Cuando la “justicia” es barbarie

linchado

Hace una semana larga un joven sale en su moto a robar. Es la primera vez que va a hacerlo, pero no es excusa. Tampoco es excusa que está cansado de salir a buscar trabajo en una ciudad donde poner en el currículum vitae que vivís en la villa es sinónimo de indeseable. La pobreza es sinónimo de criminalidad, no importa que el crimen mueva millones.

Por eso que cincuenta “justicieros” lo hayan linchado es aplaudido en todas las redes; por eso los medios se cuidaron de aclarar que unos metros antes de donde fue atrapado y muerto a golpes, le había arrebatado la cartera a una mujer con una niña en brazos. Los mismos medios que repiten hasta el cansancio cada robo, cada salidera y cada asesinato; sólo pasaron brevemente este “exceso de ciudadanas cansadas de la inseguridad”. [pullquote]Tampoco dijeron que la madre de este motochorro decidió donar los órganos de su hijo asesinado a la misma sociedad que se lo mató[/pullquote].

Yo crecí en esa ciudad. Caminé por las calles de Rosario toda mi vida hasta que en la década del noventa la destrucción del cordón industrial, el cierre de comercios tradicionales del centro rosarino dieron a la ciudad esas hordas de desocupadas que poblaron sus calles y acrecentaron sus asentamientos.
Toda historia tiene dos versiones la de la perdedora y la de la ganadora. En esta historia hay cincuenta y dos historias de perdedoras y una escrita por la única ganadora.

Existen cincuenta rosarinas que tienen sus manos y su conciencia manchada con sangre, que[pullquote position=”right”] se excusan en el anonimato de la horda y en el cansancio por la inseguridad para limpiar su conciencia de un asesinato bárbaro[/pullquote], terriblemente cruel. Cincuenta rosarinas que deben ser juzgadas por su crimen de la misma forma que lo hubiese sido ella de haber sido entregada a la justicia.

La excusa será que entran por una puerta y salen por la otra.¿Y entonces? ¿Cuál será la alternativa? ¿La justicia por mano propia, el ojo por ojo como era en las sociedades primitivas? ¿Olvidaremos que somos una comunidad y nos moveremos como una banda de salvajes, implantando el terror? ¿Votaremos a aquellas candidatas de la mano dura, la tolerancia cero?

Después de leer cada comentario del Face aplaudiendo a las cincuenta primitivas linchadoras, seguidas por el posteo de un Mazza que promueve la tolerancia cero. Me pregunto si las construcciones de la tecnología se han introducido tanto en nuestras conciencias que hemos perdido nuestra humanidad. Si no seremos sólo replicantes (copias de nosotras mismas, sin humanidad) que deambulan aceptando la verdad de nuestra creadora.

Entiéndase qué estoy diciendo; porque no faltará quien diga una estupidez como que esto es amarillismo, que victimizo a la verduga, y un largo etc. de sandeces. Estoy diciendo que para tener seguridad, ciudades como Rosario deben abandonar su camino de exclusión donde las pobres son reubicadas y se planea una ciudad para la clase ABB+; con grandes shoppings, grandes conglomerados, barrios privados, seguridad privada, todo arancelado.

Una ciudad donde las docentes están mediocremente pagadas, donde las villas crecen exponencialmente, la droga es junto al mercado inmobiliario el “gran” negocio. Una ciudad donde las capas son las socias de las jefas de policía; donde las políticas son las socias de las rematadoras y desalojadoras inmobiliarias.

En Rosario el ejercicio de las tecnologías que trabajan sobre los cuerpos pueden apreciarse a simple vista; las tecnologías de la exclusión son cada vez más evidentes arrojando a las pobres a verdaderos ghettos que se transforman en zonas liberadas, donde la policía recluta a las jóvenes para que roben y trafiquen para ellas. Donde también las ejecuta cuando se niegan a hacerlo o ya están muy quemadas para serles útiles.[pullquote] Las políticas han optado por la negación como instrumentación de otra realidad que les permita un espacio de relato donde puedan seguir cosechando poder[/pullquote].

Rosario; fue una de las primeras ciudades digitales del país, con proyección internacional. Usó tecnologías libres para la administración pública, incluso se desarrolló un GNU/Linux propio: Munix. Se aplicaron tecnologías para implantar el gobierno abierto basado en la transparencia; se utilizaron tecnologías de descentralización donde el consejo y el ejecutivo Municipal se reúnen con las vecinas y se vota un presupuesto descentralizado, basado en las necesidades de la gente. O al menos eso fue lo que se planteó como objetivo.

A veinte años de gobierno socialista nos encontramos con una ciudad ordenada, urbanísticamente progresista, con una salud garantizada y una descentralización saludable.

Pero también nos encontramos con una ciudad donde la exclusión ha crecido cualitativamente, donde su estructura policial se ha convertido en un troyano que altera el código constantemente convirtiendo los posibles logros en malware.

Una ciudad basada en el Imperio de la Ley, pero ese imperio está basado en la cotización que ordena el juez. Rosario es el ejemplo más claro de la dirección a no seguir por el gobierno abierto.

Un gobierno que proclama transparencia pero no puede ser revocado, donde sus políticas pueden votar su dieta sin que ninguna ciudadana pueda modificarla, donde la políticas se basan en un plan urbano pero no social, donde las pobres son cada vez más pobres y las ricas cada vez más ricas; solo es un gobierno neoliberal maquillado de transparencias difusas.

Tan difusas como la impunidad que da la horda primitiva a cincuenta sicarias.

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