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¡¡FELIZ 1984!!

No; no me equivoco estimada lectora, al desearle un muy Feliz 1984.

Tal vez alguna de ustedes hayan leído el fabuloso libro de Orwell o visto la película interpretada por John Hurt, Suzanna Hamilton y Richard Burton, y estrenada ese año en Alemania.

Muchas dirán al leer este artículo que veo fantasmas. Pero sólo basta analizar los alcances de las leyes aplicadas nacional e internacionalmente con el pretexto de la guerra contra el terrorismo.

Nuestra vida es controlada permanentemente por organismos omnipresentes que ni conocemos y mucho menos autorizamos a husmear en nuestras vidas. Pero hay una realidad y es que fuimos nosotras en nuestra grandísima estupidez las que restamos valor a nuestra intimidad, entregando nuestros valiosos datos a empresas y organismos estatales.

Nuestra sumisión a la comodidad brindada por la tecnología, nos ha convertido en mentes sumisas. Ya no es sólo nuestro cuerpo el sometido el que sujetan, sino que también es nuestra mente.

Terminamos un año donde las políticas de seguridad locales y regionales se han profundizado hacía la derecha; no nos protegen a nosotras. Nosotras somos las sospechosas.

Tal vez la frase más reveladora de nuestra situación sea la que dice Eric Arthur Blair o George Orwell: “Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Éste es el problema”

La sociedad fue hackeada hace ya varias centurias por un grupo de personas que deseaban sólo poder y dinero, justificaron todas sus masacres, usurpaciones, robos con la necesidad del progreso. Las peores genocidas de la humanidad son ensalsadas en la historia oficial como las heroínas que construyeron nuestra sociedad y las que se opusieron a esa construcción son nombradas sólo como bárbaras, criminales o salvajes.

Así es que leemos que Juan Díaz de Solís fue asesinada por charrúas y devorada; pero las originarias masacradas anteriormente son sólo muertas en enfrentamientos civilizatorios, esta justificación permanente en el relato histórico moldea nuestra conciencia, aceptando los daños colaterales como propios de un desarrollo civilizatorio o tecnológico.

Nos creemos la lógica de que para lograr la paz hay que destruir y aplastar a las sociedades beligerantes; cuando la única manera de acabar con la guerra es terminar con el armamentismo y los ejércitos. Nos dicen que necesitamos una educación para la paz, pero nos enseñan en la competencia y el nacionalismo.

El entretenimiento justifica a las malas y cubre de una manto oscuro a las buenas; las dictadoras siempre parecen Shogunas, lideres tribales o resabios del fanatismo centroeuropeo y son enfrentadas por las “defensoras de la libertad” que garantiza que la rica sea rica y la pobre sea pobre conformista.

La interconexión permanente nos dice ‘decime qué te gusta y te lo doy’. Entonces la usuaria lobotomizada virtual le entrega sus datos sumisamente y sus perfiles son usados para crear mercancía de todo tipo desde moda y muebles que pagan lo que sea para obtener o virtuales que pagan por debito automático todos los meses. Somos esclavas endeudadas crónicas y eso nos hace felices de a ratos (la infelicidad de la falta) porque siempre nois falta algo.

La Gran Hermana nos dice qué debemos hacer, qué debemos decir, cuáles son nuestras enemigas y nosostras nos sometemos.

No entendemos que podemos cambiar el mundo, establecer nuestras reglas y simplemente desvincularnos del capitalismo creando nuestras sociedades paralelas nuestra conciencia está hackeada y es nuestra obligación como hackers desmontar esa falsa conciencia del yo único para remplazarla por una del nosotras permanente.

¡Feliz 1984! tomadoras de pastillitas azules!
¡Bienvenidas al futuro! Tomadores de pastillas multicolores y rebeldes!

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