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Ideario Hacker Ecosoberano

La mujer, para vivir en libertad, necesita de la combinación de ecologías en permanente desarrollo y conflicto. La vida humana tiene estadios de evolución que la han alejado del primitivo estadio de la anarquía; donde se vivía totalmente libre y carente del desarrollo desigual y combinado de las ecologías, que garantizan su libertad; y aunque esto parezca una contradicción en sí era un hecho cotidiano.

Es importante entender el concepto de libertad, para entender el concepto de ecología, más allá del planteo escolar de las plantas y los animales formando un conjunto.

Cuando hablamos de libertad, hablamos de una libertad que contiene como fundamento de su accionar la responsabilidad social y el compartir entre pares. Una libertad sin exclusión, ni impares; sólo así podremos asimilar el concepto de la evolución como un logro social del conjunto, y no de diosas o heroínas homéricas.

La humana,fue evolucionando paralelamente al desarrollo de la conformación de las ecologías, que la conforman como soberana de sí misma. En la práctica de una libertad que accionaba sobre el conjunto social y no sobre la individuo. El concepto de libertad primigenio es el de libertad de la comunidad, o sea una libertad que nos comprende a todas y podemos conocer, mejorarla, compartirla y aplicarlo socialmente. Sólo entonces podremos ser parte de las ecologías y no un virus.

Estas ecologías son 4: Social, Mental, Ambiental e Integral según el desarrollo propuesto por Leonardo Boff. Para esta exposición agregaremos el concepto de SOBERANÍA porque es este elemento lo que convierte a la humana en sujeto activa de la evolución y la sustentabilidad de cada ecología y de su combinación de forma que modifique su desarrollo.

La ecología ambiental se preocupa del medio ambiente, para que no sea excesivamente desfigurada, de la calidad de vida, y de la preservación de las especies en vía de extinción. Ve la naturaleza fuera de la ser humana y de la sociedad. Busca nuevas tecnologías menos contaminantes, privilegiando soluciones técnicas.

Es dentro de este concepto que nosotras introducimos 2 Soberanías fundamentales a la hora de preservar y ser sujeto de este ecosistema: LA SOBERANÍA ALIMENTARIA y LA SOBERANÍA TERRITORIAL (esta última como el derecho a la tierra y no como un planteo territorial limítrofe). Esta postura es importante porque busca corregir los excesos de la voracidad del proyecto industrial mundial, que siempre implica altos costes ecológicos.

Si no cuidamos el planeta como un todo podemos poner en grave riesgo de destrucción partes de la biósfera y, al límite, inviabilizar la propia vida del planeta.

La Ecología Social no quiere sólo el medio ambiente, quiere el ambiente entero. Inserta a la ser humana y a la sociedad dentro de la naturaleza. No se preocupa únicamente de embellecer la ciudad con mejores avenidas, plazas o playas más atractivas, prioriza también el saneamiento básico, un servicio de salud inclusivo (SOBERANÍA SANITARIA) y una buena red de escuelas (SOBERANÍA EDUCATIVA). La injusticia social significa violencia contra el ser más complejo y singular de la creación, que es la ser humana, hombre y mujer. Ella es parte y parcela de la naturaleza. La ecología social propugna un desarrollo sostenible, que atiende a las carencias de las seres humanas de hoy sin sacrificar el capital natural de la Tierra, tomando también en consideración las necesidades de las generaciones del mañana, que tienen derecho a satisfacerse y a heredar una Tierra habitable, con relaciones humanas mínimamente justas.

El tipo de sociedad construida en los últimos 400 años impide realizar un desarrollo sostenible.

Es energívora, ha montado un modelo de desarrollo que saquea sistemáticamente todos los recursos de la Tierra, y explota la fuerza de trabajo.

La ecología mental llamada también ecología profunda, sostiene que las causas del déficit de la Tierra se deben al tipo de sociedad que actualmente tenemos y al tipo de mentalidad predominante, cuyas raíces remontan a épocas anteriores a nuestra historia moderna, incluyendo la profundidad de la vida psíquica humana consciente e inconsciente, personal y arquetípica (SOBERANÍA AFECTIVA).

