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Carta abierta a las asesinas de la cultura

Señoras titulares, empresarias, gobiernos, funcionarias y cómplices de las industrias culturales:

Estamos esperando ansiosas la desaparición de discográficas, cinematográficas, de los diarios, las editoriales, de las galerías, de los cines, de los teatros y toda actividad actividad cultural de la que se obtengan beneficios económicos usurarios y desmesurados venidos de la sangre de las artistas.

Llevamos ya 21 largos años dedicándonos a sabotearlos. ¡¡Más de dos décadas, señoras!! Allá en 1995 comenzamos a usar el MP3, porque enviarnos archivos WAV nos requería un día entero para una canción. ¡Dos décadas de estoicas batallas, señoras!

Nosotras, las piratas, las que nos dedicamos a “robarles”, estamos ansiosas de que cumplan su palabra. Porque… esperamos que sean gente de palabra.

Desde que iniciaron esas campañas a mediados de los 90 la música, el cine, el teatro, la escritura, y demás artes no han parado de crecer. Y compartir cultura hasta ha generado trabajos y nuevas industrias: Netflix, Youtube, GrooveShark, Goear, SoundCloud son una prueba de eso. Aunque en nuevos contextos, tenemos nuevos problemas. Está la estafa de Spotify, entre otras, que ponto resolveremos.

Pero ustedes no están cumpliendo: No han desaparecido.

¿Nos cierran roja directa?¿Nos cierran cuevana? ¿Nos cierran Megaupload? Abriremos millones más. ¡Uno, dos, muchos Taringa!

Señoras empresarias, señoras comerciantes de la cultura: Le deben al mundo disculpas y explicaciones. El arte no murió. Las artistas hoy son más y tienen más posibilidades de vivir de su arte. Tengan la decencia de contarle al mundo que su preocupación por los derechos de autora y por los copyrights no tiene un ápice que ver con los derechos de las artistas que ustedes dicen promover. Confiesen, sean justas, confiesen que ustedes además no promueven artistas sino fórmulas, que no creen en el arte, sino en los beneficios de poder imponer modas, obtener con ello exhorbitantes ganancias para luego deshechar a las artistas.

Tengan la decencia de decirle al mundo que ustedes despojan a las artistas de sus derechos de autora, que son ustedes mismas las beneficiarias de las regalías de la industria, no las artistas. Que en el área musical se compran los discos ustedes mismas. Que venden la música a distintas cadenas de radios para que sean estas cadenas las que cobren los derechos de autora, y que el resto de los derechos sobre los temas de los discos que pasan, son de su propiedad, que las artistas, en sus niveles industriales, son tomadas como costos y no como artistas. Que hoy sólo son cosideradas como autoras, como artesanas del arte, porque no han logrado fallo que indique que una obra es separable de su autora. Que sólo respetan la autoría a las músicas, que terminan por aceptar el ultraje al ser tentadas con su nombre y foto en la tapa de un disco que ustedes mismas compran para poder crear megarecitales con sus propias productoras en un loop interminable de especulación. Señoras de la industria cultural, tengan la decencia de ser justas.

Ni a ustedes, las empresarias, ni a nosotras, las seguidoras, nos interesa que deje de existir ningún artista, de hecho, queremos que sean más, queremos que toda aquella persona que desee vivir del arte pueda hacerlo. Queremos que haya público en todos los conciertos, en todas las galerías, en todos los teatros, en todos los cines. Pero para eso ustedes deben comprender que la naturaleza del arte es humana y no bursátil. Más que comprenderlo, deben aceptarlo.

Porque están perdiendo señoras.

En la batalla por los derechos de autora ustedes tienen las leyes, tienen el dinero para tentar a una artista a que ceda sus derechos a cambio de poder grabar discos o editar libros, a cambio de fama y otras nimiedades. Incluso tienen instituciones públicas del mundo, como la policía, vigilando que nadie toque un centavo de su dinero, encarcelando y decomisando a gente con pocos recursos y sin trabajo, que tira una manta en la vereda de un supermercado, que se pasa el día al rayo del sol, que sufre para obtener unos pocos pesos.

Pero nosotras tenemos pasión y compromiso. Y aunque nos traten de románticas por decir eso, sepan que es algo que no va a cambiar. Porque basta con que se nos ocurra bajar un disco para poder hacerlo. Ustedes deben mover mucho dinero para impedir que las copias sean millones pero cae en saco roto. Es nuestra pasión, nuestro apoyo a una artista, lo que no podrán vencer jamás. Somos nosotras quienes bajamos discos y vamos a conciertos. Somos nosotras quienes al hacer eso las sacamos de en medio y con eso beneficiamos doblemente a una artista. Es cierto, ustedes también van a los conciertos. Las hemos visto relamerse al ver la repercusión de una artista novedoso, con esa inconfundible cara de haber encontrado una ganga en la necesidad imperiosa y cotidiana que tienen las artistas por poder vivir de su arte.

Pero perdieron: lo que ustedes lograron que se tipifique como delito, el compartir cultura, es algo totalmente implantado en la sociedad. Estamos ganando esta guerra. Y la prueba es que ustedes no han desaparecido.

Señoras titulares, gerentes y demás integrantes de las cadenas que se reparten el dinero que no va a los bolsillos de las artistas: nos deben muchas vidas. Este 11 de Febrero protestaremos mundialmente recordando a nuestra compañera Aaron Swartz. SU industria, SU forma de presionar a los gobiernos para que encarcelen a quienes comparten conocimiento fueron las que mataron a Aaron Swartz (y tantas otras).

Señoras empresarias, señoras verdugos del público de las artistas, señoras compradoras de voluntades y almas: tengan el decoro y la decencia de cumplir su palabra. No necesitamos industrias que liben la sangre de las artistas. No necesitamos empresarias ni gobiernos que encarcelen, multen, persigan, decomisen, roben, a quienes hacen posible que podamos conocer una banda indie de Pamplona y una hardcore de Kuala Lumpur. Y las artistas tampoco.

Señoras empresarias, este es un camino sin retorno. Jamás dejaremos de compartir cultura. Tengan la bondad de hacernos a todas la vida más fácil y desaparezcan.

Hemos creado un mundo donde el arte no necesita intermediarias.

¡Happy Hacking!

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2 comments

  1. Hola Carmen! Nadie regala una obra ni defiende que se vulnere el derecho de las artistas. En lugar de reclamar al estado y al mercado por las vulneraciones que sufren de parte de ambas nos persiguen a quienes compartimos cultura (compartir no es regalar, no puede regalarse algo que no se posee). Las artistas pueden decidir lo que les guste, las usuarias también. Se llama libertad. De la misma forma en que nadie paga (con su identidad ni siendo vendida a anunciantes) por nuestro trabajo sino que nos financiamos con donaciones, que son voluntarias. Son víctimas de un esquema perverso, hay que apretar a quien lo sostiene, y claramente no somos nosotras. Saludos y bienvenida!

  2. Me gustaría que todas las personas y organizaciones tan preocupadas por difundir cultura regalando sin su consentimiento la obra y el trabajo de otros, se dedicaran a difundir sus propias creaciones en lugar de piratear mi música y mi trabajo. Los artistas somos grandes para decidir por nosotros mismos y no necesitamos ninguna tutela de facto.

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