fuera). No está dirigida al contenido basura. No está dirigida al poco acceso que hay al conocimiento, a la formación, a la cultura, ni a la pobreza de los materiales que sí están a la disposición de la mayoría. Está dirigida a Internet, como si una herramienta pudiera ser culpable de que una sociedad no sea lo que las personas que la integran pretenden que sea.

El momento de cambiar, es ahora y aunque la crítica y la teoría son fundamentales, no alcanzan para generar cambios. La sociedad somos y la componemos todas, a diario, y el hecho de que otras personas decidan qué debemos hacer y qué podemos y qué no, el hecho de que nuestras hijas vivan en un mundo peor que el que queremos para ellas, el hecho de que escriban mal, que no lean lo que queremos que lean y demás, también es responsabilidad nuestra. Lo bueno es que también podemos hacer que todo esto sea como queremos. Basta con participar y pelear porque ese mundo mejor, todos los días desde el lugar que tenemos, en la casa, en la parada del colectivo, reclamando un vuelto, dejando de aplaudir a las vivas y todo ese compendio de acciones cotidianas contra las que creemos que no podemos hacer nada o de las que no nos sentimos responsables. Esto es responsabilidad nuestra. Pero para cambiar algo, hay que saber que existe: no hay ausencia de moral ni de valores, esta “moral” y estos “valores”, los hemos creado nosotras.

Que tengas buen fin de semana.

¡Happy Hacking!

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