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Segregación y Seguridad: sentirse reprimidas para sentirse libres

Ante tanta autosegregación y pedido de mano dura, la única sensación vinculada a la “seguridad” es la de libertad.

Tal vez sea algo de larga data. Me corrijo: seguro es algo de larga data. Pero es algo oscilante. O tal vez lo sea mi atención con el asunto. Pero es verdaderamente sorprendente la vocación que tienen ciertos sectores y personas, por ser reprimidas.

En la búsqueda de una realidad que no existe -y que además no quieren construir- muchas personas se aislan en barrios privados a buscar “tranquilidad”, “seguridad”, “buena gente” y cuestiones afines. Así, cuando tras algún hecho terrible aparecen las marchas de la mano dura, o afiches de campaña nos prometen “tolerancia cero” y “derechos humanos para las que cumplen con las leyes” algunas se regocijan con la idea. Me imagino que son las mismas que se sienten más seguras cuando hay cámaras filmando o cuando la ciudad está plagada de militares y policías que, sin tener muy en claro qué están haciendo, pasean, para mostrar que están allí, para que todas podamos sentir el horror de su presencia, y con eso, pensar que además vamos a estar seguros, porque ese horror desmotiva que suceden ciertas cosas.

Tal parece, que lo hace que estas personas se sientan seguras es sentirse observadas, saber que alguien les está siguiendo el paso, que alguien las controla, y piden eso, están en su derecho, bueno, siempre que no pidan cosas como lo de los slogans de campaña de más arriba. Porque algunas dicen en serio esas barbaridades. Lo raro, es que no sea ilegal proponer como premisa política algo tan repudiable como la “tolerancia cero”. Lo repudiable, es lo que significa la tolerancia cero. Porque si una lo piensa desde lo semántico, podría entenderse que “tolerancia cero” significa en realidad que no habrá excepciones ante la ley. Cosa que creo compartirán aquellos que están hoy cumpliendo condenas.

¿Te parece raro que diga eso?
Mirá, hay algunas personas que están presas por robar 400 mangos, que estuvieron durante todo el proceso en la cárcel, que además tuvieron que vivir cosas terribles ANTES de que se determinara que eran culpables (sufrieron de más). Y está el padre Grassi, viviendo frente a la institución donde cometió los delitos -que además está probado que cometió-, pasando el proceso (7 años) en libertad, “cumpliendo” varios años (cuatro) de su “condena” en libertad.

Tolerancia Cero, supongo, es que se va a pelear porque no haya presas de primera y presas de segunda, porque tampoco hayan diferencias en el trato con la policía entre una limpiavidrios y una empresaria, porque las cárceles no sean depósitos de gente donde algunas tienen baño privado y otras conviven con sus excrementos en una bolsa. Si es el caso. Tolerancia Cero para todos, por favor.

Pero algo me dice que no es así, será que soy un prejuicioso y un mal pensado.

En Mendoza está pasando algo muy raro. [pullquote position=”right”]Luego de estos años donde ser de derecha o incluso fascista se ha tornado políticamente incorrecto, la competencia de los partidos es por quién es más fascista[/pullquote], quién promete más represión, quién promete más persecución, quién promete un trato más cruel y desigual. Raro, ¿no?

Y tal es la competencia por ser fascista, que salen candidatas a adjudicarse la autoría de promesas por las que deberían haber sido denunciados.

Hace un tiempo, algunas lectoras comentaban que los Estados no son autoritarios, es algo que podemos discutir, y que además nos parece saludable que sea discutido. También nos planteaban que no podemos ser anarquistas. Pero discutir no es jugar a quién grita más fuerte, ni quien tiene la lengua más filosa, ni tampoco a quién sabe más. Por otro lado, [pullquote]dar una discusión donde son imposibles las conclusiones, no tiene mucho sentido[/pullquote]. Qué se yo. Jamás me sentaría a discutirle a un torturador los motivos que lo llevaron a torturar, simplemente lo demandaría y lucharía porque se lo condene. ¿Qué hay para discutir ahí?

Últimamente hay un compendio de militantes que gustan de cosas similares a los que buscan que los repriman. La que busca ser vigilada “para que no le pase nada”, busca que la repriman, busca tener menor libertad para poder sostener esa idea falsa de seguridad. Hay otras, que en lugar de que las repriman, buscan que les digan lo que quieren escuchar.

En estos casos, los afiches no buscan prometer una acción, buscan tapar con frases bonitas (que sólo existen como frases) las acciones horrendas que existen como hechos (pero no existen como frases). Al punto de que [pullquote position=”right”]no sería disparatado pensar en un dique de cola tapado con un cartel que diga que los líquidos que contiene están de acuerdo a la más moderna legislación[/pullquote] (que es una gran forma de no hablar del MONUMENTAL AGUJERO que significa un dique de cola).

De esta forma, así como la que busca “seguridad” busca ser perseguida, la que busca ese pseudo progresismo acrítico que sólo escucha, busca que no le digan, diciendo.

Lo sentimos por nuestras lectoras, éste no es un espacio demagogo donde van a encontrar lo que les gustaría que les digamos, van a encontrar lo que opinamos, pero claro, sin esconderlo. Algunas veces coincidiremos, otras no, y están invitadas a participar, incluso a insultarnos, para eso están abiertos los comentarios en todas nuestras notas y por eso también respondemos a aquellas que tenemos algo que responder. También nos gustaría que opinen como nosotras, pero no las vamos a tratar de engañar para que lo hagan. Ni vamos a competir por “quién tiene la razón”.

¿Por qué?

Porque creemos que el movimiento se demuestra andando. Si vos preferís tratarnos de fachas porque cuestionamos los criterios mediocres y mentirosos con que se está hablando hoy de software libre en muchos sectores del estado, estás eligiendo no escuchar. En lugar de pararnos en la vereda de enfrente, deberías ponerte a pensar si hay alguna remota posibilidad de que la crítica tenga asidero, y si alguna de nuestras críticas te sirve para mejorar, que es lo que queremos que hagas. Porque vos, que nos tratás de fachas, querés algo parecido a lo que queremos nosotras. Y en el caso del software libre queremos lo mismo, al menos en discurso. Yo me pregunto: si queremos lo mismo…¿por qué yo soy facha? ¿Porque te marco un error? Porque ahí donde te hablamos de software libre, vos nos contestás con insultos.

Es como la discusión con el torturador. Imaginate esta charla:

Locutor 1: “Ud. está acusado de violar y torturar hasta la muerte a Pepito Flores”
Locutor 2 (Asesino): “Sí, pero lo hice porque él es una mala persona”
Locutor 1: “Ah, claro, disculpe Ud. ¡Oficial! ¡Libere a este hombre!”

En el absurdo anterior, se pasa por alto violación, torturas y asesinato. Nada de lo que diga esta persona va a hacer que lo que hizo no sea un delito, pero tras algo tan general y aceptado como que existen algunas “malas personas”, se produce un acuerdo y la asesina pasa a ser una justiciera. En el absurdo anterior, se puede justificar algo tan atroz con algo tan nimio como un calificativo (“mala persona”), y sin mediar ningún tipo de análisis se traspasa la autoridad de la cuestionada a la de una cuestionadora, y como están ambas en lo mismo, entonces está bien.

¿En qué lugar quedan las demás? Y… si no están del mismo lado quedan enfrente, y en consecuencia, son ellas las repudiables.

Bueno, sí, decimos esto porque somos muy fachas. ¿No?

¡Happy Hacking!

 

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