En nosotras existen instintos de violencia, voluntad de dominio, arquetipos sombríos que nos alejan de la benevolencia con relación a la vida y a la naturaleza. Dentro de la mente humana se originan los mecanismos que nos llevan a la guerra contra la Tierra. Y se expresan mediante una categoría: el antropocentrismo. El antropocentrismo considera a la ser humana reina del universo. Las demás seres tienen sentido ordenadas a la ser humana están ahí para su disfrute. Esta interpretación rompe con la ley más universal: la solidaridad cósmica. Todas las seres son interdependientes y viven dentro de una intrincadísima red de relaciones. Todas son importantes.

No es posible que alguna sea reina y se considere independiente, sin necesidad de las otras. La moderna cosmología nos enseña que todo tiene que ver con todo en todos los momentos y en todas las circunstancias. La ser humana olvida esa intrincada red de relaciones. Se aleja de ella y se sitúa sobre las cosas, en lugar de sentirse al lado y con ellas en una inmensa comunidad planetaria y cósmica. Es necesario recuperar las actitudes de veneración y respeto a la Tierra.

En el imaginario de las fundadoras de la sociedad moderna el desarrollo se movía entre dos infinitos: el infinito de los recursos naturales y el infinito del desarrollo hacia el futuro. Pero dichos presupuestos han revelado ser una ilusión. Los recursos no son infinitos, la mayoría se está agotando, principalmente el agua potable y los combustibles fósiles. Y el tipo de desarrollo lineal y creciente hacia el futuro no es universalizable. Por lo tanto no es infinito. Si las familias chinas quisieran tener los automóviles de las familias norteamericanas, China se convertiría en un inmenso estacionamiento. No habría suficiente combustible y nadie podría moverse.

Carecemos de una sociedad sostenible que encuentre para sí el desarrollo viable que satisfaga las necesidades de todas. El bienestar no podrá ser solamente social, tendrá que ser sociocósmico. Deberá atender a los demás seres de la naturaleza, como las aguas, las plantas, las animales, las microorganismos, pues todas juntas constituyen la comunidad planetaria en la que nos incluimos y sin ellas nosotras no podríamos vivir.

Finalmente, la cuarta –ecología integral- parte de una nueva visión de la Tierra, inaugurada por las astronautas a partir de los años 60, cuando se lanzaron las primeras naves tripuladas. Ellas vieron la Tierra desde afuera. Desde la nave espacial o desde la Luna, la Tierra –según el testimonio de varias de ellas- aparece como un resplandeciente planeta azul-blanco que cabe en la palma de la mano y puede esconderse detrás del dedo pulgar. Desde esa perspectiva, Tierra y seres humanas emergen como una misma entidad. La ser humana es la propia Tierra que siente, piensa, ama, llora y venera. La Tierra surge como el tercer planeta de un sol, uno de los 100 mil millones de soles de nuestra galaxia, que es a su vez una entre 100 mil millones de otras del universo, universo que posiblemente es uno entre otros paralelos y distintos al nuestro. Y nosotras, seres humanas, hemos evolucionado hasta el punto de poder estar aquí para hablar de todo esto, sintiéndonos ligadas y religadas a todas estas realidades. Todo caminó con una precisión capaz de permitir nuestra existencia aquí y ahora. De no ser así no estaríamos aquí.

