John Deere tractor2

Revolución en la granja: granjeras hackean tractores para saltear bloqueo de John Deere

Los modelos de negocios son un punto en que pocas veces las usuarias enfocamos. Se trata de la forma y las estrategias con que una empresa se relaciona con sus clientas y de qué forma esas clientas obtienen un beneficio de parte de las empresas. En lo que respecta al universo tecnológico, las prácticas de las empresas son de lo más fascistas, ya que se basan en la supeditación total de las usuarias a las prácticas -siempre inconsultas y en ocasiones ilegales- abusivas de una corporación por sobre nuestros derechos: nos imponen obligaciones y nos sancionan si no hacemos las cosas como ellas quieren. Si compraste algo, deberías tener el derecho de hacer con ese algo lo que se te cante, pero resulta que se incluyen condiciones en licencias, términos de uso y garantías que obligan a una mayor dependencia. Por salir de lo informático: si te compraste un 0km y querés que te cubra la garantía ante cualquier eventualidad, sólo podés llevar el auto a donde la empresa te permite hacerlo. En consecuencia, la decisión es perder la garantía y ejercer la libertad, o aceptar las prohibiciones y mantener la garantía. Un total atropello que se ha legalizado pero que transforma el auto en propiedad de la empresa que lo fabrica durante el tiempo que dura la garantía.

Sucede lo mismo con los cartuchos de impresoras (te regalan la impresora, para generarte una necesidad, y te violan luego con los cartuchos). Pero las formas son mucho más creativas, últimamente se han puesto de moda las cápsulas de café ¿por qué? Porque la empresa que produce la máquina que las utiliza además es la única que produce las cápsulas, por lo que si querés seguir usándola, tenés que volver a comprarle algo a esta gente.

El caso que hoy nos compete es el de un grupo de granjeras estadounidenses, que intentando resolver los problemas que tienen los tractores que compraron a John Deere, han comenzado a hackearlos. ¿Cómo? Sí, sucede que esa corporación norteamericana dispone medidas de bloqueo a las reparaciones en sus tractores para evitar que la gente pueda seguir usando el producto que compró sin que eso le reporte un beneficio económico. En otras palabras: si no le pagás a la gente que ellas dicen, no podés usar el tractor que les compraste.

¿Qué hicieron las granjeras? Se apropiaron de la tecnología volcándose al hacking con la ayuda de software ucraniano. En Europa existe una batalla legal en progreso. La razón de esta contienda roza lo absurdo: comprás un producto y la fabricante desarrolla una serie de acciones que demuestran que no sos dueña de esa cosa, sino usuaria. Como si la hubieras alquilado. Esto significa que lo que pagaste es sólo una licencia de uso, ya que ese producto por el que te engañaron cuenta con una peligrosa batería de restricciones especiales. Enarbolando pancartas de propiedad intelectual y secreto comercial, las fabricantes abusivas parecen gritar ‘no podés hacer nada que yo no quiera, menos si no me beneficio con tus necesidades’. El cúmulo norteamericano incluye que las granjeras no puedan arreglar sus propios tractores, que dicho sea de paso además de caros son innecesarios, ya que los esquemas con que se producen prevén equipamiento general y eso hace que una productora con 1 hectárea deba pagar lo mismo por un tractor que una con 50, cuando las ganancias posibles son diametralmente opuestas y las herramientas necesarias en uno y otro emprendimiento son totalmente distintos, no tienen por qué tener el mismo costo.

John Deere es una productora de renombre y existe cierto consenso respecto de la calidad de sus productos. El tema es que las herramientas tarde o temprano se rompen y necesitan reparaciones. Pero John Deere decidió que debe controlar este aspecto también, por lo que destinaron medidas para que si no se utilizan herramientas oficiales para realizarlas, los tractores dejan de funcionar. Producto de la lluvia de demandas que esto generó, en EEUU están discutiendo sobre el derecho a la reparación, pero hasta que exista una postura de la justicia al respecto, los tractores no funcionan y se debe seguir trabajando. Por lo que las granjeras se volcaron a hackear estos tractores. Para esto utilizaron una serie de apps desarrolladas en Ucrania y Polonia. Se trata de un software para nada económico, que también tiene asociada otras especulaciones (el acceso al soporte técnico requiere de pagar más a las desarrolladoras), pero, comparado con lo que pide John Deere, resulta conveniente.

Por su parte la empresa además de las argucias de más arriba sostiene algunas realidades como la necesidad de personal calificado, riesgos para los equipos y las usuarias, pero eso no hace que se legal ni legítimo que una empresa decida qué es mejor para vos (que es la esencia de los argumentos anteriores). Las granjeras están dando de un paso a la vez, produciendo partes alternativas, optimizaciones basadas en su experiencia y hasta tractores propulsados por energías alternativas como metano extraído del excremento de animales.

Por lo pronto, desde aquí nuestros aplausos a las hackers del norte que han decidido poner fin a estos abusos.

¡Happy Hacking!

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3 comments

  1. qué placer tenerla por aquí! Mire, el problema aquí está más dado por el hardware, las chacareras tienen que comprar un tractor de una potencia estandar cuando podrían comprar uno de la que necesitan y ahí hay una variación de costos enormes, el promedio de gasto en estos aparatos es de 15.000 verdes, uno como los de Jakubowski (el de open source ecology) o cualquier otra iniciativa desde las tecnologías apropiadas puede tener una repercusión mayor.

  2. ¿Existe este problema en Argentina?
    Sería interesante dar soluciones locales a este tipo de problemáticas.

Responder a Pablo Lozano

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