El copyright traicionó al FBI

 

El FBI intentó registrar un manual de interrogaciones y terminó difundiendo su contenido.

Los interrogatorios son siempre algo indeseable, violento, algo que no queremos ni nos gusta. Imaginate si además quien te interroga es una de las fuerzas represivas más importantes del mundo. Bueno, resulta que para este tipo de cosas hay manuales que dan indicaciones a los/as encargados/as de realizar estas acciones.

Se trata, por supuesto, de manuales secretos. Esto puede tener varios motivos, pero se me ocurre que debe estar previsto realizar algunas maniobras que lesionan derechos de los/as interrogados/as y que además, si alguien conoce los procedimientos, puede burlar presiones o desvirtuar sus respuestas de manera tal que sean inútiles a los fines que persiguen los interrogatorios.

 

Pero producto del ego de un integrante del buró federal de investigaciones norteamericano, uno de los manuales para interrogatorios fue divulgado y estuvo a disposición de todas las personas que quisieran leerlo. Se trata de un manual ultrasecreto de 70 páginas utilizado para interrogatorios al que una gran cantidad de ONGs y organismos de derechos humanos han intentado infructuosamente acceder. En 2012, producto de lo constantes reclamos, el FBI había entregado a estos organismos una copia del manual que resultó inútil a los efectos de conocer los procedimientos, ya que gran parte de sus contenidos habían sido censurados con el objetivo de que estos organismos no pudieran conocer ni difundir el contenido.

El intento de registro es algo bastante desconcertante. En enero de 2010 una de las autoridades del FBI, en particular un agente de alto rango que era además el redactor del manual, intentó registrarlo para obtener los derechos de autor. Algo magníficamente estúpido si se intenta mantener algo en calidad de ultrasecreto, puesto que cada vez que se registra un material, es obligatorio entregar una copia a distintos organismos. En el caso de EEUU, la copia debe ir a parar a la biblioteca del congreso norteamericano, lugar que tuvo -sin saberlo- el manual a disposición de quienes quisieran consultarlo.

 

Gracias al intento de atribuirse los derechos como autor del manual, este empleado del FBI terminó entregando a los organismos que lo reclamaban un manual sin ningún tipo de censura, permitiéndoles consultarlo cuanto quisieran, aunque no podían extrear ninguna copia porque no lo permite la biblioteca. Una de las prácticas difundidas, es la recomendación de tomar fotos de cuerpo entero a los detenidos acompañados de una botella de agua, para utilizarlas en contra de posibles acusaciones de abusos en un juicio.

 

Sobre el intento de registro, el portal Techdirt sostiene en una publicación al respecto que cualquier obra creada por un empleado del gobierno es automáticamente de dominio público, por lo que no debería poder obtener el copyright buscado.

Desde este espacio, sostenemos que ningún documento del estado puede estar vedado a ninguna persona.

¡Happy Hacking!

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