Las cosmólogas, gracias a la astrofísica, la física cuántica, la nueva biología, en una palabra a las ciencias de la Tierra, nos hacen ver que todo el universo se encuentra en cosmogénesis. Es decir, está todavía en génesis, constituyéndose y naciendo, formando un sistema abierto y libre, capaz siempre de nuevas adquisiciones y expresiones. Por lo tanto nada está acabado y nadie ha terminado de nacer. Por eso tenemos que tener paciencia con el proceso global, unas con otras, y con nosotras mismas, pues nosotras humanas también estamos en proceso de antropogénesis, de formación y de nacimiento. En la cosmogénesis y la antropogénesis sucedieron tres grandes emergencias: (1) la complejidad/diferenciación,(2) la auto-organización/conciencia, (3) la religación/relación de todo con todo. A partir de su primer momento, después del Big-bang, la evolución ha ido creando seres cada vez más diferentes y complejas (1). Cuanto más complejas más se auto-organizan, mostrando mayor interioridad y niveles más altos de conciencia (2), hasta llegar a la conciencia refleja en la ser humana. El universo, como un todo, posee profundidad espiritual. Para estar en la ser humana, el espíritu estaba antes en el universo. Ahora emerge en nosotras como conciencia refleja y amorización. Y cuanto más compleja y consciente, más se relaciona y se religa (3) con todas las cosas, haciendo que el universo sea realmente multi-verso, una totalidad orgánica, dinámica, diversa, tensa y armónica, un cosmos y no un caos.

Las cuatro interacciones existentes, la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil constituyen los principios rectores del universo, de todas las seres, también de las seres humanas. La galaxia más distante se encuentra sometida a la acción de estas cuatro energías primordiales, lo mismo que la hormiga que camina por mi mesa y las neuronas del cerebro humano con el que hago estas reflexiones. Todo se mantiene religado en un equilibrio dinámico, abierto, pasando por el caos que es siempre generativo, pues propicia un nuevo equilibrio más alto y complejo, desembocando en un orden rico en nuevas potencialidades.

Como verán todas las ecologías están cruzadas por SOBERANÍAS necesarias a la mujer para proteger el mundo en que vivimos. Tanto las ecologías como las soberanías que las integran y su desarrollo desigual y combinado que nos permiten ver la evolución humana como un proceso no estanco y no lineal. Pero todas las ecologías y sus soberanías de la humanidad se contraponen a la ecología y la soberanía del capitalismo. El capitalismo posee una ideología contraecológica donde la sustentabilidad es alterar los biomas ambientales sin medir las consecuencias. Así MONSANTO ha desarrollado su soja transgénica que se siembra en la pampa argentina, en el chaco sudamericano, o en la Sierra Central con altos rindes pero destruyendo las especies e imponiendo un pensamiento al nivel de la conciencia que justifica la destrucción de bosques y la contaminación de ríos en pos de una sustentabilidad mentirosa.

Creando las fantasmas del abismo antitecnológico, de las ludmitas punk o ciberludmitas o de las ecoterroristas o econazis; para justificar sólo una lógica la del capitalismo que prima la mayor ganancia posible a la sustentabilidad posible.

¿Los recursos deben explotarse? Por supuesto que sí; la vida sería inviable sin servirnos de los recursos, el problema es cómo servirnos de esos recursos y si ese servirnos excluye a impares del ejercicio de la libertad y las soberanías. Porque esa exclusión, ese afuera estructural de las ecologías tiende a convertirse en un afuera permanente.

Un afuera permanente que genera violencia y caos, entre las no incluidas; y un miedo permanente y una vigilancia demandada, que suplanta todo vestigio de libertad.

Pero ser soberana y construir sistemas ecologicos es una decisión de todas y de cada una; el sistema como poder sólo demanda mayor ganancia, porque su lógica es la de las corporaciones que lo financian.

Bibliografía
– Boff, L., Una cosmovisión ecológica: la narrativa actual, en Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres, Trotta, Madrid, 1996.
– Crema, R., Introdução à visão holística, Cultrix, S.Paulo 1997.
– De Duve, C, Poeira vital. A vida como imperativo cósmico, Campus, Rio de Janeiro 1997.
– Gadotti, M., Pedagogia da Terra, Editora Fundação Peirópolis, S.Paulo, 2001.
– Hawking, S., El universo en una cáscara de nuez, Planeta, Barcelona, 2002.
– Müller, R., O nascimento de uma civilização global, Aquariana, S.Paulo 1991.
– Zohar, D., La conciencia cuántica, Plaza&Janés, Barcelona, 1992

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