La Marcha de las Putas

violacion

Este 24 de marzo se realizó La Marcha de las Putas para no olvidar que en esta democracia de la “dekada” ganada y de los treinta años de movilizaciones, alfonsinisma, menemisma y kirchnerisma; han desaparecido cientos de mujeres sin dejar más rastro que la melancolía de sus seres queridas y un derrotero de fantasmas donde son vistas hasta en dos lugares a la vez. Estas mujeres siguen desapareciendo todos los días; con las complicidades de políticas, policías, gendarmes y empresarias de la noche.

¡Basta de Trata!

Esta intervención la realizó un colectivo de mujeres autoconvocadas y autodenominadas “La marcha de las putas”. La estrategia de intervención fue clara y por ello totalmente eficaz. Se pararon entre las columnas de la Marcha por la Memoria y en aquellos lugares donde lograban mucha visibilidad como fue el Teatro del Libertador y la Fuente frente al Patio Olmos, frenteaban los carteles que llevaban cada una mostrando a una desaparecida en democracia. Ellas marchaban vestidas de negro, solas.

Solas, a pesar de estar rodeadas de cientos de miles de militantes y pueblo con memoria. Solas, a pesar de que mucha gente les manifestaba su apoyo. Esa soledad que solo creo puede entender hoy por hoy una madre o una abuela de la plaza. Una soledad que reside en lo más recóndito del alma buscando a ese otro que nos arrancaron pero que no podemos llorar.

Esa soledad que me recuerda que una desaparecida es una no muerta, alguien que no puedo llorar porque no sé donde está, ni abrazar porque no está. Hace miles de años la desaparecida era el resultado de nuestra incapacidad tecnológica y de los alcances que lográbamos sin que pudiésemos controlar esa tecnología. Pero en la Edad Media o en la Modernidad -en menor medida- una desaparecida era una persona que se consideraba fallecida. No se la buscaba porque se conocía el resultado de la búsqueda; esa realidad cambió con la práctica de la trata de personas. Con el esclavismo secuestrando hombres y mujeres en África o inclusive – como puede verse en la recientemente multipremiada “12 años de esclavitud”- afroamericanas; después fue continuada por el rapto de mujeres blancas para ser llevadas a los prostíbulos de oriente medio, el norte africano y la India, donde eran drogadas y sometidas a esa forma de esclavismo que llamamos prostitución. Hoy con una tecnología muchas veces extrema, con formas de desarrollo que proclamamos más humanas; [pullquote]la prostitución es justificada y tolerada en más de una forma por nuestras legislaciones[/pullquote].

En la marcha muchas personas quedaron confusas, inclusive se sintieron raras y hubo algunas a quienes les pareció inapropiado; muchas se acercaban y preguntaban a estas mujeres de qué se trataba y ellas respondían con paciencia cada palabra; otras muchas se acercaron a manifestar su apoyo a la lucha por acabar con ese flagelo que es la trata de personas en nuestro país. Como apunto anteriormente, la trata de personas existe desde hace muchísimo tiempo y se ha intentado legislarla anteriormente, siempre con mediocres resultados. En Argentina se acaba de legislar sobre el último trimestre del 2013 una ley de Lucha contra la Trata de Personas y aún no ha sido reglamentada por el Poder Ejecutivo. Los tiempos de la ley son crueles y totalmente idiotas (uso el término en el sentido ruso del sin sentido); es casi como si no comprendieran el minuto a minuto de un día en un prostíbulo drogadas, o encadenadas; siendo abusadas y golpeadas por decenas de hombres, siendo alimentadas con lo necesario para mantenerlas con vida y dándoles a veces apenas unas horas de sueño.

En esta marcha se recordó a Marita Verón, a Yamila Cuello, a Pili Mercado, a Florencia Penacchi, a María Cash y a Natalia Ciccioli. Son muchas más, faltan nombres, algunos inclusive se desconocen; otras ni siquiera fueron tomadas las denuncias -en el norte los policías siguen protegiendo a los dueños de los lupanares y desestiman las denuncias de sus padres aduciendo que se van con sus novias.

Muchas fueron arrancadas de sus vidas siendo jóvenes madres, otras fueron arrancadas de sus vidas siendo apenas adolescentes, fueron arrancadas de sus hogares hace mucho tiempo y están en este momento siendo arrancadas de alguna calle en cualquier punto del país y llevada en el doble fondo de un camión cerealero por la ruta de la soja-trata de personas a los “lupanares” del Norte, Paraguay o el suroeste brasilero.

En esta “ruta de la trata de personas” que es la misma que la “ruta de la soja” tiene sus razones totalmente técnicas que la justifican y la explican. Desde el colectivo La Verdecita observan:

“En los territorios devastados por el modelo sojero se hace más evidente el fenómeno de la apropiación de la vida y los cuerpos de las mujeres. El modelo sojero no sólo produce la contaminación de nuestro suelo y expulsa a las poblaciones rurales hacia las periferias pobres de las ciudades, también agrava la situación de vulnerabilidad de mujeres y niñas”.

Muchas de ustedes seguramente no verán el nexo; pero para una migrante como yo, que camina por los caminos de la tierra viendo los campos sojeros extenderse hasta el horizonte y las campesinas viviendo refugiadas en lotes periféricos de los pueblos y ciudades fumigados; este nexo se hace evidente. En 2010; realicé un proyecto marco para Hackuelas donde en la descripción de las observaciones que realicé en la ciudad de Quimilí donde señalaba esto.

El Boliche o la wiskería donde mujeres muy jóvenes son sometidas a la prostitución es un hito a lo largo de todas las poblaciones que se levantan a los lados de los Caminos de la Soja:

“Basta con mirar los márgenes de los hegemónicos y famosos caminos de la producción para encontrar las postales de miseria y olvido apenas iluminadas con las luces de las whiskerías donde las mujeres son sometidas, violadas y explotadas comercialmente no sólo por los varones, sino por todo un sistema ideológico y de negocios naturalizado y validado por la sociedad”, relatan en las conclusiones del III Encuentro Latinoamericano de Mujeres Urbanas y Rurales por la Soberanía Alimentaria, realizado en la granja agroecológica La Verdecita en octubre del año 2008.

Esto nos revela cómo las tecnologías aplicadas al olvido (desmemoria); al cuerpo (biopolítica); a la agricultura (extractivismo) y minería (extractivismo) son parte de una misma maquinaria que produce monstruos y violencias necesarias para una sumisión permanente a través del miedo y la incertidumbre.

“Por eso las luchas por la soberanía alimentaria y la soberanía sobre nuestro cuerpo implican recuperar la capacidad de producir lo que comemos y alcanzar la autonomía y el pleno ejercicio del derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. En consecuencia necesitamos: comunidades seguras y derechos sexuales y reproductivos”.

Si entendemos esta reconstrucción social que se basa en el lucro de una y la sumisión de la otra, entenderemos las formas de deconstruirla. No hay actividad más ilustrativa de las tecnologías utilizadas por el capitalismo financiero global que la trata de personas. La cosificación de la otra como fetiche, como mercancía…

Las desaparecidas de la democracia nos hieren las entrañas; no podemos seguir mirando a otro lado, mientras nuestras hijas son raptadas. La revolución está peleándose sobre sus cuerpos …

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