ricos y pobres 2

Distribuir la riqueza no es hacer la revolución

 

Nota de la Editora: a pedido de locomalo en los comentarios, te recomendamos leer también esta nota donde explicamos la diferencia entre gratis y libre. En caso de que no conozcas la diferencia entre software libre y software abierto te recomendamos esta nota.

Vivimos en tiempos donde decir la verdad es un acto revolucionario, con una libertad elitista, una libertad sin ética.

Hace ya un par de años las discusiones en las listas de software libre están teñidas de inversión de los conceptos y lesión a la ética más básica del concepto. A veces la mentira se dice desde las posiciones del saber, y se legaliza desde el poder. En estos momentos decir la verdad es revolucionario como decía mi escritora favorita George Orwell.

Hoy discutiendo en la lista Anillo; esta es la lista de las “Usuarias del Software Libre Argentina”, me encuentro con las mismas chicanas que ya se hicieron costumbre dentro de estos movimientos.

Hace unos cuatro años atrás me vi ante la decisión de seguir en SOLAR (Software Libre Argentina) o LUNAR (Fork de SOLAR compuesto por el sector ortodoxo).
Me vi entonces discutiendo con Marcos Guglielmetti o Diego Saravia; impulsores del soft libre y de dos de las distribuciones libres aceptadas por la FSF (Foundation Software Free) y que junto a Dragora nacieron en estas latitudes. Con ellos aprendí que las libertades propuestas para el software libre podían trasladarse a otros espacios de nuestra cotidianidad.

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La amenaza más grande es la aceptación del concepto del Open Source (Fuente Abierta) como definición del software libre. Pero es lo que se impone como verdad hoy.

Entonces vemos a gobiernos que se rasgan las vestiduras proclamando su adopción del software libre; pero cuando accedemos a sus fuentes vemos que contienen fuentes cerradas o propietarias o que no pueden modificarse.

Este es el caso de Canaima y otras distribuciones impulsadas por gobiernos progresistas y que se erigen como “revolucionarios”.

He pensado mucho en este problema y llegue a la conclusión de que la profecía de Orwell en 1984, se había cumplido. Pero de manera más sutil de lo que había planteado el ucronista británico.

Se ha construido un neolenguaje, pero no reemplazando palabras, sino directamente vaciándolas de significado. Ahora ser revolucionaria no era transformar el mundo; era simplemente repartir un poco el sobrante de la plusvalía producida por los pueblos. El dokos (careta-telón) se había perfeccionado, se podía engañar a la mayoría de las personas con políticas que parecen apuntan a hacer un mundo más igualitario y justo; cuando en realidad lo que hacen es profundizar la exclusión y la desigualdad.

Un ejemplo es el tema de las patentes. Es lo mismo una patente o un derecho de autora sobre una novela, una canción, un programa o software, una semilla, una cadena de ADN o una formula química. Sin embargo; nos han convencido de que si bajamos una canción, una película o una novela de internet somos unas piratas y nos pintan como parte de una mafia de traficantes. Lo mismo pasa con las campesinas que mantienen sus semillas criollas, cuando se encuentran con que esa variedad esta patentada por alguna multinacional de transgénicos.

El discurso de oposición a las corporaciones cae cuando se aprueban leyes que les ceden los bienes comunes a estas. Entonces nos encontramos con que la tercera parte de las tierras en la llamada República de la Soja, que contiene al centro y norte argentino, este boliviano, Paraguay y sur brasilero; son de estas corporaciones productoras de agroquímicos y transgénicos.

Cuando analizamos un poco más nos encontramos que las corporaciones del software, son grandes accionistas de las corporaciones relacionadas al agro y a los laboratorios.

Las corporaciones hoy dominan el mundo y deciden la conveniencia de un gobierno u otro. Más allá de los grandes discursos la verdad se ve a simple vista cuando vemos las leyes que benefician a multinacionales como MONSANTO, CHEVRON o MICROSOFT.

Esto sólo puede lograse con un aceitado mecanismo que hace invisible lo evidente.

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En Argentina por ejemplo; podemos ver a empresas como MONSANTO, DUPONT o SYNGENTA teniendo el monopolio de las semillas; leyes que protegen fuertemente su monopolio. Estas empresas no tienen ningún otro objetivo que la acumulación y como decía el economista Hilferding en el Capital Financiero “…su deseo es el control absoluto”. Para lograr ese control absoluto no escatiman medios por eso podemos ver a muchas de estas empresas incluida MICROSOFT como inversionistas principales de la BLACK WATER; la mayor proveedora mundial de mercenarias. Nada es tan simple.

Apoyando el Open Source apoyás el libre comercio que esclaviza a las personas. Una libertad elitista. Una libertad sin ética.

Cuando apoyamos el software libre apoyamos la colaboración entre pares, que buscan un mundo sustentable, sin sistemas de control, ni disciplinamiento. Cuando apoyamos el software de fuentes abiertas apoyamos el libre comercio que esclaviza a miles de personas, una libertad elitista, a personas como Raymond que apoya la Ley del rifle norteamericana, que permite a todas las ciudadanas a andar armadas. Una libertad sin ética.

Cuando apoyamos el software privativo apoyamos los sistemas de control, vigilancia y disciplinamiento. El poder de unas pocas privilegiadas sobre la mayoría; la exclusión en su máxima expresión.

Mientras no se entienda qué apoyamos y se sea consecuente con esa elección en la vida cotidiana; nuestra esclavitud será más evidente que si lleváramos grilletes.

image/svg+xmlTribuna Hacker existe gracias a

2 comments

  1. locomalo! bienvenida! comentarios como el tuyo hacen que los medios mejoren, gracias por eso! Alguna vez escribimos sobre eso, aquí podés verlo, agregaremos también el enlace en al nota, gracias por meter la cuchara!!

  2. Linda nota, lástima que es sólo para entendidos, mejoraría mucho con una referencia a las diferencias entre software libre y software de código abierto. No recuerdo ninguna referencia ahora, sino en vez de esta crítica ponía el enlace.
    Saludos!

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