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Un proyecto en cenizas

Hace dieciséis meses, que dejé de escribir, llegué a la conclusión de que hacer formas de pensamiento, editoriales y denuncias no cambiaban absolutamente nada.

Podemos concluir que mi actitud es un tanto equivocada, incluso que se trata de un acto de cobardía. Pero, permítanme hacer una serie de razonamientos.
El año pasado, después de una serie de decretazos veraniegos, se dio el desmantelamiento de uno de los proyectos educativos más importantes en este país, y que esta misma redactora ha criticado por muchas de sus falencias, con respecto al software libre y a la soberanía tecnológica.

El Programa Conectar- Igualdad NO era la solución a la educación argentina, pero sí era una herramienta que ponderaba a las escuelas públicas de nivel medio y superior.

El Programa Conectar- Igualdad NO entendió nunca el concepto de libertad propuesto por el software libre, por más que desarrollara una distribución Linux como Huayra, ya que incluía mucho software “open y close source” (fuentes abiertas y cerradas), como también drivers no libres.

El Programa Conectar- Igualdad NO entendió jamás el concepto de Soberanía Tecnológica, que defendíamos desde la Organización del Software Libre Social (LUNAR), y de otras tantas organizaciones que cada vez que se lo señalamos a sus ejecutoras, fue motivo de descalificación y chicanas idiotas. El tema era simple: si construíamos el 100% de las netbooks y el sistema operativo que las hacía una herramienta útil a la educación que queríamos, ¿Por qué no hacer un producto 100% libre? ¿Por qué no hacer una net compatible con el LIBREBOOT? ¿Por qué Huayra no fue una distribución 100% libre, teniendo ejemplos en el país como UTUTO, Musix, o Dragora?. Estas fueron nuestras inquisiciones y nunca fueron oídas, en nombre de una puta grieta. Las trolls se movieron con tanta sigilosidad y suspicacia que nos envolvieron en esa polarización, que en el software libre sólo existía cuando nos tratábamos de diferenciar del Open Source y estos nuevos inventos como el FLOSS (Software Libre y abierto).

Pero, el PCI fue desmantelado, sus referentes pedagógicas que habían realizado un trabajo titánico sólo para que se entienda de que se trataba la herramienta, fueron despedidas por ser parte de la “grasa del estado”. Se interrumpió el trabajo de miles de referentes técnicas, desarrolladoras, pedagogas y docentes, alrededor de la implementación entre TIC y ciencias sociales, exactas y de experimentación.

Hace tres años, hablábamos y discutíamos con algunas docentes la posibilidad de llevar las prácticas hacker a la escuela (hackuelas), cosa que algunas colectivas ya venían haciendo en España y compartíamos experiencias, desarrollos, teorías y prácticas con colectivos de Brasil, Ecuador, Cuba, México y Francia. Debatíamos sobre Punk-educación, Educación Prohibida, Hackuelas y Educación Red. Hoy, ante la avanzada neoliberal en la región y el mundo, esas discusiones fueron reemplazadas por la más urgente defensa de la escuela pública.

Hace dieciséis meses, que me decidí a ser una simple ciudadana, y me pregunto si tengo derecho a callar.
Me respondió un mail de Pablo: “Che ya publiqué todo lo que tenía tuyo, escribite algo”.
Pues, acá está lo que empiezo nuevamente a escribir. En un país arrasado por un recrudecimiento de la pobreza crónica y estructural, a un país que hace dieciséis meses no existía como tal.
Había pobreza.
Había indigencia.
Había pibas muertas por desnutrición.
Pero, se veía al Estado tratando de ofrecer soluciones, así pueblos del interior se vieron beneficiados con hospitales de última generación. Una secretaría de agricultura familiar, que le dio a las familias campesinas, camperas o monteras, los recursos para producir su sustento primordialmente y después estructuró cooperativas que vendían el excedente dándole acceso al reparto de la riqueza.
Había violencia.
Había abuso.
Había femicidios.
Pero, ahí estaba el estado fortaleciendo las organizaciones sociales, poniendo en funcionamiento una Secretaría de Lucha contra la Violencia de Género, empezando a construir una estructura que diera protección, contención y una salida de vida futura a la mujer violentada y sus hijas.
Había enfermedades.
Había epidemias.
Había muertes evitables.
Pero, ahí estaba nuevamente el estado. Fortaleciendo la investigación científica, con un sinnúmero de problemas por supuesto, sino no hubieran existido colectivas como “Científicas Precarizadas”, una muy sospechosa alianza del gobierno con Syngenta, Monsanto, Bayer y otras. Creando un sistema de producción de fármacos para la salud pública (Remediar).
Había viejas en la calle.
Había viejas que trabajaban hasta morirse.
Había viejas sin jubilación.
Pero, otra vez el estado salio a poner en práctica la inclusión de esas viejas. Trabajadoras de toda la vida, que no habían tenido aportes (se los comió su empleadora), pudieron acceder a una jubilación, tener una obra social (PAMI) y los medicamentos garantizados.
Pero, como en el software libre, las trolls nos envolvieron, y con el pomposo nombre de sinceramiento, pesada herencia y revolución de la alegría, desmantelaron al estado.
Una nación sin estado, no es una nación con un estado en cesación de sus obligaciones, no es el simple abandono de sus obligaciones regulatorias, una Nación sin estado es un pueblo sin soberanías. Hace un año atrás escribía, que si no resistíamos una política de abandono de las políticas de inclusión, sino participábamos de la política exigiendo que nuestra opinión sea requerida cedíamos nuestro derecho a modificar y mejorar nuestra vida. Hoy eso ya ha perdido toda importancia porque nos dicen que sólo debemos expresarnos con el voto, y eso significa que ya hemos cedido todos nuestros derechos.
Las maestros marchando hoy, me recordaron porque escribía hace dieciseís meses atrás. Escribía porque algo podía modificar, porque podíamos juntos modificar, usar, mejorar y distribuir el conocimiento.

 

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