Genial: un Mortal Kombat protagonizado por científicas (¡y online!)

La historia de la ciencia está plagada de encuentros que tranquilamente podrían haberse ‘resuelto’ a las piñas, es más, seguramente haya sucedido. Las piñas resultan buenos argumentos cuando nuestros postulados no son bien recibidos. Vaya a saber una por qué termina pensándose así, pero en más de una ocasión me encontré pensando en trompear a la persona con la que me encontraba discutiendo temas científicos o políticos.

En el mundo existen profesiones y búsquedas extrañas, en mi opinión, se me ocurre todas venidas de la intolerancia humana al absurdo que significa la existencia. Las golondrinas, las perras, las gatas -y toda ser viviente que no sea humana- en ese sentido son mucho más avanzadas que nuestra especie y no se hacen esa pregunta. Las ballenas, por ejemplo, son férreas defensoras de la ley de gravedad y ninguna la viola. A RAJATABLA. Pero las humanas somos insólitamente más complicadas y no sólo creamos reglas para existir -entre ellas, prohibir la naturaleza, como sucede con algunas plantas, un ridículo total- sino que además le ponemos nombre a los trabajos que llevamos adelante para tolerar la existencia y los dotamos de “importancia” y “relevancia”.

Allí están las que manejan el canon literario que deciden qué es literatura y qué no lo es. Pero hay unas más peligrosas: las que manejan el canon científico y deciden qué es ciencia y qué no, de acuerdo a un conjunto de caprichos que a mucha gente le parecen argumentos, y en consecuencia son tomados como tales. Allá por 1996, una científica llamada Alan Sokal le jugó una broma muy interesante a una revista de estudios culturales llamada Social Text. Su objetivo era comprobar que esta revista -de laureado consejo editorial- publicaría sin chistar un artículo plagado de sinsentidos siempre que se cumplan dos condiciones: 1) Debe sonar bien y 2) Apoyar los postulados ideológicos que sostuviera el directorio.

sokalSokal escribió entonces Trasgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity (perdón que no lo traduzca, es que escribir en inglés te da caché entre la gente que se cree seria hablando de ciencia y afines, jamás podría ser menos). El artículo en cuestión fue aceptado y publicado. El tema es que sostenía una impresionante tesis: la gravedad cuántica es una construcción social, o sea, que la gravedad existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera y que si no creyéramos en ella… simplemente no existiría. ¡Aplausos para Sokal!

El mismo día en que su artículo fue publicado en Social Text, Sokal anunciaba en Lingua Franca (otra publicación similar) que el artículo de su autoría publicado en el primer medio era una farsa. Imaginate el escándalo académico (algo que, convengamos, es bastante risible). Sokal calificó a su propio artículo como “un pastiche de jerga posmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo sinsentido” y que se basaba en citas que él mismo consideraba estúpidas sobre matemáticas y físicas.

Otras epistemólogas (así se llama la gente que dedica su vida a analizar si el trabajo de las demás es o no ciencia, cosa de que las ballenas puedan o no cumplir con la ley de gravedad como corresponde) de apellidos Khun y Popper sostuvieron hace varias décadas y durante años una seria controversia, que a fin de cuentas cambió la forma en que las mismas científicas miran la ciencia. Ninguna se privó de ironías, así como seguramente tampoco lo hayan hecho de insultos. Para todas ellas, y las que sigan, el juego de hoy resulta glorioso.

Se trata de un Mortal Kombat protagonizado por científicas. Sí, así como lo leíste: un juego de lucha a muerte en el que las luchadoras no son gladiadoras de cuerpos torneados que se valen de golpes difícilmente realizables por humanas para destrozar a su oponente. Ahí están -entre otras destacadas científicas- Darwin, Einstein, Curie, Tesla, Pitágoras, Hawking y Turing dispuestas a golpearse hasta el knock out.

Es un juego de lucha realmente muy simple y muy divertido, desarrollado por Superinteressante -que tiene otros juegos en esa línea como Filosofighters- gente que se me ocurre debe disfrutar mucho de los chistes que nos juega el mundo a las personas, que creemos controlarlo y estamos lejos de poder hacerlo. Sólo controlamos el mundo de las humanas y hasta cierto punto. Nada más. La prueba está en que nada importan a las jirafas los viernes negros en Wall Street.

Cada jugadora tiene un lema y un conjunto de golpes que la caracteriza. Así es que por ejemplo Turing lanza sus inventos, golpe que resulta de mucha utilidad frente a luchadoras como Darwin, que se convertirá en mono y pegará fuerte, pero necesita estar cerca para hacerlo. El juego online -que pronto contará con una app y versión de escritorio- está en su versión trial gratuita y cuenta con dos modalidades: lucha y torneo. Te recomiendo probar ambos, ya que el torneo es corto (sólo 8 peleas), puede terminarse verdaderamente rápido (me llevó menos de 10 minutos) y descubrir los golpes secretos de cada científica, leer la frase con la que se la presenta y similares es realmente una gran oportunidad de divertirte. La dificultad aumenta a medida que transcurren las luchas, hasta que luego de destruir a todas tus oponentes te encontrás con el mejor chiste del juego: la pelea final es contra Dios, que ha terminado existiendo y nos golpea tomando la forma que le dan las religiones más difundidas en el globo (más allá de que las epistemólogas las consideren sectas o grupos según su número de afiliados).

Es curioso el personaje de Hawking, nunca pensé que sería tan gratificante golpear a alguien que lleva años postrada en una silla de ruedas.

¡Dale una probadita!

¡Happy Hacking!

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