too big to fail KA

Por qué las gigantes de Internet temen autofagocitarse (y qué harán)

Ahora que todas hemos sido atrapadas ¿hacia dónde se dirigirán las gigantes de la tecnología después de Internet ? Las usuarias de Internet han alimentado esas sociedades con sus datos personales lo que a su vez ha nutrido el rápido crecimiento de la inteligencia artificial. ¿Habrá consumido ya la industria todo lo que necesita de la web ?

Si hoy en día, el pernicioso impacto de las nuevas tecnologías en la política, la democracia y nuestras funciones cognitivas nos escandaliza, es principalmente a causa de la ambigua relación existente, casi esquizofrénica, que mantiene con sus usuarias.Esta relación se halla movida al mismo tiempo tanto por la compasión como por la indiferencia, dos lógicas contrapuestas que desempeñaban anteriormente un papel necesario que les permitía a las empresas tecnológicas,  invocar sus buenas intenciones cuando eran acusadas de mala fe. La coexistencia de ambos principios contradictorios pareciera cada vez menos sustentable poniendo finalmente en evidencia la incoherencia de su visión de conjunto.

La relación señalada no es totalmente falsa. Las gigantes tecnológicas, aunque sean poderosas, dependen mucho de la publicidad y de las ventas, es decir de nuestra capacidad de consumo. De modo que sus intereses se hallan en cierta medida indexados por los de sus usuarias. Sin recursos no podrían estos adquirir los productos tan publicitados. Tal es el motivo por el que algunas magnates tecnológicas manifiestan su apoyo al salario básico universal y estimulan la solución de los crecientes problemas en materia de protección social, de educación y de salud.

El método nos recuerda a Henry Ford que pagaba mayores salarios a sus obreras para que pudiesen adquirir los automóviles de su marca. Se podría establecer también una comparación menos simpática con la de las propietarias de esclavas que debían alimentar y cuidar la salud de su mano de obra para no correr el riesgo de perderla a causa del agotamiento o de la mala salud.

Sin embargo, contrariamente a lo que hacían Henry Ford o las propietarias de esclavas, las magnates de la tecnología no quieren financiar por si mismas un ingreso básico universal, que pareciera constituir, cada vez más, su solución favorita. Un aumento de los impuestos podría contribuir, siempre que no fuera en beneficio propio – ya que necesitan ese dinero para financiar el turismo espacial. ¿Quién querría apropiárselo ? Toda oligarca que se respete tiene necesidad de una salida de emergencia.

La generosidad de Silicon Valley es especialmente accidental : algunas de las ventajas que las usuarias han logrado conseguir de sus servicios pretendidamente baratos, y hasta gratuitos, son a menudo temporarios, porque su modelo económico es ampliamente financiado por sociedades de capitales de riesgo que cuentan con este tipo de sistema para eliminar la competencia local y conquistar el mercado mundial.

En cuanto a la lógica secundaria que caracteriza a estas empresas la de la total indiferencia hacia el nuevo excedente poblacional que conforman sus usuarias y que surge de la dinámica competitiva inherente al sector. Si las grandes empresas tecnológicas tienden a monopolizar un nicho en particular (como el de las redes sociales o el del comercio por internet) su competencia se ubica en un nivel más alto: el de los servicios de la información.

Es ese el motivo por el que muchas de ellas deben ingresar e territorios desconocidos siguiendo las nuevas tendencias desde la informática en « cloud » (del inglés « cloudcomputing ») hasta la de los vehículos autónomos. Para muchas, como para Amazon, con su panoplia de servicios en línea, estos nuevos sectores ya están generando un mayor margen de beneficios que los que produjera su actividad original.

El misterioso ingrediente que genera este éxito no es otro que el de la inteligencia artificial (IA). Esta última se nutre de datos recogidos entre las usuarias de plataformas tecnológicas puestas a punto en Silicon Valley en la época en que estas se dirigían a las consumidoras. Ahora que se ha desarrollado, la capacidad de la IA puede servir a intereses muy diferentes, tanto a los sectores de los gobiernos como a los privados, dejando a sus antiguas usuarias sin la bienhechora que hasta ahora subvencionaba sus videos humorísticos.

