Las Fuerzas Armadas ya no son necesarias

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Con las armas un mundo feliz, basado en la colaboración y la solidaridad es imposible.

Cuando era chico, mi abuelo me llevaba con él a recorrer el trayecto Rosario-Tucumán en la máquina de la que era conductor. Su compañero era un alemán que dijo haber luchado con Rommel y era antifascista; lo que le valía las cargadas de mi abuelo, y él pacientemente trataba de explicarle que ellos (por los Afrika Korps) no eran nazis, solo eran soldados.

Más allá de la anécdota, recuerdo una historia que sabía contar sobre dos oficiales uno británico y otro alemán, que habían luchado una y otra vez desgastándose pero ninguno lograba propinar una derrota importante al otro. Entonces un día, los alemanes, ven llegar al británico ya cayendo la tarde; acompañado de otros dos soldados un escocés y un galés. Contaba este fogonero, que el oficial británico llegó al campamento y saludo al oficial alemán. (Esto a decir verdad fue bastante común en la guerra del Afrika Korps, ya que ambos bandos trataron de mantener esa guerra en un conflicto de caballeros, donde los SS eran mal vistos por ambos bandos).

Entonces el oficial británico le propuso al alemán definir su batalla personal en una partida de ajedrez; el que perdía le entregaba al otro su mapa de reservas de agua y se entregaba a su adversario. Cuenta este hombre que acompañó durante veinte años a mi abuelo en el ferrocarril «La estrella del Norte»; que la partida duró tres horas y que después de burlar dos jaques, el británico pudo asestar un jaque mate final al oficial alemán. Este como había prometido se entregó a su adversario y entrego su mapa de reservas de agua; el británico lo escoltó hasta el campo de prisioneros y un tiempo después los ayudó a huir rumbo al continente, fue ahí que el narrador de la historia dijo embarcarse hacía México y luego termino aquí en Argentina.

Nunca pude confirmar esta historia; pero siempre me gustó. Dos hombres inteligentes que ponen las vidas de todos sus hombres por encima de todo y buscan una alternativa para dirimir esas diferencias. Esto me lleva al tema original de esta historia: ¿Son necesarios los ejércitos?

El sostener ejércitos, a los que se dota de las armas más modernas y mortíferas que el hombre haya podido crear, se han convertido en una piedra para las naciones, para lograr la tan ansiada paz y durante la democracia, en peligros evidentes para la continuación de los procesos de innovación y desarrollo para el progreso colaborativo y la tranquilidad de sus sociedades.

Entonces; ¿Por qué se mantienen ejércitos; con la excusa de supuestas amenazas de un enemigo externo; cuando lo más probable sea que se transforme en un ejército cipayo de ocupación? ¿Porque se sigue manteniendo una estructura que exige grandes inversiones en personal y armamento; que podrían destinarse a áreas mucho más criticas como educación o salud?

La realidad histórica es que los ejércitos sólo han servido para expandir el miedo de los pueblos hacia Imperio

La realidad histórica es que los ejércitos sólo han servido para expandir el miedo de los pueblos hacia Imperios como Roma; Inglaterra; Castilla y Aragón; Otomanos; Francia; Alemania y el hoy global EEUU. Los ejércitos han servido en momentos de vacío de poder, de descontento popular, de derrumbe económico; para mantener el poder de los explotadores y saqueadores de la nación. También con ayuda de los medios de comunicación y de propaganda han colaborado en la construcción del enemigo externo, las más de las veces inexistentes; y promulgado como solución la mano dura. Que en nuestra América, pero hablando de enemigos internos con la doctrina de la seguridad nacional, se ha traducido en desaparecidos, asesinatos en masa y exclusión de todo tipo. También está el tema del «llamado de la patria»; « la custodia de los colores de la enseña patria»; «la defensa de los valores de la nación» que no son más que frases echas que dan a los militares el monopolio del patriotismo.

Ya ha quedado harto demostrado que esos «intereses de la patria» que dicen defender no son más que la garantía de sus propios beneficios. La medida de sus propios intereses y ganancias; un general gana muchísimo más que un director de escuela por un servicio muchísimo menos rentable al conjunto de la sociedad. Creer que la fuerza de los militares garantiza en alguna medida los valores de la nación y la honradez de los funcionarios; es un paradigma peligroso, además de un embuste.

Las fuerzas armadas son, en el mejor de los casos, un freno a todos los progresos democráticos de la Nación.

Los países democráticos tienen que instrumentar la consecuente disolución de las fuerzas armadas nacionales y en el mejor de los casos una reestructuración de las fuerzas armadas que las inserte pueblo a pueblo y las convierta en instructoras y parte de los pueblos. Un ejército sin generales que obedezca las necesidades operativas de cada población.

Pudiendo destinar la altísima inversión en mantener una estructura inútil y obsoleta en educación, salud y vías férreas que hagan al futuro y el progreso del país, en un ambiente de paz y colaboración.

Sí estudiamos la historia de nuestros países en el último siglo y medio; o como dijo Hobsbawm «el siglo largo»; veremos una seguidilla de golpes militares que proclamando el «bien de la patria»,la «guerra a los intereses foráneos», «la 2° independencia» ; solo nos han sepultado en un exacerbado colonialismo, la sumisión a los más variados intereses foráneos; y la más profunda dependencia. Basta con recorrer nuestra historia, la de Chile y Paraguay; para cansarnos de inventariar militarismos nacionalistas que solo fueron sostenidos con un objetivo: la entrega.

Después tenemos los casos de las «ocupaciones liberadoras»; que promulgan una guerra a pedido de los elementos que luchan por la libertad y ocupan un país con distintas excusas desde las armas nucleares, a las armas biológicas o la necesidad de detener al sanguinario dictador: Pero cuando nos ponemos a examinar estas guerras notamos y podemos comprobar con documentos inclusive que se han emprendido en beneficio de los intereses de las multinacionales encaramadas en los países ocupantes.
Un elemental cálculo de probabilidades en base a los últimos cincuenta años nos dice que las fuerzas armadas, no sólo no son necesarias(no aportan nada a la defensa de los pueblos, ni a su progreso) sino que son, más bien, perjudiciales (abortando procesos de profundización democrática y de distribuciones más equitativas).

Hoy por hoy las Fuerzas Armadas tienen un solo objetivo: sostener el lucrativo negocio de las armas. Para eso es necesario mantener al enemigo interno y externo; proclamar la amenaza a la Nación.
Hoy son los Milani los que reemplazan a los Mosconi, San Martín, Belgrano y Valle. Eso creo que ya nos dice algo.
Es hora de cambiar el paradigma. Tal vez por el de la historia que me contaba el fogonero alemán de mi abuelo; definir las batallas con una partida. Hoy inclusive podemos luchar cibernéticamente y morir virtualmente hasta la próxima guerra tras el Game Over.

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