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El apocalipsis antibiótico explicado en 6 minutos

Socialmente, y a nivel global entiendo sucede lo mismo, la maldad y la estrategia con la que están planteadas las estructuras más corruptas y mafiosas colabora con pensar que las noticias al respecto no son más que obra de alguna mente entrenada en conspiranoia. En otros aspectos, la maldad de ciertos negocios, se plantea como parte de la naturaleza de las cosas. Así como en otro tiempo estaba penada la trata de mujeres blancas pero no la trata de mujeres con otro color de piel, en casos por decisión del poder, en otros por la concepción imbécil y cómplice de que hay cosas “naturales” o peor aún “causas perdidas”, hoy existe mucha gente que acepta impávida la idea de perder su vida o pagar lo que una cirujana le pide a cambio de conservarla en una operación de corazón. Cuando esto sucede, a nadie se le ocurre otra cosa que conseguir el dinero que necesita. ¿Por qué? Simple: elegimos vivir, y esa es la razón por la que una profesional nos cobra un monto de dinero que en nuestra vida aspiraríamos a tener, para poder seguir viviendo. A esto le llaman servicios profesionales: a hacer que vivas o dejar que mueras.

El hecho de elegir vivir no es más que la única respuesta posible “si quiere vivir, tiene que operarse, y para operarse, debe pagarme el valor de una casa”, por lo que el atropello de que alguien nos cobre a nosotras o al estado por permitirnos ejercer el derecho a la vida mediándolo con sus servicios profesionales, no es algo que veamos, simplemente elegimos vivir, y ante la posibilidad de la muerte -propia o de una persona a quien queremos- no hay decisión que tomar. Muchas veces aparece el estado y abona esas grandes sumas. Pero el tema no es que esté el estado para salvarnos en caso de no poder pagar, sino lo que nos cobran para poder vivir, que la vida es un negocio y a la postre viene el estado a garantizarlo.

En el universo de la industria farmacéutica esto llega de una manera todavía más subliminal. Muchas de las amenazas que enfrentamos como especie tienen su origen en la naturaleza, pero otras manan de situaciones como la anterior: la búsqueda de que las personas generen -con el mero hecho de vivir- los ingresos con los que las dueñas de esa industria sumen al mundo. Plata y vida se conjugan en un cóctel que pasa desapercibido y cuya denuncia -si existe, cosa que en la mayoría de los casos no sucede- es tratada como paranoica o ficticia, en el mejor de los casos como una intentona de dar mala publicidad a unas carmelitas descalzas que se dedican a hacer del mundo un lugar mejor.

El uso indiscriminado de medicamentos, la automedicación y la venta de drogas legales -y otros productos- entorno del concepto de “calidad de vida” y afines, producen una resistencia adquirida que es utilizada por bacterias, algo que luego genera la posibilidad de superinfecciones, que además son un rotundo negocio, como es el caso de enfermedades como Dengue, Zika y gripe aviar que afectaron fundamentalmente países como el nuestro, de manera abrupta, intempestiva y epidemia.

La gente de Kurzgesagt produjo un vídeo al respecto y te invitamos a verlo. El panorama al respecto es preocupante: el uso incorrecto y excesivo de medicamentos. La muestra está basada en 77 mil muestras tomadas en 26 países y confirma la resistencia a los antibióticos como un problema global. Para que quede claro: no estamos en contra de los medicamentos, estamos en contra de que se los recete industrialmente de manera irresponsable y como piedra basal de un negocio repugnante sobre la vida de las personas.

Lo peor en la materia, es que existe un consenso global respecto de esta problemática, aunque varían sus enfoques ya que se habla de la salud de las personas y aquí hablamos de la sumisión como forma de existencia y garantía de las ganancias exorbitantes de un pequeño sector del mundo que está en condiciones de dejar vivir o dejar morir.

El conflicto ha penetrado no sólo el espacio de las enfermedades de las personas, sino también otros como el de la alimentación o la producción de alimentos que lleva a que una persona, si vive en sociedad y se alimenta con productos desarrollados de manera industrial, consuma este tipo de productos incluidos en las materias primas utilizadas para su confección. Si no querés antibióticos, no tenés forma de evitarlos, porque además, producto de las políticas impulsadas por estas industria y la connivencia de los espacios políticos que se han transformado en una mera forma de la expresión de ese poder, tampoco hay legislación que proteja a las personas y es algo ingenuo pensar que la habrá en el contexto coyuntural y global actual.

La conclusión es que la masificación de los antibióticos y drogas innecesariamente indicadas, no significa más que una gran bacteria: la de la industria que en su expansión distribuye inmunidad para poder valerse de sus consecuencias y lucrar a futuro con superbacterias.

Hasta aquí lo mío, dale una miradita el vídeo que es mucho más interesante.

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