Google acaba de lanzar una plataforma de IA destinada a las empresas que quieren poner en marcha una infraestructura de aprendizaje automático (machine learning) con el objeto de que construyan sus propios modelos (retribución mediante, desde luego). Sabe muy bien que atraer la simpatía de las usuarias es muy rentable como por ejemplo facilitarles útiles de IA que les permita encontrar obras de arte que se les parezcan [1]. Tales instrumentos están avanzando en precisión y pueden ser inmediatamente vendidos a las empresas. Pero ¿cuánto tiempo más tendrá Google necesidad de contar con cobayas ?

Los progresos del IA vuelven indispensable a Silicon Valley. Todas las empresas tecnológicas se preocupan por saber si sus usuarias pueden permitirse un par de zapatillas acosándolas con publicidad en todos los sitios web. Otra cosa es ofrecer servicios que afectan aspectos esenciales de nuestra existencia que sólo puede proporcionar la IA.

Consideren el ejemplo de las noticias falsas, los ciberataques, el cáncer, el derroche energético; todos estos sectores deploran que la IA se halle concentrada en manos de la oligarquía. El mundo sobreviviría sin demasiados problemas a la desaparición de las proveedoras de publicidad y de las proveedoras de ventas por internet, pero hoy en día sin la IA no podría encontrar solución para sus múltiples crisis. Pregúntenselo sino a Emmanuel Macron o a Justin Trudeau dos ambiciosas gobernantes que rivalizan tratando de conseguir la radicación de Google o de Facebook en sus países para desarrollar programas de IA.

Ambas -Silicon Valley y Wall Street- forman parte ahora de la categoría de sectores toobigtofail (demasiado importantes para desaparecer) tanto que, para las políticos centristas, su desaparición tendría enormes consecuencias ideológicas. De modo que ninguna de las actuales fuerzas políticas sabría cómo lidiar con problemas tales como los de las falsas noticias o los cyberataques sin la providencial ayuda de Silicon Valley. Nuestras dirigentes no están aún preparadas como para adoptar las soluciones más evidentes, investigar cuáles son las causas de los problemas en lugar de buscar la atenuación de sus efectos mediante el fortalecimiento de la IA.

¿Qué pensar entonces del compromiso asumido por Mark Zuckerberg para replantearse su plataforma de manera que “el tiempo que se dedica a Facebook no sea un tiempo perdido” ? Las ingenieras de Silicon Valley admitieron recientemente que estaban ayudando a fortalecer la adicción de las usuarias, de modo que es fácil deducir cual será la orientación de Facebook 2.0.

Utilizando una vez más la retórica de la compasión, prometerán eliminar los contenidos estúpidos desplegando la poderosa inteligencia artificial para encontrar posteos interesantes y fortalecedores. Y como de costumbre Facebook nos dirá que cuanto más sepa sobre nosotras, mejores serán sus recomendaciones.

Y allí está el nudo del problema : en ese mundo subterráneo, los grandes grupos tecnológicos manejan servicios de comunicación altamente adictivos con el objeto de acumular datos sobre nosotras mismas para optimizar las soluciones de la IA en todos los sectores incluido el de la adicción que ellas mismas crean.

La distopia comienza verdaderamente cuando bajo la presión de la competencia los últimos vestigios de la lógica de la compasión cederán su lugar al de la indiferencia a través de contenidos estúpidos y perdidos en el infinito laberinto de memes [2] de dudosa procedencia mientras el excedente de la población conectada deberá finalmente arreglárselas sola.

Felizmente para algunas, las empresas tecnológicas venderán servicios de protección adaptados y basados en la IA. Las élites intelectuales podrán superar la situación mediante cuidados paliativos equivalentes numéricos del choukale y la quinoa, buscando en sitios artesanales ocultos a las no iniciadas.

Las demás deberán conformarse con alimentarse con memes sin interés generados por máquinas de enseñanza cuyo único objeto será convencernos de que debemos comprar la versión de lujo de nuestra plataforma favorita para sentirnos finalmente felices. La ventaja consiste en que el capitalismo numérico provee solución a sus problemas, el inconveniente es que lo hace según su propia conveniencia.

Evgeny Morozov para The Guardian

Versión original : « Will tech giants move on from the internet, now we’ve all been harvested ? ». The Guardian. Londres, 28 de enero de 2018

Evgeny Morozov es el auteur de « Net Delusion : The DarkSide of Internet Freedom ». Y también es Profesor invitado en l’université de Stanford y Schwartz Fellow en la New America Foundation.

image/svg+xmlTribuna Hacker existe gracias a

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *